Ona Pagès

Miriam Sánchez M. FLICKR FACEBOOK

Seguir juzgando, dirigiendo, atacando una u otra manera de maternar, oponiendo las diferentes maneras de criar, solamente abre el espacio donde las mujeres (género que no sexo) podemos sentir esa sororidad (complicidad entre las mujeres) tan buscada, deseada, a veces inexistente en nuestro entorno.

Oponer biberón y teta, portear y carro, habitación y colecho, es simplemente etiquetar, dividir, controlar de alguna manera las decisiones que se toman en la crianza, como si solamente en la mujer recayeran esas decisiones y esa responsabilidad: la de criar. ¿O es que solamente portea la mujer? ¿Duerme con la madre en la cama? ¿Mientras una da pecho el otro no puede hacer otras cosas igual de vitales para la salud emocional y física de la criatura? Algunos de los argumentos en boca de feministas de uno u otro “bando” son recursos que se reconocen del patriarcapitalismo. Al final exponer las bondades de una u otra manera de crianza simplemente son eso, maneras de criar, que no deben recaer, sobretodo moralmente, en la espalda de la mujer. Otra cosa es que recaigan o no en su cuerpo, como es amamantar. Aún y así, lo que cada un@ siente en su cuerpo a través de la vivencia de la maternidad, como proceso no físico, que también, es único e incomparable.

En mi proceso maternal corto e intenso, he puesto palabras a sensaciones que no sabía que existían, buscando en foros a altas horas de la noche, viendo que era parecido a lo que muchas otras habían sentido. Y opuesto a lo que otras habían vivido. ¿Porque intentamos crear un solo discurso posible entorno a una vivencia tan personal, sexual, vital como es parir, amamantar, criar… ?

Al principio de este proceso, iluminada por mis hallazgos y la conexión profunda espiritual y física que sentía, y las hormonas en auge del pospartum, pensé que MI/NUESTRA manera de criar era la correcta, la buena, mirando alguna vez con desprecio a otr@s que no sentían o hacían lo mismo que yo, al poco, dejé de juzgar y me liberé así de la mirada del otro. Ese ojo juez que siempre me había acompañado. Dejando de mirar a otr@s, dejé de oír ese juez externo. ¡Liberador!

Dejemos de querer controlar el tiempo, recorrido, de la lactancia materna si la hay, de criticar una u otra forma deseada de parto, de trasladar con nosotr@s a nuestros hij@s… y de querer unificar algo imposible de uniformar: la manera en la que queremos cuidar y educar a nuestr@s hij@s…

Debate feminista que poco ayuda a las mujeres a sentir la sororidad, a dejar de sentirse juzgadas o menospreciadas por querer trabajar o por querer dejar el trabajo, ambas decisiones, si son libres y conscientes DEBEN ser celebradas porque surgen de la libertad de decisión de las mujeres.

La maternidad en sí no lleva consigo una losa que hay que minimizar, lleva consigo una persona dependiente, que puede ser responsabilidad de uno o dos o tres o más… Lo que conlleva maternar, en sí, no esclaviza a la mujer, es la no libertad de elección de cómo vivir esa maternidad, y el juicio y la asociación a una elección libre es tendenciosa e insana, y más si viene del movimiento feminista, que lucha por la liberación de esos “corsés” morales. Dejemos de teorizar en cómo se debe vivir y simplemente acompañemos, escuchemos, aceptemos esas maneras de maternar diferentes y disidentes, o no.