Elecciones el 12J: entre tu bebé o tu mesa electoral
¿Para cuándo dar importancia central a la vida, a la crianza, a los cuidados y a las personas? ¿Lo fingimos en la campaña electoral dentro de cuatro años de nuevo? ¿O admitimos sin tapujos que nos la suda absolutamente todo?
He contado del orden de 498520 veces que casi todas mis amigas son madres. Muchas de ellas lactivistas a demanda. La mayoría practican crianza natural, por lo que llevan a sus criaturas consigo, atadas con un fular, durante las horas del día que el capitalismo se lo permite. Hoy quiero hablar de una de las situaciones más ridículas de la capa terrestre.
Muchas madres tuvieron que asistir a sus respectivos colegios electorales el pasado 12 de julio, a pasar el día sentadas en sillas, con su correspondiente mascarilla, de ocho a ocho, mientras la mitad de la población con derecho a voto participaba con bastante poco entusiasmo en la fiesta de la democracia. Recordemos, por si a alguien se le ha escapado, que las elecciones las ha ganado una vez más la abstención. Ojalá quienes tratan de gobernarnos admitieran el peso real que tiene que la mitad de las personas que pueden ejercer su derecho a voto no lo hagan, por la razón que sea. Ojalá todas las personas que no votaron practicaran la abstención activa, se sindicaran en CNT para luchar por sus derechos laborales y hacer política con acción directa y apoyo mutuo. Pero claro, este es otro tema.
Mi amiga Teresa tiene una hija de nueve meses que se alimenta casi exclusivamente de leche materna. Cuando nos dijo que le había tocado mesa, le dijimos que escribiera ipso facto a quien correspondiera, para que se lo cambiaran, porque Uma, su hija, nos parecía suficiente razón de peso para que le permitieran quedarse cuidando de ella. Bien, queridas lectoras, ¿qué creéis que pasó? ¿Que las instituciones atendieron a razones y le dieron una solución lógica? ¡Jamás! Yo no sé quién demonios son “las instituciones”, espero que robots programados para responder mensajes de forma aséptica y fría, porque lo de la banalidad del mal se queda corto si hubiera personas al otro lado del ordenador ignorando sin empatía las necesidades de bebés. (Que por otro lado, me vienen a la mente todos lxs menores que están abandonados a su suerte por nuestra culpa, en centros de internamiento/campamentos de refugiadxs, sin que movamos un dedo por ellxs, y me ahoga este recurrente sentimiento de culpa por la doble moral de mierda que manejamos, en fin).
Bien. ¿Cuál fue la respuesta de las instituciones a la petición razonable de mi amiga Teresa?: “Ui qué pena, si tu bebé tuviera ocho meses podrías haber optado a cuidarla, pero con nueve meses ya no”. Teresa insistió diciendo que tenía la jornada reducida en su puesto de trabajo, precisamente para cuidar de su hija, y que estaba cobrando un tercio menos del sueldo, porque, al ser su marido autónomo y trabajar por cuenta propia con horarios intempestivos, alguien tenía que atender las necesidades de Uma. ¿Qué respondieron las instituciones? “Ups, se siente, las reglas son las que son, hay que poner el límite de meses en algún sitio”. Y allí que fue Teresa el 12 de julio a las ocho de la mañana, a cagarse en esta democracia que le obliga a separarse de su bebé lactante.
No creo que haga falta decir nada más. ¿Para cuándo dar importancia CENTRAL a la vida, a la crianza, a los cuidados y a las personas? ¿Lo fingimos en la campaña electoral dentro de cuatro años de nuevo? ¿O admitimos sin tapujos que nos la suda absolutamente todo? Mientras tanto, siempre nos queda el grupo PETRA maternidades feministas. ¡¡Si no lo conoces, búscalo y únete!! Es imprescindible dar voz a las reivindicaciones de esta asociación, que deja en evidencia la falta de valor que las instituciones dan al maternaje y a la infancia. Por que NO, NO Y NO: el día de las elecciones el 12 de julio no puede haber sido el día de elección entre haber cuidado de tu bebé o de tu mesa electoral.
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