Mujeres creadoras, somos todas
Marta Martínez
Atreverse, ¿qué es eso? Muchas vivimos con una incertidumbre que aprisiona nuestra cabeza a diario. La duda se hace dueña de nuestras acciones y en muchas ocasiones nos quedamos quietas, paralizadas ante nuestros deseos.
El poder de crear, inmerso en cada una de nosotras, se desvanece conforme […]
Marta Martínez
Atreverse, ¿qué es eso? Muchas vivimos con una incertidumbre que aprisiona nuestra cabeza a diario. La duda se hace dueña de nuestras acciones y en muchas ocasiones nos quedamos quietas, paralizadas ante nuestros deseos.
El poder de crear, inmerso en cada una de nosotras, se desvanece conforme más nos convencemos de que eso, no nos pertenece. Porque fabricar creatividad implica exponerse al público, a la crítica y al halago. Exponerse como artista, siendo mujer supone que el contexto puede juzgarte con un doble e incluso cuádruple mirar. Entonces, ¿Qué significa ser una mujer creadora? ¿Somos las que queremos ser? ¿Todas tenemos la posibilidad de atrevernos a mostrar nuestras potencialidades hacia el exterior? No estaría tan segura.
Muchas hemos soñado alguna vez con ser aquella persona que tanto admiramos, con hacer esos cuadros tan hermosos, con relatar historias con tanta precisión. Otras nos hemos ilusionado alguna vez con ser grandes bailarinas, actrices o incluso cantantes. Algunas hemos querido dedicarnos a la dramaturgia, al cine o a la fotografía. Cuántos sueños entre barrotes. Con mucha suerte, esto al menos se convirtió en ocio amable, compartido con amigos y familiares; pero en otras ocasiones, desapareció.
No es momento para triunfar y menos en estos tiempos de crisis. Y menos, siendo mujer. Y menos, siendo mujer racializada, pobre, con diversidad funcional o perteneciente al colectivo trans o LGTBI. Entonces, rápidamente, estas fantasías se quedan guardadas en una caja de acero inoxidable. Además, ¿de cuántas mujeres artistas hemos escuchado en nuestra vida académica? ¿por qué todos los grandes creadores, son hombres? No podemos sentirnos seguras de una decisión como es hacer arte y compartirlo si sabemos que los que se tienen que dedicar a ello, tal como nos lo han enseñado, son los varones y no nosotras. Parece que la escena no está hecha para que salgamos a actuar. Sino para que nos quedemos mirando el espectáculo mientras por dentro nos retorcemos de la mano de nuestros deseos frustrados.
No necesitamos ser espectaculares para empezar a producir la fuerza interior que nos abarca. La educación nos inculca auto-exigencia y cuidado de nuestro aspecto físico e interno constantemente. Tenemos que mantenernos intactas en el sentido amplio de la palabra. Revisar siempre lo que decimos, lo que escribimos, lo que dibujamos,lo que cantamos o recitamos. Ser cautelosas con lo que proyectamos hacia la esfera pública es una de las normas sociales que hemos interiorizado hasta quedarnos mudas. Es importante, que al hablar y compartir hacia fuera, sepamos lo que decimos, le demos la vuelta millones de veces y lo convirtamos en algo perfecto. Sino, es mejor callarse. Que hablen los hombres, nos han enseñado. La vergüenza nos constituye, nos hace cómplices de nuestros miedos. Que no son solo nuestros, sino que vienen producidos en gran medida por un sistema y educación machista, donde la mujer tiene una posición subordinada y escondida.
Yo, “no soy buena haciendo esto” es una frase que abarca nuestra monotonía. Primero, ¿qué quiere decir ser buena? ¿con qué tipo de persona te comparas para decir si eres buena o no lo eres? y segundo, ¿necesitas ser “buena” en algo para poder compartirlo?. Todas, podemos crear, podemos dedicarnos al arte de la palabra y el cuerpo. Porque cada una tiene una historia, unos cimientos sobre los que se ha ido construyendo y generando su persona. Y esas experiencias son las que nos hacen diferentes y nos atraviesan en diversas formas, tamaños y colores. Por eso, tenemos derecho a entre-mezclarnos a gritar, hablar o callar. Pero principalmente tenemos derecho a tomar la decisión que realmente queremos, la que nos nace de dentro. Es momento de reflexionar si estamos llevando a cabo nuestros deseos de realizar lo que nos mueve o estamos dejándonos llevar por estereotipos opresores, siendo silenciadas y calladas, sin descubrir que podemos ser esas grandes mujeres, ahora invisibles, que tanto admiramos. Podemos ser ellas, somos todas ellas.
Animémonos a sacar ese impulso creador que muchas hemos reprimido o no hemos dedicado suficiente tiempo. Podemos hacer ver al mundo que nosotras, estamos seguras y más allá del bien o el mal, difundimos nuestra voz y sembramos el arte. Necesitamos apoyarnos, animarnos a atrevernos y sobre todo, apreciarnos entre nosotras en cada iniciativa de creación. Simplemente, por llevar a cabo el impulso seamos nuestras máximas referentes.
Con esta reflexión, adjunto un POEMA que escribí sobre el tema. Así, es como nos quieren pero nosotras nos revelamos:
QUIETA
Quieta, te falta impulso
no tienes suficiente
para empezar
sigue pensando
hasta que
resuene en ti
un nuevo mundo
Quieta, no te remuevas
no es hora todavía
de despertar
sigue soñando
todavía es tiempo
de dormir entre
expectativas
Quieta, no es tu momento
no te han avisado
para que vuelvas a nacer
sigue
en silencio, sola contigo
no te atrevas
todavía
a compartir.
Aunque te animes
aunque te grites
aunque te enciendas
Quédate quieta
oscura y serena
no queremos mujeres
que se desvelan.