Lectora de Pikara

“Y conoceréis  la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:32, es mi cita preferida del texto sagrado. Conjuga dos conceptos que tienen mucha potencia moral: la verdad y la libertad. El cura de mi pueblo tiene un problema, entre otros, terminológico. Ha publicado un “romanç” LGTB-fóbico y anticonstitucional. Usa la palabra “libertad” para proclamar su retrógrada verdad, y con su interminable sotana, su sucio púlpito y sus babas envenenadas pretende defender la normalidad. La normalidad heterosexual, la de la escuela de misa diaria. Todas sabemos a qué escuelas se refieren y qué doctrinas profesan a su alumnado.

Al cura de mi pueblo no le tiembla la mano ni la boca a la hora de violar la Declaración Universal de Derechos Humanos y del artículo 14 de la Constitución Española, sí, esa que últimamente reclaman ejecutar pese sobre lo que pese miles de patriotas. Sería muy soez por mi parte afirmar que a la curia poco le importa violar, pero hoy no me siento tolerante.

El cura de mi pueblo no es hijo de Dios, es un triste mortal que desde su omnipotente miseria olvida el mandato universal. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Juan 13.30. Si Jesucristo levantara la cabeza…

Adjunto documento original…juzguen ustedes mismas. S.XII…no, S.XXI. Nules (Castellón), gris parroquia de la costa de levante.