Venezuela necesita cocinar soluciones a fuego lento

Venezuela necesita cocinar soluciones a fuego lento

La autora sienta las bases para un debate sereno sobre la situación venezolana y para la búsqueda de soluciones pacíficas, democráticas y que tengan en cuenta el principio de la autodeterminación de los pueblos.

06/03/2019

Una mujer porta banderas de Venezuela. / Foto: Eneas De Troya. Flickr.

Venezuela está atravesando una crisis política, social y económica compleja. El pasado 23 de enero de 2019, Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, declaró que asumía las competencias del Poder Ejecutivo para actuar como presidente interino de la República y así liderar un proceso de transición hacia unas nuevas elecciones presidenciales.

Este hecho desencadena una escalada de la confrontación política interna y externa del país, pero no debe obligarnos a plantear las cosas en términos de blanco y negro: o apoyo férreo a Nicolás Maduro o respaldo a las medidas intervencionistas del Gobierno de Estados Unidos. En una sociedad tan polarizada como la venezolana, los matices importan, y ninguna de las dos narrativas abarca lo que realmente está ocurriendo. Tenemos que hablar principalmente del alto impacto de la crisis en la cotidianidad, incluido el flujo migratorio forzado, y en visibilizar las afectaciones que la crisis está teniendo sobre las mujeres, como principales gestoras de la vida.

También denunciar el carácter autoritario del Gobierno de Maduro, la burocracia, corrupción y negligencia en la gestión estatal, la represión y uso excesivo de las fuerzas de seguridad del Estado frente a las protestas sociales (en enero 2019, se registraron 40 muertes y más de 800 detenciones); la ausencia de servicios públicos básicos, accesibles y de calidad; y las consecuencias de la hiperinflación. Igualmente, cuestionar un modelo económico insostenible basado en el neoextractivismo, que además del petróleo incluye la explotación de recursos minerales en el Arco Minero del Orinoco en plena Amazonía.

A esto debemos sumar las sanciones internacionales, que afectan no solo a altos cargos del Gobierno venezolano por violación de los derechos humanos, sino también a la capacidad de financiamiento del propio país. Desde 2017, Estados Unidos prohíbe todas las transacciones económicas con los organismos públicos venezolanos, incluida la empresa petrolera estatal PDVSA, y desde entonces no ha dejado de añadir nuevas sanciones que buscan limitar la capacidad de Venezuela para mantener su economía.

Un país que depende de las importaciones para atender sus necesidades básicas, este tipo de medidas coercitivas no solo generan un daño a la economía nacional, sino que también ponen en riesgo los derechos humanos, tal como lo afirmó a finales de enero la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas.

Si bien tenemos que hacer un proceso profundo de reflexión de cómo hemos llegado hasta aquí, ahora mismo toca buscar soluciones democráticas y pacíficas que pasen por el principio de autodeterminación de los pueblos, a la luz de la Constitución y el Derecho Internacional; sin la agresiva presión de la comunidad internacional hegemónica.

Por supuesto que las dimensiones de los problemas en Venezuela abarcan consecuencias humanitarias, sobre todo en el ámbito de la alimentación y la salud. Sin embargo, estamos presenciando la instrumentalización de la ayuda humanitaria para fines políticos y el desconocimiento de los criterios de imparcialidad, neutralidad e independencia de la actuación humanitaria. El plan presentado por Guaidó para la entrada de ayuda humanitaria está condicionado a que de manera implícita el Ejército reconozca su autoridad como legítimo presidente. Hoy, la frontera con Colombia está siendo un campo de “batalla política” para intentar romper la relación que existe entre las fuerzas militares y el Gobierno de Maduro.

Recrudecer una crisis económica y humanitaria -como un órdago- no es la base de una solución pacífica a los conflictos. En definitiva, hacen falta muchos ingredientes para acertar con la “receta” de la solución venezolana y por ello no podemos tener un relato único y simplificado de la realidad.

 


Este artículo ha sido publicado originalmente en euskera en Begitu.

Si te ha gustado este artículo puedes leer también: ‘Venezuela en la mira’.

 

 

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