Poderosa ‘María Sarmiento’
María Sarmiento son Ale Castellano y Laura Valls, dos jóvenes cantautoras afincadas en Barcelona que cuestionan con humor las convenciones sociales y reivindican sobre los escenarios el papel de las mujeres como ente activo en el sector musical.
¿Por qué contamos historias? El gran poder de los relatos reside en su capacidad para concienciar y emocionarnos. Creamos personajes con los que identificarnos y visibilizar injusticias paralelas a la de nuestras realidades. Las narraciones nos permiten hacer un quiche de verduras, montar un mueble de IKEA, hablar en verso de mi ex o, incluso, detentar los pilares sobre los que se asienta el patriarcado. Son herramientas extremadamente útiles para reinventar nuestra forma de entender las cosas. Pero ojo: suelen estar incompletas.
Muy poco sabemos de la loba que amamantó a Rómulo y Remo ni lo que hay en el dichoso maletín del señor Wallace en Pulp Fiction, por no hablar de los ladrones del carro de Manolo Escobar. Nunca nos hemos preguntando que fue de María Sarmiento desde aquel fatídico día en el que la fuerza del viento se la llevó mientras hacía caca. Las historias también están para completarlas.
Después de años, María Sarmiento reside hoy en Barcelona, en un primer piso del barrio de Poble Sec con una perra y una gata. Hace música y bebe horchata. María Sarmiento son Ale Castellano (Elche, 1986) y Laura Valls (Barcelona, 1992), dos cantautoras que desde el humor cuestionan las convenciones sociales y reivindican sobre los escenarios el papel de las mujeres como ente activo en el sector musical.
El flujo vaginal es muy punki
“Al principio ni teníamos idea de por donde tirar con el nombre, solo nos salían cosas muy indies o muy punkies, rollo ‘Flujo Vaginal’ y no pegaba con nuestro estilo”, confiesa Laura entre risas. Este pack 2×1 de cantautoras tiene como señas de identidad sus transgresoras letras y un estilo muy personal resultado de la mezcla hiperecléctica de géneros como la música latinoamericana del tango, el indie, el folk estadounidense o la rumba catalana. “Aún no tenemos ninguna canción reguetonera”, admite Ale, “por el momento”.
Después de dos años y medio experimentando, Laura y Ale han encontrado su propia personalidad. Con gran influencia de otras cantautoras españolas contemporáneas como Rozalén, Road Ramos, Carmen Boza o Patricia Lázaro o las referencias latinas de Perota Chingó, Violeta Parra o Mercedes Sosa. Los conciertos que Castellano y Valls plantean son una coctelera repleta de ritmos rompedores y canciones con un marcado carácter social. Un desfile de instrumentos encabezados por la guitarra, el violín y muchas miradas cómplices.
Desde los escenarios, la Sarmiento narra de forma ácida como se te puede torcer un día: ya sea porque el médico te ha prohibido el vino o la cerveza (‘Mejor sin sal’), porque te has quedado sin chicles o que se alineen los planetas para que todo el mundo, incluyendo cualquier desconocido en un bar y tu tía abuela Emilia, te pregunten por qué aún no tienes pareja (‘Fin de año’). Y ese ‘Cúmulo de despropósitos’ nos enseña que, a veces, el mundo puede ser cruel. Y ellas saben que eso se merece una canción.
Cuando se fusionan en Ella todo cambia: “Nos apoyamos para ser graciosas. Somos un solo personaje que se complementa muy bien. Jugamos con las interrupciones, con acabar la frase de la otra. Vamos, con sorprender al público”, cuenta Valls.
Dar la lata
Laura ensaya unos acordes de una nueva canción ante la atenta mirada de Ale. La perra las observa a ambas. La gata acostada panza arriba en el sofá se limita a entreabrir sus ojo. Posos de horchata sobre la mesa.
Castellano y Valls compaginan su labor de cantautoras en otros proyectos como Mujeres y Música, un espacio donde estudian y reivindican junto a otras compañeras la presencia de las mujeres en el actual panorama musical. “La situación es chunga por muchas razones. Lo que está cambiando a día de hoy es a nivel de conciencia, pero casi nada tangible”, explica Castellano. Ella es clara: “Estamos un poco cansada de asumir el trato que se nos da como mujeres. Hasta ahora nos lo hemos tragando y la gente ha comenzado a decir: ‘¡Hasta aquí’”.
Valls, por su parte, cuestiona los titulares vacíos de los medios tipo ‘Las mujeres hacen música’ porque “luego miras a detalle y ves que queda mucho por hacer”. Lamenta que programadores del sector no hacen bien su trabajo, infravalorando el trabajo de artistas sobre escenario y criticando aspectos como el físico o la forma de cantar.
Entonces, ¿por dónde empezar? ¿Qué hace falta para que haya más músicas profesionales que ocupen puestos relevantes en la industria? La receta ahora mismo parece bien sencilla: “Dar la lata como hasta ahora. Es importante esta fase de hacer ver algunas cosas. Tú antes ibas a un festival donde había un 5% de mujeres en cartel y no te lo planteabas”, cuenta Castellano, “ahora ya es inevitable, estés o no en el activismo”.
La lata de ellas debe culminar en acciones más concretas a nivel institucional. “Los ayuntamientos tienen que pringar ya para cumplir la ley de igualdad” y, por otro lado, “a nivel educativo también tiene que cambiar mucho: no puedes dejar que te condicionen con los instrumentos, son cosas que tienen mucho que ver con el imaginario colectivo existente”, cuestiona la cantautora. Por ello, se buscan más y más referentes para las que vendrán. “Necesitamos gente que ayude a empujar a las jóvenes para que les pique el gusanillo”, añade Valls. Una educación basada en la autoconfianza para dejar atrás ciertos roles sociales del pasado.
La pescadilla que se muerde la cola
El puzle de este nuevo panorama se completa con responsabilidad, educación, concienciación y visibilización, entre otras. “Es una pescadilla que se muerde la cola y el esfuerzo se tiene que hacer por todos los frentes a través de la administraciones públicas; una respuesta educativa donde padres y madres enseñen a sus hijos; programadores que se pongan a trabajar desde ya, porque tienen un sesgo brutal”, enumera Castellano.
No puedes hacer un cartel sin mujeres, estas ignorando a más de la mitad de la población. Esto es importante: “Hay gente que todavía piensa que es meritocracia y tú te preguntas si te lo dice en serio porque es mentira, ¡son excusas!”. Ale y Laura insisten en la idea de acabar con mantras y tópicos más habituales como el ‘esto es normal’, ‘eres una exagerada’ o el ‘es que hay menos mujeres’. Porque hay algo que tienen claro e inciden continuamente: “no estamos solas”. “Hablar con otras sirve para eso, la importancia de los colectivos entre nosotras es increíble”, cuenta Valls, porque “somos como un lobby”, añade Ale.
La música se coloca entonces como un sistema, una herramienta capaz de reflejar las desigualdades existentes en un doble sentido: por un lado, “lo que suena en las radios mayoritarias es un reflejo de la situación actual. Igual que la publicidad en televisión, la música mainstream intenta agradar a un público mayoritario”. Entonces, cuando seguimos viendo en la radio la reproducción de un modelo machista hay que pensar “no es un cantante, es el modelo al completo”, explica Castellano. Ahí es donde entra el otro sentido: la necesidad ofrecerle a la gente contenidos alternativos a los machistas que poco a poco vayan calando. Para ello, la actitud de las mujeres a pesar de la dictadura del amor romántico “cada vez se aleja más del ‘cómo me duele tu ausencia’”, incide Valls. Es así como cada vez se entiende mejor lo que es una mujer empoderada. Porque ellas ya no son un ente pasivo.
María Sarmiento es un relato sobre la lucha feminista, el empoderamiento y la sororidad en la música. Una historia inacabada que como muchas otras irán escribiendo de forma conjunta periodistas, colectivos, políticos, varios productores, algún que otro programador y el bendito público. Mientras tanto, Ale y Laura seguirán luchando para narrarla sobre los escenarios. Palabra de la Sarmiento.