De Polonia a Berlín para poder abortar de forma segura
Una pequeña oenegé de la capital alemana ayuda a mujeres polacas a interrumpir el embarazo fuera de su país, donde el aborto es un estigma y un tabú. No es la única organización tejiendo redes de apoyo transnacional.
Javier Pérez de la Cruz / Berlín
“Nos contactan de todas las edades y con todo tipo de perfiles. Cuando yo empecé, lo que más me sorprendió fue la cantidad de mujeres de mediana edad que ya habían tenido hijos”. Alecsandra, de familia alemana pero criada en Polonia, dedica el tiempo libre que le dejan sus estudios de Antropología y su trabajo en un hospital a ayudar a mujeres polacas a abortar, de manera sana y segura, en Berlín. Adolescentes, “aunque son una minoría”, ejecutivas, mujeres solas, acompañadas de sus parejas, incluso de sus padres. Alecsandra ha visto todo tipo de casos.
Ella es una de las cerca de 15 personas que forman, de manera voluntaria y altruista, Ciocia Basia (Tía Basia en polaco), una oenegé que nació para ofrecer a las embarazadas polacas el derecho a decidir que su país les niega. La organización ofrece ayuda práctica tanto en el ámbito logístico (traducción, contacto con médicos, alojamiento en caso de que sea necesario), como en el financiero. En Alemania, un aborto médico (inducido a través de medicamentos) cuesta 340 euros; uno quirúrgico (con operación), 470. “En caso de que no puedan costearselo, nosotros les ayudamos a pagar una parte o todo el procedimiento, dependiendo del caso”, añade Alecsandra.
La ley de Polonia, uno de los países más conservadores de la Unión Europea y donde la Iglesia Católica ejerce una gran influencia sobre la clase política, solo contempla tres excepciones para permitir que una mujer aborte: si la vida de la madre está en peligro, si el feto padece grave trastorno congénito o si el embarazo es resultado de violación o incesto.
“Cada vez nos contacta más gente, de eso no hay duda”, explica Alecsandra, sentada en una céntrica cafetería de Berlín. “El último año ha aumentado de forma muy significativa. Cuando yo empecé había, más o menos, una o dos mujeres cada una dos semanas. Ahora, a veces, tenemos hasta cuatro o cinco casos al mismo tiempo”.
En el antiguo país comunista, a las mujeres que abortan no se les acusa de cometer un crimen, pero sí a las personas que les proporcionan ayuda, y pueden ser juzgadas y condenadas con penas incluso de cárcel. La presión y la influencia de los sectores conservadores es tal, señalan las personas activistas, que algunos médicos se niegan a llevar a cabo abortos que están dentro de las excepciones recogidas por la ley.
Y a pesar de ello, no parece que el Gobierno haya conseguido reducir el número de abortos tanto como le gustaría. Mientras que las cifras oficiales señalan que únicamente se realizan 1.000 abortos al año, la Federación de Mujeres y Planificación Familiar, la organización de derechos reproductivos más antigua de Polonia, calcula que la cifra es mucho mayor: unos 150.000.
Un tabú que pone vidas en peligro
La restrictiva ley polaca, sin embargo, sí ha logrado que abortar se haya convertido en un tabú, en un estigma que todo el mundo quiere ocultar, algo de lo que apenas se habla entre amistades y en familia. “Muchas de ellas muestran una enorme gratitud y alivio solo por el hecho de habernos contactado”, comenta Viktor, otro voluntario de Ciocia Basia. “Es un tabú tan grande… no saben qué hacer con un embarazo no deseado. No tienen ni la menor idea de dónde buscar información o qué hacer si tienen poco dinero. Muchas no se plantean poder ir a otro país y, mucho menos, pagar por todo”, añade este historiador de padre polaco y madre alemana.
Esta es la experiencia que relata Justyna, una joven de 26 años procedente de Biecz, una pequeña localidad del sur de Polonia. “Una chica de mi colegio se quedó embarazada pero no quería tener el bebé. Así que se compró unas pastillas que encontró por internet, ilegales, claro. A las dos semanas se puso muy enferma. Fue casi un milagro que no se muriera. Recuerdo a su madre diciendo que tenía solo un uno por ciento de posibilidades de sobrevivir”.
Justyna, que ahora reside en Londres, todavía recuerda la sorpresa que le causó la facilidad con la que un doctor le recetó allí anticonceptivos. “En Polonia no es para nada igual. Es muy difícil, un doctor te puede enviar a otro, tienen el derecho a decir que no lo quieren hacer por convicciones católicas”.
En el contexto actual y dadas la restricciones para abortar, más y más mujeres deciden recurrir al mercado negro, donde la falta de información puede disparar el riesgo. Para terminar con esta y otras situaciones similares, Justyna Wydrzynska puso en marcha Masz Wybor (Tienes Opción), un foro online que desde 2006 ofrece información sobre medicación para abortar. “También mostramos apoyo, sobre todo a aquellas que están solas y no tienen a nadie a su lado”, asegura Wydrzynska a Pikara Magazine. Durante años ha asesorado y acompañado moralmente a mujeres a través de una línea telefónica, pero ante la ofensiva de ciertos grupos en contra del aborto, también ha decidido lograr más visibilidad.
Desde el 1 de febrero, la organización ha colocado grandes vallas publicitarias en las principales ciudades del país con el mensaje “no estás sola”. Tres mujeres sobre un fondo rosa y una estadística: “Una de cada tres mujeres aborta. No estás sola”.
“Decidimos poner en marcha la iniciativa después de las campañas de organizaciones antiabortistas mostrando imágenes desagradables de fetos -explica Wydrzynska a través del teléfono-. Nos dijimos que esto no podía seguir así. Abortar es algo común y normal y es algo que viven muchas mujeres. Tenemos que mostrar nuestra solidaridad”.
Más redes internacionales
Por el momento, transcurridos los primeros días con las vallas publicitarias, Wydrzynska afirma que no han tenido problemas, aunque “durante los últimos años” sí han sufrido presiones y ataques de grupos provida. No importa: “El plan es continuar y hasta el final de 2018 llevar las vallas a ciudades más pequeñas. El objetivo es recaudar dinero y mostrarlas en todo el país”.
Ante el aislamiento y la falta de información que pueden sufrir las mujeres de pueblos y localidades más remotas, las organizaciones tratan de expandir redes por toda Polonia, unas redes que trascienden las fronteras nacionales.
“Recibimos mucho apoyo internacional -señala Wydrzynska-. Vivimos en un mundo conectado y si hay algo pasa en nuestro país, informamos inmediatamente a otras organizaciones. Lo observamos de primera mano durante las black protests”.
Las black protests o protestas negras fueron unas movilizaciones masivas en octubre de 2016 que consiguieron evitar que el Parlamento polaco restringiera todavía más el aborto. Fue una gran victoria para las activistas que, sin embargo, puede no durar mucho. De nuevo el Gobierno maniobra para modificar la ley y prohibir la interrupción del embarazo incluso en el supuesto de que el feto sufra algún trastorno congénito.
“Esto es una violación absoluta de los derechos humanos”. Kinga Jelinska, directora ejecutiva de la oenegé internacional Women Help Women, se muestra tajante. “Lo único que consiguen este tipo de leyes es dañar a las mujeres, no reducen el número de abortos. Más bien lo contrario, a nivel global y también en Polonia. No tiene nada que ver con ideologías, sino con hechos probados sobre salud pública”.
Women Help Women es una de esas organizaciones centradas en tejer y fortalecer las redes de apoyo internacional. “Recibimos 10.000 correos electrónicos al mes de mujeres de todo el mundo sobre cómo abortar de forma segura. La mayoría proceden de países con leyes restrictivas”. Entre ellos, destaca Jelinska, se encuentran numerosos países de Latinoamérica o Indonesia y otros lugares del sudeste asiático.
Pero la organización no se queda ahí, y también ofrece un servicio práctico y directo: el envío de un paquete con medicinas para que cualquier mujer pueda abortar en su casa. Se trata de un método “avalado por estudios médicos” y “totalmente seguro hasta las nueve semanas de embarazo”. Quizá por esa razón, precisamente, las autoridades polacas están tratando de evitarlo. “Sobre todo en algunas partes del país, están bloqueando la llegada de paquetes, algo que va en contra de la ley farmacéutica de Polonia, que permite la importación de medicinas”.
Polonia se ha convertido en uno de los principales símbolos de la lucha internacional a favor del derecho a decidir. Y ante la presión gubernamental, de la Iglesia Católica y de los grupos más conservadores, las redes activistas crecen y redoblan los esfuerzos.
De vuelta en Alemania, el doctor Janusz Rudzinski continúa practicando abortos en la ciudad de Prenzlau, a solo unos pocos kilómetros de la frontera polaca. Y desde Berlín, las personas integrantes de Ciocia Basia aseguran que les han contactado desde otras ciudades de Alemania para formar organizaciones similares a la suya. Tanto Alecsandra como Viktor están convencidos de que van a tener más y más trabajo. “Por un lado, Ciocia Basa está logrando más publicidad y las mujeres nos pueden encontrar más fácilmente. Por otro, la situación en Polonia es cada vez peor”, concluyen.