“La gitanidad es una de las pocas alternativas que quedan a la sociedad mayoritaria”
Activista y trabajadora en su hogar, nuestra colaboradora Silvia Agüero Fernández gestiona el blog Pretendemos gitanizar el mundo, junto con Nicolas Jiménez, y la Revolución de las Rosas Romaní, un movimiento contra la violencia etno-obstétrica. La conocemos más en esta entrevista de Danele Sarriugarte para la revista Argia.
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Silvia Agüero Fernández visitó Donostia de la mano de la asociación AGIFUGI (Asociación Gitana por el Futuro de Gipuzkoa). La asociación nos prestó amablemente su sede para que hiciéramos esta entrevista, y así tuve la oportunidad de charlar cálidamente con ella durante alrededor de una hora. Después, por la tarde, Agüero dio una charla sobre el sistema payo patriarcal en el centro cultural Koldo Mitxelena, y habló sobre antigitanismo tal y como lo había hecho previamente durante la entrevista: proporcionando datos y ejemplos, con paciencia y también humor.
Sin embargo, llegó la ronda de las preguntas, y con ella los estereotipos. Agüero nos había hablado de antigitanismo patriarcal: pues bueno, para muestra un botón. Dos hombre payos, sin ni siquiera dar las gracias a la ponente y de manera bastante hostil, preguntaron a Agüero si 1) a día de hoy, siglo XXI, año 2018, en las bodas gitanas todavía se les hace la prueba de la virginidad a las novias y 2) si hay alguna tradición por la cual las chicas gitanas se quedan embarazadas al año de empezar con sus parejas. He de decir que Agüero respondió a ambas personas con mucho arte: con rigor y respeto.
Pero, más allá de todo eso, esta periodista querría recalcar algo que nos dijo Agüero hacia el final de la charla: que el antigitanismo, al igual que el machismo, tiene cura. Hace falta limpiar la mirada, revisarse y cambiar lo que haga falta dentro de nosotras mismas, para que podamos observar a quien tenemos en frente sin la bruma de los prejuicios. Nos queda mucho trabajo por hacer.
Te defines como gitana, mestiza y feminista. Me gustaría preguntarte cómo llegas a la reivindicación de estas tres identidades.
Es una identidad toda ella junta. Muchas veces me preguntan si sufro más por ser gitana o por ser mujer. Pues mira, no puedo separarlo, no me puedo partir. Reivindico que soy gitana porque soy gitana, y digo que soy mestiza para quitarnos ese tema de Hitler y la purificación de la raza. Realmente, soy mestiza, pero ¿cuánta sangre gitana tengo? Pues no lo sé. El otro día me hicieron una transfusión de sangre, y no sé si era sangre donada por gitanas o por payas, entonces…
Muestras lo ridículo que puede llegar a ser.
Es ridículo totalmente. Fíjate que Hitler, hasta un dieciseisavo, es decir, si tu bisabuela era gitana, te enviaba a las cámaras de gas. Daba igual que te hubieran criado payos: bisabuela gitana, a la cámara de gas.
¿Y feminista?
Y feminista, ¡pues claro! Además feminista gitana y mestiza. Vivimos en una sociedad en la que tenemos que luchar contra el patriarcado y contra el antigitanismo que es su hermano. Son hermanos, no nos olvidemos. No podemos luchar por separado, necesitamos las alianzas, porque son dos entes machos, son hermanos y se reproducen. No vamos a acabar con el patriarcado si solo matamos al patriarcado.
En tu biografía también dices: “En el gueto descubrí mi gitanidad, fuera de él he descubierto el acoso antigitano”.
Sí, me hizo un clac. Yo creo que a todas nos pasa, con el feminismo también: de repente un día te hace un clac, y te das cuenta que esto va más allá que esto que me ha pasado, esto tiene unas raíces tremendas. Yo me he criado toda mi vida con payos, y luego viví en el gueto durante cinco años, y de repente en el gueto descubrí mi gitanidad, descubrí realmente qué es la estructura social gitana, cómo nos organizamos, cómo educamos a los niños, toda esa gitanidad buena que hay.
¿Y después?
Después salí del gueto gracias a una mano amiga, por eso y también porque quise salir, pero es imposible salir de allí a no ser que alguien te ayude. Y fuera de allí he descubierto lo que realmente significaba estar en el gueto y lo que yo sufría estando en el gueto. Es como cuando sufres maltrato machista, sea del tipo que sea, y cuando sales de ahí es cuando te das cuenta realmente de todo lo que has sufrido.
Has mencionado que encontraste “toda esa gitanidad buena”. ¿Cuál es?
En realidad, no hay parte buena y parte mala; hay imaginario payo y realidad gitana, en eso se distingue. El imaginario payo es la gitana sumisa, el gitano machista; que somos sucios, que a los niños no les quitamos los mocos, yo qué sé, esas tonterías. Y la realidad gitana es que nos relegan a los guetos porque están creados institucionalmente, que esto viene desde 1499 y de la primera Pragmática Antigitana.
Hace poco has publicado un artículo sobre el gueto. Dice así:
¿Qué es el antigitanismo?
El antigitanismo es un tipo de racismo, basado en la ideología de la superioridad de la raza paya. Basada en la imposición de los modelos organizativos payos, políticos, culturales, es estructural, se da en todas las estructuras de la sociedad. El otro día me machacaron mucho porque dije que sufre el mismo antigitanismo un gitano rico que una gitana pobre, pero es así. Luego ya vamos a interseccionar opresiones de patriarcado, aporofobia y tal, pero el antigitanismo es estructural, es instigado y permitido por el sistema payo, capitalista y patriarcal, y afecta al gitano rico también.
Me gustaría detenerme en una de esas intersecciones: mujer gitana. ¿Sufrís un antigitanismo específico?
Sí, se llama antigitanismo patriarcal. Muchas veces se habla de gitanofobia de género, pero a mí no me gusta el término, porque la gitanofobia es el asco y odio a los gitanos, sin poder para impartir o aplicar leyes, pero el antigitanismo es un sistema, como el patriarcado. Entonces, el antigitanismo patriarcal afecta a las mujeres de especial manera. Por ejemplo, el Ministerio de Educación nos dice que las madres gitanas somos las responsables de que nuestros niños y niñas gitanas sufran fracaso escolar. El ministro se debería sentar y plantearse que es su responsabilidad, la responsabilidad de los y las profesores racistas, y del sistema antigitano en general. Según los datos del Ministerio de Educación, el 67% de las niños y niñas gitanas sufren fracaso escolar. Si fuera el 67% de todos los niños y niñas, el ministro organizaría reuniones, y toda la comunidad escolar se plantearía en qué está fallando y cómo pueden solucionarlos. Pero como se trata de niños y niñas gitanas, nos culpan a las madres.
También os discriminan en los centros de salud, ¿verdad?
Sí, la institución médica racista nos intenta esterilizar, convenciéndonos, ofreciéndonos hormonas para no quedarnos embarazadas, porque claro, dónde vamos con tres hijos. Pues mira, es mi problema tener tres hijos, es que ellos no me los van a criar, los voy a criar yo, o nosotras. Y no es solamente la institución médica, sino los servicios sociales, la policía y los servicios judiciales, porque claro, si vas a los servicios sociales a pedir la ayuda que te corresponde por vivir en equis ciudad, te van a decir que cuántos hijos tienes y por qué tienes tantos hijos y si tienes tantos hijos como los crías. Pero una mujer paya con diez hijos es del Opus Dei y no pasa nada. Y una mujer paya con cuatro hijos y llevando un método alternativo, haciendo home schooling, y crianza con apego alternativa, es superguachi.
Has publicado un artículo titulado Antigitanismo.es junto con Nicolás Jiménez. En el artículo mencionáis diversas formas en las que se materializa el antigitanismo en el estado español, y me ha llamado la atención que muchas tienen forma de ley, por ejemplo la falta de reconocimiento del pueblo gitano.
O de la bandera. ¿Qué pasa si quemas una bandera española? Vas a la cárcel, eres un etarra. Pero no pasa nada si quemas una bandera gitana, puedes hacerlo por las redes, puede viralizarse y no pasa nada. Eso es una falta de reconocimiento brutal, y está en todas partes, no solo en España, aquí tampoco se reconoce. Y creo que aquí [se refiere a Euskal Herria] o en Cataluña… Bueno, yo no tengo por qué ir a deciros cómo tenéis que hacer las cosas, pero sí que si queremos ser diferentes, hay que hacer las cosas diferente.
Quizá aquí deberíamos tener más sensibilidad, ¿no?
Totalmente, por idioma, la identidad. Si yo viviera aquí, me metería a militar en EH Bildu, por reconocimiento de los pueblos. Creo que aquí tenemos muchas aliadas y aliados y aliades.
El antigitanismo en el Estado español no surgió ayer. Tomo otro pasaje de vuestro artículo: “En 1749 hubo un intento de exterminio, un genocidio que diríamos en términos actuales: todas las gitanas y todos los gitanos, de todas las edades, fueron apresados. Los hombres fueron enviados a los arsenales de marina y las mujeres a las casas de misericordia. Todas y todos condenados de por vida a trabajos forzados”. Pero seguís resistiendo. ¿Cuáles han sido vuestras estrategias?
Sí que te voy a hablar de eso, pero antes quiero contarte otra cosa. En 1749 hubo la Gran Redada en España, y aquí en Euskal Herria llegó un poco más tarde. Pero cuando llegó la carta, dijeron, para qué vamos a hacer la gran redada, si aquí ya hemos echado a todos los gitanos, aquí ya no hay gitanos. Hubo una limpieza étnica brutal aquí en Euskal Herria, mucho más dura que en otros sitios.
Dicho esto, durante la redada los gitanos se resistieron; y las mujeres llevaron a cabo una resistencia brutal. Claro, solo conocemos lo que se ha documentado. Y quién tiene tiempo y dinero para ir a todos los archivos de todos los sitios, pues dos payos, y uno de ellos, Manuel Martínez que es muy aliado, me pasa todo lo que quiero antes de las charlas; es un jambico bueno, que nosotras le llamaríamos. A las gitanas que detuvieron en la redada las repartieron en tres casas de misericordia: en Zaragoza, Cataluña y Denia. Y las mujeres gitanas de Zaragoza, que es lo que está mejor documentado, hicieron una resistencia brutal. Las querían obligar a ir a misa y a hacer trabajos forzados, que eran trabajos de cuidado de enfermos, de limpieza, y para no hacerlo se desnudaron, e hicieron la ropa jirones. También inundaron pozos. Tenemos unas estrategias de supervivencia que vienen muy bien al feminismo, o sea que, ¡ya sabéis!
Escribes en Pikara Magazine y Eldiario.es, visibilizando tu experiencia como mujer gitana y denunciando el racismo antigitano. ¿Cuál ha sido la acogida por parte del público?
La gente lo acoge bien. Sé que últimamente soy muy dura y doy mucha caña, pero es porque soy muy visceral e impulsiva. En el momento en que algo me duele, escribo, y no puedo escribir sin sentirlo. No soy periodista, escribo artículos de opinión, y sé que igual tendría que rebajar el tono, porque sí pienso que podemos ser aliadas, y sí pienso que tenemos que ser aliadas. Pero es que son siempre las mismas cuestiones, los mismos achaques, y me aburre. El principal ataque es: no os integráis. Y yo tengo ganas de deciros: gracias, es un halago. Somos una alternativa, quizá una de las pocas alternativas que quedan a la sociedad mayoritaria, y quiero que la izquierda, el feminismo, nos vean como aliados, y también el independentismo, que es otra lucha muy importante; yo soy nacionalista gitana. Creo que hay mucho que aprender ahí, que podemos ser aliados y luchar contra este sistema que nos oprime.
Para terminar, ¿hay alguna cosa que te gustaría que te preguntaran?
Me gustaría hacer una entrevista a una paya y yo preguntarle, ¿por qué el sistema payo me oprime?, ¿por qué el sistema payo es así?, ¿no crees que deberíamos hacer una alternativa? Me encantaría.