Clara Pareces

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Author Netflix

Black mirror se vende como una serie que nos enseña a pensar o que sirve como instancia crítica para revisar nuestra forma de vivir, pero ¿realmente, esta serie, alcanza estas expectativas?

Desde mi punto de vista, al menos este primer capítulo que he visto se queda muy por debajo de ellas. A pesar de mi atención cuidadosa, no he aprendido más que el hecho de que debo tapar la cámara de mi ordenador en cuanto llegue  casa y que los desconocidos perversos no tienen porque cumplir sus promesas. Vamos, que podrían relajarse un poco los progres intelectuales, porque sí, como toda representación cinematográfica, se trata de un arma política, pero de las rancias.

Si para detectar el machismo en el cine, tenemos el test Bechdel (que por cierto no aprobaría esta película), quizá para valorar una manifestación artística nos servirá con pensar en Albert Rivera. Si a él le parecería bien, quizá no sea muy revolucionaria.

Como podéis deducir de esta introducción, que podría ser, también, una conclusión, el visionado de este capítulo me ha resultado decepcionante.  Se trata de una historia rancia, en la que los hombres tienen una sexualidad potente e incontrolable, por la que son castigados. Es ridículo el final de la película, en que se muestra el pecado cometido por cada una de las personas que son abusadas. En el caso de la única mujer chantajeada, su “pecado” consiste en haber escrito un email racista, mientras que en el caso de los cuatro hombres restantes, se trata, en todos los casos, de conductas sexuales. Porque claro, ¿Cómo podríamos pesar que una mujer es infiel y que cometería una locura para no destruir su familia, o que simplemente se sintiera presionada por no querer revelar su intimidad sexual públicamente? Parece que el director de esta película no sabe que las mujeres podemos diferenciar el sexo del amor.

Podría defenderse –estúpidamente- que en realidad, lo que hace esta película o capítulo, es hablar de las cosas tal cual suceden, y que claro está,  hay más hombres que se dejan llevar por el deseo sexual que mujeres  -en serio, el deseo sexual de las mujeres existe fuera del amor, de verdad- , si alguien nos dijeses esto, entonces deberíamos recordarle que el cine es un medio generador de hegemonía cultural, es decir, un arma que configura nuestra forma de ver el mundo y de construir nuestra identidad, en base a unos discursos u otros. En este caso se trata del discurso patriarcal de siempre. Es decir, que el mundo, gracias a esta película -de extrema crítica social-, seguirá pensando que las mujeres no tenemos apenas deseo y que el sexo no nos interesa más allá de la reproducción y el romanticismo. Pero eso sí, gracias a Black mirror, nos masturbaremos siempre con la cámara tapada.