“Para la mayoría de personas del colectivo LGTBI, en Guinea Ecuatorial no existe el mañana”

“Para la mayoría de personas del colectivo LGTBI, en Guinea Ecuatorial no existe el mañana”

La primera novela de Chris Ada, estudiante, actor y guionista de 22 años, cuenta la historia de Dashis, un chico guineoecuatoriano al que sus padres echan de casa por ser homosexual.

Chris Ada y Trifonia Melibea esperan para irse a Bata, la segunda ciudad más importante del país, a dar talleres a miembros del colectivo LGTBI./ Fotos cedidas por Ada.

Chris Ada y Trifonia Melibea esperan para irse a Bata, la segunda ciudad más importante del país, a dar talleres a miembros del colectivo LGTBI./ Fotos cedidas por Ada.

A veces, da rabia escribir textos que puedan ratificar opiniones que existen desde el desconocimiento más absoluto y que van ligadas a una superioridad occidental que se cree más por estar libre de prejuicios. Y no. Prejuicio es pensar que la inmensa y diversa África, continente en el que caben unas tres veces Europa, es toda igual. Sin embargo, si hago esta entrevista, no es para ahondar en la idea del Otro homófobo y salvaje sino porque creo que sería injusto no apoyar las voces de la disidencia sexual que trabajan con valentía para transformar su sociedad y que, poco a poco, van logrando cambios. Chris Ada es el vivo ejemplo de ello.

Con sólo 22 años, estudia informática, es actor, guionista y ahora, también, escritor. Se estrena con el libro, Juntos antes que anochezca, que tiene tintes autobiográficos. En él, cuenta la historia de Dashis, un chico guineoecuatoriano al que sus padres echan de casa, siendo muy joven, por su orientación sexual, cosa que provoca que, para poder subsistir, acabe prostituyéndose. Su situación mejora cuando se enamora de Álex, un profesor español, que le ayuda a ver la vida de otro modo, aunque pronto, comprueban que la homofobia, demasiado presente en todos los ámbitos de la sociedad, les continúa planteando escenarios difíciles.

Presentó su obra en Malabo el 27 de junio, víspera del Orgullo, que ahí no tomó las calles sino que salpicó de charlas, talleres y teatro algunos centros culturales. Sí, a resguardo, “porque las calles de Guinea Ecuatorial no son para les homosexuales”, señala la periodista, escritora, feminista y militante LGTBIQ, Trifonia Melibea Obono.

Tras un primer año de celebración organizado por la Embajada de España en el país, la siguiente edición y la de este año parten del propio activismo guineoecuatoriano. A la espera de constituirse como asociación, forman parte de un grupo de voluntariado de Cruz Roja y desde ahí, trabajan no sólo para acabar con la discriminación en su país, sino para aprender a aceptarse y dejar de sentir que querer, besar o acostarse con una persona del mismo sexo es algo malo.

—¿A qué responde el título de tu novela?

— La cultura homosexual que se vive en Guinea Ecuatorial es así, la mayoría de los homosexuales mantienen relaciones sexuales y aman a otros hombres solo cuando llega la noche, encerrados entre cuatro paredes. De ahí, el título.

“NO PARO DE PENSAR EN SI HA SIDO BUENA IDEA PUBLICAR ESTA NOVELA, SI SUPONDRÁ SER VALORADO EN EL EXTRANJERO Y VIVIR DESPRECIADO POR TUS COMPATRIOTAS. PERO PUEDE SER UN PUENTE TAMBIÉN PARA EL RESTO DE ESCRITORES HOMOSEXUALES”.

—¿Has vivido algunas de las escenas de tu libro en carne propia?

— ¡Claro que sí! Todavía me acuerdo de las lágrimas que derramaba al escribir algunas de esas escenas, era como revivir esa experiencia, pero dentro de mi mente.

Melibea, que valora muy positivamente la obra del escritor, arroja más información sobre el tema: “En la calle esperan las personas homosexuales que jamás salieron del armario, pagan a cambio de sexo a menores y, pese a que el colectivo LGTBI guineoecuatoriano trata de apoyar a eses niñes e intenta que regresen al colegio, no puede ofrecen los ‘cien mil francos (150€) por un polvo masoquista’, que les dan los poderosos con dinero, que les condenan y después se ocultan. Ese armario tiene tela, la mayoría de sus miembros ostentan cargos importantes del Estado. Son ‘muy hombres, y muy mujeres’ de día, hasta que llega la noche y no les observa la cultura bantú ni la Santa Sede guineana”.

—¿Es posible recuperar o perdonar a la familia tras ser rechazado por ella?

—Es casi imposible recuperarla, aunque te acepten de nuevo. El tema estará prohibido, tu familia no hablará de ello, mantendrán una actitud pasiva-agresiva y te dirán cosas como: “siempre y cuando no traigas a nadie a casa estaremos bien”. Yo creo que uno de los pasos fundamentales es hablar para poder perdonarles y que ellos, a su vez, sean capaces de perdonarse a sí mismos, porque suelen sentirse culpables de que tú seas homosexual. Sin embargo, la comunicación es algo casi inexistente entre padres e hijos aquí.

—¿En qué punto vital estas ahora después de haber vivido algunas experiencias desagradables?

—Con ganas de dar guerra. La verdad es que me siento más vivo que nunca.

—Más allá del ámbito familiar, ¿qué consecuencias ha tenido para ti salir del armario en Guinea Ecuatorial?

—Algunas reacciones han sido positivas, con todo, en la mayor parte de los casos, son negativas. Es como si la gente me conociera por el mero hecho de ser gay y no por mi intelecto ni mi talento. Las personas inteligentes mantienen una actitud diplomática al verme, pero a mis espaldas cotillean y me juzgan. También hay quien hace la vista gorda, siempre y cuando pueda beneficiarse de mi talento.

—¿Influye, también, en el mundo laboral?

—Claro que influye. Los compañeros de trabajo comienzan a tratarte diferente, tienes que luchar por conseguir cosas que a otros les otorgan por ser heterosexuales, como el respeto y la confianza. Creo que en el mundo laboral lo importante debería ser tu rendimiento como empleado, tu dedicación y sobre todo el amor que le tienes a tu trabajo; mi vida privada no debería importar pero parece que sí.

—¿Cómo ha conformado tu carácter el hecho de haber tenido ciertas vivencias siendo tan joven?

—Mis experiencias han hecho de mí la persona que soy hoy en día: un chico avispado, ambicioso, competitivo y, sobre todo, valiente.

—¿Por qué has decidido escribir?

—Más allá de la lucha por la igualdad, me encanta la escritura, disfruto leyendo y contando historias a las que aderezo con elementos de ficción. Pero, ante todo, considero que es la mejor terapia que tengo para superar los traumas y los desamores.

—¿Temes que te repercuta negativamente en tu carrera el hecho de haberte animado a escribir esta historia?

—Sí, no paro de pensar en si ha sido una buena idea, porque una cosa es ser valorado en el extranjero y otra vivir despreciado por tus compatriotas. No obstante, si la repercusión fuese positiva, sería un puente para mí como escritor, también, para el resto de escritores homosexuales ocultes bajo la sombra del miedo y el rechazo.

— Además de escribir, colaboras impartiendo talleres, ¿qué es lo que haces exactamente?

 Los imparto junto a más personas, como Trifonia Melibea Obono Ntutumu, para que dentro del propio colectivo logremos ganar en autoestima. En ellos hablamos, entre otras cosas, sobre terminología y conceptos que nos permitan poder explicar quiénes somos. Además, intento aportar herramientas que pueden resultar útiles en la búsqueda de empleo como clases de redacción, guion o interpretación cinematográfica.

—¿Qué te hace sentir poder ayudar a otras personas?

—Me provoca una inmensa satisfacción ver a esas personas avanzar en sus vidas, escuchar cómo reconocen y agradecen lo que hiciste por ellas. Sin embargo, quiero dejar claro que no lo hago para demostrar al mundo lo buena gente que soy ni tampoco por miedo a ir al infierno (y mira que muches me han condenado al fuego eterno) sino porque, en algún momento de la vida, ellas harán lo mismo por las generaciones venideras.

—¿Los talleres son públicos o en lugares clandestinos?

—Anteriormente, eran en lugares clandestinos pero, en la actualidad, estamos trabajando por tener una sede, eso si los vecinos no nos demandan al tercer mes.

—La primera edición del Orgullo LGTBIQ que se celebró en Guinea Ecuatorial fue con el auspicio de la Embajada de España, ¿crees que hace falta que vaya gente de fuera para que la situación de las personas LGTBIQ de dentro mejore?

—Creo que sí, porque el cambio debería partir desde la misma comunidad LGTBIQ de aquí, pero muches están desorientades, perdides, traumatizades, otres lo consideran un estilo de vida, una moda y el resto lo mantiene oculto. No hay planes de futuro para la mayoría de personas del colectivo porque para ellas no existe el mañana, viven el presente como si fuese el último día a causa de la homofobia y quizás, alguien ajeno a tu país podría quitarte la venda de los ojos demostrándote que sí es posible tener una vida.

—¿Saldrás el 28 de junio a celebrar el Orgullo? ¿Qué expectativas tienes con respecto a ese día?

—Estaré en primera fila. ¿Las expectativas? Es curioso, la sociedad guineana es homófoba, sin embargo, las salas suelen atiborrarse de personas heterosexuales, así que las expectativas son buenas.

—¿Y qué sentimientos?

—Siento un profundo miedo, pero evito mostrárselo al resto de personas del colectivo. Es como caminar a ciegas en un campo de minas, no sabes dónde estallará ni cuánto dolerá.

—¿Crees que Guinea Ecuatorial está cambiando, poco a poco, en cuanto a la aceptación del colectivo LGTBIQ se refiere?

—Sí, pero eso se debe al grupo minoritario del colectivo que se ha armado de valor para tocar un tema considerado, hasta ahora, como propio de la cultura occidental, como una perversión o hasta como brujería.

—¿Cuáles son tus sueños de futuro?

¡Vaya! Son tantos… En primer lugar, tener una larga carrera como escritor y actor. En segundo, tener una casa con mi pareja e hijes. Y en tercero, ser un referente para la juventud homosexual y para las siguientes generaciones, que puedan decir: “Si Chris lo consiguió ¿por qué yo no?”

Lee también la entrevista de Celia Murias a Trifonia Melibea Obono

Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba