Cuando ‘El cuento de la criada’ le lava la cara a la Iglesia

Cuando ‘El cuento de la criada’ le lava la cara a la Iglesia

En el capítulo 3x04 parece que nos quieren contar que el problema de Gilead es simplemente que algunos hombres fanáticos interpretaron incorrectamente los dogmas de la biblia y la Iglesia, y se montaron un chiringuito extremo que no tiene absolutamente nada que ver con la institución de la Iglesia y sus actos.

 

Fotograma de la primera temporada de 'El Cuento de la criada' (Hulu)

Fotograma de la primera temporada de ‘El Cuento de la criada’ (Hulu)

¡Alerta! Este artículo destripa el capítulo 3×04 de El cuento de la criada.

La tercera temporada de El cuento de la criada me estaba fascinando. Hasta que he visto el capítulo cuatro. El éxtasis del final del capítulo tres, en el que sentí que las mujeres podrán tumbar Gilead, y que por tanto las mujeres podremos tumbar el patriarcado, duró hasta el final del capítulo cuatro.

June arriesga su vida para salvar a su hija Nichole y que pueda crecer libre en Canadá. Y su marido, al que entregan la niña, ¿qué es lo primero que hace? La bautiza. Seriously? Suficientes criadas han escapado ya como para que este señor sepa qué les hacen a las mujeres en Gilead y bajo qué preceptos, pero parece que él no ve la relación entre lo que sucede allí y lo que significa bautizar a una niña. Es más, parece que les guionistes no quieren que hagamos nosotras esa relación. O que la deshagamos las que ya la habíamos hecho.

Parece que nos quieren contar que el problema de Gilead es simplemente que algunos hombres fanáticos interpretaron incorrectamente los dogmas de la biblia y la Iglesia, y se montaron un chiringuito extremo que no tiene absolutamente nada que ver con la institución de la Iglesia y sus actos. Es como si los hombres de Gilead hubiesen llegado en una nave espacial. Como si las distopías no se escribiesen para hablar de realidades. Como si no nos cagásemos todas de miedo cuando vemos la serie.

Pues no, parece que los hombres de Gilead son tan perversos que se han inventado ese país de la nada. ¿De dónde habrá salido tanto fanatismo? Porque a la Iglesia jamás se le ha ocurrido obligar las mujeres a tener hijes aunque no quieran, ni imponer el matrimonio hombre-mujer como el único válido, ni construir un sistema de explotación alrededor de la familia heteronormativa patriarcal, expulsando a cualquiera que no se adapte a este modelo. Nunca.

Entiendo que hay diferentes maneras de entender y practicar las religiones, algunas incluso muy subversivas, y que no todas favorecen el heteropatriarcado. También sé que la interpretación machista y misógina que se ha hecho de algunos textos sagrados a veces no tiene que ver con la religión en sí y más con otros aspectos de la cultura patriarcal. Sin embargo, bautizar a una niña en una iglesia a manos de un cura no es solo un acto religioso, es integrarla en una institución que tiene como base la discriminación de las mujeres y que es (al menos en parte) responsable de la violencia que sufren. Y sí, esta institución tiene mucho que ver con Gilead.

Sin embargo, en el capítulo 4 nos dan a entender que, a pesar de todo esto, es bueno bautizar a una niña. Es diferente en un “mundo libre”, claro. Somos tan felices que mejor no tentar al destino, mejor darle esa ¿protección? Total, es algo bonito, si hasta se presta a ser la madrina nuestra amiga lesbiana, participando emocionada de una Iglesia que niega su identidad. Y de paso le llevamos la contraria a la feminista radical de tu madre, que además de no gustarle los curas, nos quiere imponer su criterio y llevarnos a comer a un restaurante vegano. Ay, cómo son las feministas radicales.

Este intento de mostrarnos la Iglesia como un ente bondadoso, banalizando su poder y su impacto en la sociedad y desvinculándola de lo que sucede en Gilead, me ha recordado mucho al fenómeno del pinkwashing*, que con un poco de publicidad azucarada pretende hacernos olvidar quiénes son los responsables de la discriminación contra las personas LGTBIQ.

Sólo me queda una esperanza. June bautizó a Hannah antes de ser capturada, quizás ahora no la habría bautizado ni de coña. Ojalá que después de cargarse a todos los hombres de Gilead, plante al tío ese que tiene como marido y nos ayude a tumbar el patriarcado, Iglesia incluida.


* Lavado rosa, estrategia de marketing de gobiernos o empresas que consiste en instrumentalizar el Orgullo LGTIQ y sus símbolos al tiempo que practican políticas represivas o neoliberales.


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