‘Under the skin’, la venganza del macho contra la vagina dentata

‘Under the skin’, la venganza del macho contra la vagina dentata

Contiene algunos spoilers. Adornadas con una sexualidad predatoria, las protagonistas de mitos de mujeres terroríficas han sido creadas por varones. El plan era vencerlas en lo simbólico y someter la sexualidad de todas en la realidad. Vamos a sumergirnos bajo la piel de un filme que hoy se considera de culto, una obra maestra del cine experimental y fantástico. Pero de la que no se ha hablado nada o casi nada desde una perspectiva feminista. Tiene ‘mujer mala’ y hay tela que cortar.

21/10/2020

Cartel de la película Under the skin, con el rostro de la protagonista, Scarlett Johansson, flotando entre estrellas en el espacio.

Under the skin es una adaptación cinematográfica de la novela homónima de Michel Faber realizada por Walter Campbell  y  Jonathan Glazer, este último, coguionista y director. No hemos podido resistir la tentación de criticar las fantasías de tanto varón organizado que crea arte con los cuerpos y sexualidades de las mujeres. Así que haremos alusión a mitos y tradiciones orales sangrientas con las que hallamos similitudes. Como la vagina dentata o Caperucita Roja, fiel heredera esta última del mito de Perséfone (entre otros) y de sacrificios griegos y romanos en nombre de Zeus. Esperamos no haberos asustado. Scarlett Johansson personifica la amenaza del metraje, su fisonomía se hace objeto de fascinación y casi obsesión para la cámara. A pesar de ello, la actriz logra trascender este condicionamiento para regalarnos un ser profundamente curioso, permeable y explorador que se busca y que se pierde a partes iguales.

Sinopsis violeta

Un equipo de extraterrestres caza en la Tierra machos humanos heterosexuales. Utiliza la materia orgánica de sus cuerpos con una finalidad desconocida, quizás para extraer combustible, alimento o pieles. El señuelo es sexual, discreto, los atrae sin violencia. Se trata de la apariencia de una hembra humana encarnada en la normatividad estética de la mujer europea occidental del siglo XXI. La protagonista realiza un recorrido en furgoneta por las calles de las Tierras Altas de Escocia seleccionando a sus presas. Estas se prestan a seguirla sin dilación, impulsados por sus propios instintos sexuales. El resto de los componentes del equipo se ocupa de borrar las pruebas para no llamar la atención, además de otras labores logísticas…

El lenguaje audiovisual

Sabemos que anheláis conocer más sobre los machismos escondidos en esta ya declarada obra de arte del cine. Pero antes, hemos de hablar de su alucinante lenguaje audiovisual, porque lo tiene, y de las reglas de juego del metraje.

Desde el comienzo, no podremos ubicar del todo qué vemos. La historia no está narrada para favorecer un proceso de razonamiento lógico, sino para evocar emociones. Debemos decidir qué es lo que ocurre en realidad, quién es quién y qué papel desempeña en la línea narrativa. Para ello, empleará un conjunto muy heterogéneo de recursos estilísticos, porque, sobre todo, la obra es una exploración del lenguaje cinematográfico y sus posibilidades para crear emociones. Es como si se unificaran 2001 Odisea en el espacio, Matrix, Apocalypse Now y el sistema de edición de Pudovkin. Este director ruso creó un método de proyección de emociones al implementar imágenes que representaban la subjetividad de los personajes protagonistas y que en un principio podían no tener que ver con la línea narrativa de ese momento. Su técnica posee un alto poder poético y simbólico, encontramos similitudes en el tratamiento de la naturaleza y en el de las evocaciones de la psique de la protagonista.

La venganza

A diferencia del mito de la vagina dentata, la protagonista de este film no castra con su sexo, lo hace metafóricamente, aunque deje una marca física. Frustra los deseos de consumación de sus presas. Ella es carnaza y al mismo tiempo cazadora letal. Pero todo mito de mujeres terribles trae implícita una venganza patriarcal en sus orígenes.

Por ejemplo, en diferentes versiones orales de la vulva armada un varón rompe los dientes del sexo de una diosa u otro ser mágico femenino y la penetra. Esto es, la agrede y después la viola. Se pretende influir en el control de la sexualidad y la descendencia de las mujeres a través de la sumisión. Por eso se evoca un poder sexual amenazante y misándrico, para su posterior sometimiento. Esto es exactamente lo que se ejecuta en Under the skin. El film se sube a este cauce mítico en un progresivo desmoronamiento del poder de la extraterrestre. Un ser mágico que comienza el film en un esplendor de recursos, aliados y estrategias y que termina con el empleo de elementos de la tradición de Caperucita Roja en un lugar bien distinto de la cadena alimenticia. ¿Se le da su merecido? Por supuesto. Creemos, además, que el empleo de la violencia sexual sobre el personaje es completamente gratuito e innecesario para el mensaje global.

La cinta posee estructura de bisagra o espejo. Sus víctimas se acercan a ella de forma voluntaria, la siguen por su propio pie. Quedan embelesados, abducidos por su belleza. Descenderán hasta la muerte mientras siguen el impulso de su propia sexualidad. Asimismo, el planeta humano ejercerá un magnetismo irresistible sobre ella, bajará uno a uno voluntariamente los peldaños de su estatus a través de su curiosidad. Lugar común de castigo para las mujeres en cuentos de diversas culturas y tradiciones orales.

Nuestra alien captura varones y no queda impune. No es casual. Recibe el mismo tratamiento que toda hembra humana que trasgrede las normas patriarcales. El correctivo es la vejación por medio de una violación, detalle muy importante, por haber atraído a los machos sexualmente con un engaño y no satisfacer a ninguno. Al margen de que los conduzca a una trampa mortal, ella no los ataca sexualmente. Solo castra sus expectativas.

El personaje

Isserley forma parte de un equipo carnívoro cazador de humanos. No sabemos mucho más allá de eso. No contamos con diálogos donde se expliquen los contextos. No conocemos sus puntos de vista personales explícitos (lo cual abunda en el libro). Algo a lo que asirnos con seguridad para ir construyendo nuestra comprensión de la línea narrativa y de ella misma. Toda la película se basará en términos de libertad interpretativa. Hemos de decidir por nosotras mismas qué es lo que ocurre y resulta un esfuerzo comprender sin referentes los sucesos.

La protagonista se presenta por primera vez ante nuestros ojos en soledad, no con rasgos definitorios de comportamiento social. Por un lado, intuimos a una profesional eficaz, sistemática, minuciosa, carente de emoción. Por otro, parece sentir una enorme curiosidad por todo lo que le rodea. Posee capacidad de fascinación. Somos insectos y también una incógnita para ella. Este detalle será el detonante que ponga en marcha el arco de transformación del personaje.

A medida que el metraje avanza podemos percibir cómo Isserley se adentra en una crisis existencial. Quizás presente desde el principio, pero invisible entonces a nuestros ojos. Así que podemos tanto intuir como deducir que ella viaja y llega a nuestro mundo en un momento crítico personal y que el planeta lo cataliza e influye en su devenir.

Under the skin, plano detalle de un ojo y parte de los labios de Scarlett Johansson, reflejados en un espejo.

Hemos de reconocer, que cuando no es la chica la víctima del serial killer, sino la asesina matahombres, una espectadora vive la experiencia fílmica más a salvo. Resulta ineludible cierta identificación con la alienígena, lo cual proporciona algo así como un empoderamiento maravillosamente maléfico. El mismo que podemos sentir cuando la vagina dentata castra varones que pagan por sus violaciones. ¿Les ocurrirá lo mismo a los hombres en los innumerables casos de películas de asesinos en serie que cazan mujeres? Si es así, hemos de valorar que constituye casi un género en sí mismo establecido en el tiempo con perseverancia.

Resulta sumamente divertido observar que por todas partes se hable del personaje femenino extraterrestre como la única asesina en la cinta. Es veloz el proceso en el que se mitifica la agresividad de la mujer hacia el varón. Ella no llega sola, sino con cuatro compañeros con los que constituye un equipo. Se trata de un grupo alien de cacería, organizado, con sobrados recursos. Quizás nave espacial, alta tecnología de conservación de cuerpos, matadero y tratamiento de cadáveres, atmósfera hipnótica, además de cuatro motos y una furgoneta para los desplazamientos. Sin olvidar las estrategias, preparación del asalto predatorio, caza y borrado de pruebas, protocolo de actuación en caso de bajas y ante pérdida de piezas. Quiero decir que no es una extraterrestre que llega a la tierra para capturar y matar a los varones con el poder de su temible sexualidad. Es toda una civilización la que lo hace.

Violencias simbólicas y heteronormatividad estética

La anatomía de la actriz se explota y rentabiliza palmo a palmo. Hay una fascinación de la cámara por su cara, su cuerpo, sus labios, sus pechos, su espalda. Algo que se planifica conscientemente y que resulta cosificante y reiterativo. Se acosa al personaje. Esta ejecución no es inocente o anecdótica. La cámara se regodea y explaya en su fisonomía. Pareciera que tras la cámara hubiese varones heterosexuales deleitados por la forma del cuerpo y el rostro de la actriz, de su normatividad. Se podría argumentar que esa misma sensación es la que se pretende ofrecer y que por tanto este proceder está justificado. ¿Pero a qué espectro del público se pretende seducir, abducir? A los varones heterosexuales diríamos. A las víctimas potenciales. Entonces, ¿el mensaje no se dirige a las mujeres?

Queda bastante claro que el cuerpo de la hembra tiene un peso semántico en la película. Casi un metalenguaje en el que se dirige, como el personaje, a los instintos básicos de los machos heterosexuales que la siguen sin miedo. Ficción y realidad forman parte de un espejo. Se alude a lo instintivo animal del espectador varón heterosexual a través de la objetivación y sexualización del cuerpo de una mujer. Se descuartizan labios, rostro, piernas hasta convertirlos en la simplificación de una hembra humana en el plano animal y binario. Pero se realiza de forma estilizada, sofisticada para no resultar vulgar o demasiado evidente. Sin embargo, no deja de ser lo mismo, cosifica con las mismas técnicas. Cuando el director decide tomar el trasero de la intérprete como límite del encuadre mientas el personaje camina, sin ningún otro aporte significativo, está diciendo que además también sexualiza a la actriz.

Ese cuerpo escultural al que se le da tantísima importancia a lo largo de todo el metraje, en realidad es un personaje (con un ser humano que lo encarna, la intérprete). No es una cosa inanimada, está dotado de personalidad. Es un ser. Son dos seres.

El personaje se asoma a muchos espejos. Sin duda, símbolo de una indagación existencial. Pero en numerosas ocasiones, el reflejo nos devuelve solo estética. Por la composición exquisita de los planos, por la magnificación, enmarcación y endiosamiento de esta belleza a través de los espejos, o con planos detalle en primer plano. Salvo en contadas ocasiones, la exposición de la piel de la actriz tiene un significado claro. Queda abierto a la libre interpretación. Por eso, en nuestra retina, lo que sí permanece indefectible es la realidad de la exposición del cuerpo, de la belleza, de la estética como hipnosis. Permanece más allá de las evocaciones o interrogantes que proyecten los espejos. Y nos deja sensación de manoseo.

Caperucita Roja y el lobo (spoiler)

No podemos evitar encontrar similitudes entre el desenlace del film y la historia de Caperucita Roja. Pero en una versión próxima a la de Perrault, en la que la niña es devorada. Y ojo, porque este autor no se inventó el cuento, sino que supuestamente lo versionó cuando lo recogió de su entorno, o eso dijo él, nada más. La tradición se origina en el mito de Ifigenia y Perséfone y en sacrificios de la Antigüedad clásica. Todos con lugares comunes reconocibles. Una joven, casi una niña, se enfrenta a un lobo. Y siempre la iniciación sexual de las jóvenes está presente en todas las variantes orales, incluso en los sacrificios reales. Por su parte, a los varones se les iniciaba en la identificación con el espíritu violento, salvaje y licántropo que vive en el bosque, qué casualidad, verdad.

Así que, por un lado, tenemos a una mujer que, aunque no sea una niña, prepúber sí es neófita en algo. En la violenta sexualidad del varón humano. En el mundo que la rodea, el cual es un gran interrogante para ella. La naturaleza la atrae, la confunde, la avasalla. Además, se encuentra en un tránsito interior. Un camino iniciático en el que está perdida, de manera metafórica y material, y el bosque es su máxima expresión.

Scarlett Johansson en un fotograma de Under the skin, sentada en el interior de un coche con un abrigo de piel.

Por otro, tenemos al lobo. El cazador último que la persigue como pieza sexual. Ella también cazaba. Pero no abusaba sexualmente de sus víctimas. Solo las mataba. El lobo-hombre encarna a todos los varones, aquellos que al comienzo del filme no sienten un atisbo de temor ante la idea de subirse a la furgoneta de una mujer desconocida. Difícil no hallar el miedo en las mujeres si imaginamos una situación inversa. Resulta asombroso lo fácil que les resulta a ellos pensar en su propio beneficio y satisfacción, sin barajar las intenciones ajenas, cuando pertenecen a una mujer sola.

La demanda sexual es una flecha que la perseguirá, aunque quiera escapar de ella. Todo su recorrido vital estará marcado por el sexo. En su trabajo es cebo sexual. La piel que la envuelve está diseñada para atraer varones heterosexuales humanos en celo. Allá donde va su cuerpo la evidencia sexualmente como objeto de uso o pertenencia. Lejos de la férrea organización de su grupo, que también la utiliza por ello, está perdida debido a la forma de su cuerpo, como una condena.

Al no poder ser sometida del todo, el agresor sexual la asesina de una manera sumamente común en las violencias machistas. La quema. Se trata de un violador experimentado, da la sensación de haberlo hecho antes y además conoce el bosque a la perfección porque es su terreno.

Este tipo de varones son el verdadero destinatario final de la experiencia orgánica de terror del film. Desde nuestro punto de vista, es una elección consciente. Se pretende enviar un mensaje de advertencia a los varones heterosexuales sobre sus impulsos sexuales ante mujeres normativas y sexuadas. Tened cuidado, sois marionetas. Pero consciente o inconscientemente, a las mujeres también se les advierte de algo a través de su desenlace. Al final os daremos vuestro merecido.


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