Soy viajera y aventurera pero también soy víctima de violación

Soy viajera y aventurera pero también soy víctima de violación

Una lectora cuenta su historia de abusos sexuales y agresiones sexuales. Los agresores siempre fueron personas del entorno más cercano.

06/10/2017
María Covelo

Soy una mujer de 34 años y es la primera vez que me atrevo a escribir y a contar esto. Soy una mujer, que como la mayoría (por desgracia) ha sufrido, a lo largo de la vida,  diferentes agresiones sexuales. La primera se dio con 7-8 años. El agresor era un pariente, alguien de la familia. Me metía debajo de su cama y me forzaba a chuparle el pene, me tocaba las tetas y la vagina, me encerraba con él en el baño y me obligaba a verlo mear y cagar.

 

La segunda agresión se dio con 16 años. El agresor, un amigo de la familia. Aprovechó un día en el que yo dormí en su casa y la de su mujer. De noche se metió en mi cuarto y me empezó a tocar e intentó masturbarme.

 

La tercera agresión se dio cuando yo tenía 32 años. El agresor, “un amigo” con el que yo había salido a tomar unas copas. Llegó un momento de la noche en el que quiso algo más que risas y conversación. Claramente mi voz repetía “NO” pero –ante la invasión- una vez más mi cuerpo se quedó bloqueado, en estado de shock  y fue ahí donde aprovechó para violarme.

 

Como he dicho, hasta ahora no había sido capaz de escribir sobre esto. Tampoco había sido capaz de contarlo en mi casa, no sé si por vergüenza, por no provocar daño, preocupación…. Pero ya no puedo más porque la víctima es la que calla, la que se va de su ciudad, la que se hace fuerte; pero siempre está el miedo de que algún hombre quiera hacerte daño.

 

Soy viajera y aventurera, pero también soy víctima de violación y ya no me quiero callar. He sufrido y sigo sufriendo. He pasado por diferentes etapas: odio hacia mis agresores y sed de venganza, querer morirme, enfado hacia mis padres porque no me habían protegido…

 

En estos momentos no siento odio, no quiero venganza (cada cual recoge lo que siembra). Amo mi vida (soy lo más valioso que tengo). No estoy enfadada con mis padres (en absoluto, son lo que más quiero). Lo único que quiero es que paremos la CULTURA DE LA VIOLACIÓN que tan integrada está en nuestra Sociedad.  Con pequeños gestos y pasos se puede cambiar. No consintamos chistes machistas, comentarios ofensivos acerca del cuerpo de las mujeres. Hay pequeñas cosas que podemos hacer para conseguir el cambio. Primero tenemos que tomar conciencia, segundo empecemos a frenar y no participar en chistes o comentarios ya que el lenguaje utilizado es muy importante. Pongámonos las gafas violeta, por favor.

 

He  descrito muy por encima a mis agresores,  todos tienen algo en común. Además de ser hombres, todos son cercanos a la familia, no hay ningún desconocido. Así que, por favor, démonos cuenta de que EL ENEMIGO ESTÁ EN CASA.

 

Soy educadora social, llevo más de 10 años ejerciendo está profesión tan bonita. Trabajo con gente adolescente, creo que son el futuro y creo firmemente en un mundo mejor. Pero no soy sólo educadora cuando entro en mi puesto de trabajo, soy educadora las 24 horas del día. Es una forma de estar en el mundo, la cual me encanta. Agota, porque es estar al pie del cañón las 24 horas, pero no concibo  la vida de otra forma.

 

Cuando te dicen “no vayas sola por la calle, algo te puede pasar”, no estamos enseñando a respetar a las mujeres. Enseñemos desde la infancia a construir en equidad.
Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba