Al otro lado del mar

Al otro lado del mar

Al otro lado del mar, hay mujeres a las que juzgamos sin saber nada de ellas, sólo por esconder sus melenas y rezarle cinco veces al día a un tal Alá. No las conocemos pero ellas tienen mucho que decir. Sueñan, sobreviven y luchan. Igual que nosotras.

20/02/2019

Andrea López-Tomàs

En la imagen se ve el mar desde una montaña rocosa marrón al atardecer.

El Mar Rojo, al atardecer, desde Jordania. / Imagen cedida por la autora.

Somos diversas, y cada una de nosotras es una lucha. En este lado del mar, batallamos porque nuestros cuerpos sean, eso, nuestros, para conquistar presidencias, para salir de casa sin miedo. Al otro lado del mar, primero quieren salir de casa. No las oprimen los largos vestidos que disimulan su anatomía ni el hiyab que enmarca su rostro (porque se llama hiyab, no es un pañuelo). Las oprime el sistema, como a nosotras. Pero el suyo, eso sí, no es como el nuestro. Por eso, nosotras no las vamos a salvar. Ni mucho menos adoctrinar. Nosotras, yo, vamos a escucharlas, a respetarlas y a no juzgarlas. Pocos espacios hay en este lado del mar para contaros sobre ellas desde ojos amigos, así que utilizo estas líneas para presentaroslas.

Bayan es profesora, enseña árabe a extranjeros pero sueña con dedicar sus horas a las más pequeñas. A su rostro le dibujaron una sonrisa cuando nació y, a sus veinticuatro veranos, ahí sigue. Toda su vida ha vivido en un campo de refugiados y te habla de su tierra con la pasión de las causas que vencen.

Isra habla coreano y viajó a Corea ella sola. ¡La primera mujer de su familia en salir del país sin nadie (un hombre) a su vera! Al otro lado del mar, no hay muchas pioneras. Algún día liderará las relaciones internacionales de su reino. Nos intercambiamos libros y, cuando me fuí, me regaló un atrapasueños.

Sima tiene un coche que es su mayor tesoro porque es el carruaje de cualquiera de sus amigas. La música al nivel de oídos árabes, siete traseros apretujados en un cinco plazas y la riqueza de la lengua entre carcajadas. Más pronto que tarde, su corazón saldrá de su pecho en forma de orfanato.

Nour. Zooz. Ahlam. Dima. Walaa. Tuca. Sus madres, sus hermanas, sus amigas, sus primas, sus compañeras de clase. Os podría hablar de todas pero necesitaría un libro entero. Son tú, son yo, son tus madres, tus hermanas, tus primas. A este lado del mar, nadie las ha visto jamás pero todos parecen conocerlas porque esconden sus melenas, y le hablan a un tal Alá cinco veces durante su día.

Yo crucé el Mediterráneo para mirarlas a los ojos, más allá de su fe. Y ellas son toda la mía. No se si algún día me presentarán a Alá, pero, por ahora, a este lado del mar, ellas son mi Diosa.

 

 

 

 

 

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