Mis macarrones estofaos. Cocina gitana de supervivencia
Silvia Agüero muestra sus secretos en la cocina y da la receta de unos buenos platos de cuchara: "Pretendo ayudaros a que estéis bien comidas para que mantengamos la resistencia frente a la debacle que se nos viene".
Yo soy gitana mundial
Y tengo amigos a montones
Son por mis macarrones
Que no se puen aguantar
Tengo amigos en España
y en Europa y Ultramar
Que tiene sabor gitano
y con mucho paladar
Canta Dolores Vargas la Terremoto, Mis Macarrones Caldosos
El maldito Covid-19 [sí, ya sé que según la RAE ‒Real Academia de machipayos que hasta en el uso de nuestra lengua quieren mandar‒ a este acrónimo le corresponde el género femenino, pero no me da la gana hacerles caso ¡A ver si revientan de la rabia!] y la pésima gestión política de la pandemia están haciendo que muchas de nuestras familias nos veamos abocadas a la miseria en la cual ya viven más de 12 millones personas (26,1 por ciento de la población) en España. Por si no habíais caído en la cuenta, os informo que en este 2020 cualquier casa en la que vivan dos personas adultas y dos menores y no junten cada mes, como mínimo, 1.576 euros está por debajo del umbral de pobreza, o sea, casi todas nosotras.
Ya sabéis que mi feminismo es de supervivencia, de calle, del día a día, lo que me lleva a tratar de ayudar a otras mujeres en sus luchas cotidianas. Por tanto, que nadie entienda que con este artículo intento promover el conformismo. Muy al contrario, pretendo ayudaros a que estéis bien comidas para que mantengamos la resistencia frente a la debacle que se nos viene.
Yo ya he vivido allí, en el gueto y en la pobreza. Tuve que aprender a sobrevivir casi, casi, sin dinero. Creo que muchas de vosotras no estáis acostumbradas a vivir al día y mi experiencia os puede ser útil para ayudar a mantener una alimentación saludable para vuestras familias.
Cuando vivía en el gueto sobrevivía buscándome la vida cada día: vendiendo bragas en la puerta del súper, ayudando a mi prima en el mercao, recogiendo la aceituna, limpiando un bar, lavando platos en un restaurante… Así conseguía apenas 10 o 15 euros y con esas magras ganancias obtenidas había que ingeniárselas pa comer y seguir viviendo.
En esta situación de carencia severa es imprescindible mantener la salud y para eso hay que comer sano así que se impone el cuchareo: comer de cuchara, comer caliente, es una necesidad. Si tienes la fortuna de poder comer de caliente una vez al día, estás salvada.
Para cocinar hay que tener gas, por tanto, cada día hay que reservar 0,50 euros para la bombona de butano que, como todo el mundo sabe, tiene la mala costumbre de acabarse cuando más falta te hace. Si tienes gas ciudad, no obstante, tampoco te olvides de guardar para pagar el suministro.
Además, siempre hay que tener aceite ‒os recomiendo que utilicéis aceite de oliva que es más sano y cunde más‒ ajos, cebollas y pimientos ‒a ser posible, rojos, pero si hay verde también vale‒. Con eso tendremos la base para hacer un buen sofrito y con su sofrito to te sabe güeno.
También hay que comprar leche y café o lo que sea que acostumbréis a tomar para desayunar. Por supuesto, no hay que olvidarse del azúcar o cualquier alternativa que os endulce la mañana y os dé fuerza para salir a la calle.
Yo compraba mucho pan. 15 barras por lo menos porque en casa éramos 13 y siempre había quien se arrimaba porque estaba más necesitá. En nuestras casas se come mucho pan. Igual que no hay nada que te quite la sed mejor que el agua, no hay nada que te quite el hambre mejor que el pan: por la mañana, tostadas de pan con aceite; pa’l cole, un bocadillo; y pa cenar, un cachito pan con lo que sea.
Todos los días hay que guisar, cualquier guiso, aunque sea una sopa de pan o unos fideos. Si después de comprar todo eso, quedaba algo de los 10 o 15 euros, compraba algunas verduras ‒las que estuvieran baratas por ser de temporá‒ y un pollo o un montón de partes del pollo que nadie quiere: cuellos, patas, higaditos, mollejas.
Y con esos ingredientes, las prisas y el hambre de todo el mundo, la mejor opción para guisar era casi siempre hacer unos macarrones estofaos, unos macarrones caldosos como los que cantó la Tía Dolores Vargas, La Terremoto, que en gloria esté ¿Por qué eran la mejor opción? Porque en Cáritas siempre nos daban muchos macarrones y si los cocinas al modo tradicional (por ejemplo, con tomate) no dan la sensación de ser un plato de cuchara, pero si los haces estofados, con un sofrito al que añades agua para que queden caldosos, te llenan la barriga y te reconfortan.
Así que en cuanto pude liberarme de la esclavitud de la supervivencia diaria y pude acceder al privilegio de tener 15 o 20 euros al levantarme cada mañana ‒parece lo mismo, pero no lo es‒, dejé de hacer aquellos macarrones estofaos. Levantarte sabiendo que tienes leche, café, pan… es un privilegio que te permite planificar qué vas a hacer de comer.
Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que volví a cogerle el gusto a los macarrones estofaos porque me recordaban la miseria del gueto. Entonces eran una obligación, ahora forman parte de mis opciones.
Os recomiendo que guiséis con ingredientes lo más naturales posible ‒no uséis pastillas de caldo ni na de eso, que os ensucian las tripas‒. Ingredientes que alimentan al corazón, al cuerpo y al alma. La cuchara te da fuerza y energía, el calorcito amoroso que te hace falta en invierno. ¿Y si hace calor? Lo dejas que se enfríe un rato.
Comer caliente, de cuchara, es comer natural y sano. Sin fritos ni precocinados, hecho en casa. Y sin que los ingredientes utilizados vengan de 300 o 1.000 kilómetros de distancia. Porque lo que está rico es lo que madura cerca y en su árbol o mata. Sopas, arroces, legumbres… La variedad es mucha y los precios son accesibles.
Los guisos no necesitan grandes cantidades de carne ni de grasa. Sí les hace falta un poquito de paciencia.
Como para todos los platos que os propongo te hace falta una base buena de sofrito, os cuento como lo hago yo para toda la semana. Se mantiene muy bien en la nevera. También puedes congelarlo en esas cositas donde se hielan los cubitos de hielo y así se conservará más tiempo. Y luego, más abajo os pondré algunas recetas de mis platos de cuchara para que tengas variedad donde elegir ¡Ánimo, salud y buen provecho!
Sofrito semanal
Ingredientes: 2 cebollas medianas, 1 pimiento verde o rojo mediano, 2 o 3 dientes de ajo, 4 o 5 tomates medianos maduros, 1 cucharada sopera de pimentón de La Vera y 6 cucharadas soperas de aceite de oliva. Si no lo vas a hacer para toda la semana, ya sabes, divide estos ingredientes entre 7, jijiji. Es mejor hacerlo para toda la semana, pero tú misma.
Elaboración: corta en trocitos las cebollas, el pimiento verde o rojo (el que tengas o, si tienes de los dos, medio y medio. También vale el pimiento italiano o cornicabra, que suele ser más barato y, aunque tiene menos molla, aporta el mismo sabor), 2 o 3 dientes de ajo, 4 o 5 tomates maduros pelados y una cucharada sopera de pimentón de La Vera. Cualquiera de estos ingredientes se puede obviar si no lo tienes en ese momento.
A fuego bajo, pon la cebolla con aceite de oliva y échale un poquico de sal por encima. Antes de que la cebolla se ponga transparente, añade el ajo y muy seguido el pimiento. Muévelo para que no se queme. Yo uso un cucharon de palo ‒olvida to’ lo que sea metal si no es para servir‒. Empezará a soltar agua. Remueve con amor, que es el ingrediente principal y nos hace mucha falta siempre.
Cuando veas que ha reducido, échale la cucharada de pimentón de La Vera dulce o picante, si te mola y lo aguantas. Yo uso ahora uno que me regaló MA, que lo trajo de su pueblo, que está cerca de La Vera (Extremadura). Pa’ mi gusto, es el que sabe mejor, con ese toque ahumado que no tienen los pimentones de otras zonas.
Y, a continuación, añades los tomates. Para pelarlos calienta un cacito de agua y, cuando esté hirviendo, mete los tomates un minutillo. A este proceso se le llama escaldar, o eso dicen las que chanelan. Así se pelan fenomenal.
Cuida de que no se te queme el pimentón. Tenlo solo unos segundos en la sartén. En cuanto eches el tomate, remueve bien y ya no habrá peligro de que se queme.
Espera a que se evapore el agua del tomate, quedará trabaico, espeso. Y ya estará listo el sofrito. Puedes agregarle hierbas aromáticas y sabrá mejor el guiso. A mí me gustan el romero, el tomillo, la albahaca, el perejil y el laurel.
A distinguir las hierbas también hay que aprender. Si te das un paseo por el campo encontrarás algo con lo que aderezar tus guisos. Por donde vivo hay muchos arbustos de laurel, de romero, de tomillo y de pebrella (thymus piperella) que va genial para los arroces. También puedes cultivar tus hierbas en maceta, sin apenas esfuerzo, pero de eso hablamos otro día si os parece.
A continuación, os facilito algunas recetas de cuchara que se pueden hacer por menos de 5 euros (para que coman 2 personas adultas y 2 menores):
Macarrones caldosos
Ingredientes: 1 chorreón (cucharada sopera) de aceite, 2 o 3 cucharadas soperas de sofrito, medio pollo o dos cuartos traseros (lo que encuentres mejor en la pollería. También puedes ponerle higaditos u otras partes ‒casquería‒ del pollo), hortalizas (alcachofas, habas, guisantes, berenjena, calabacines, calabaza, zanahoria ‒la calabaza, el calabacín y las zanahorias suelen mantener un precio aceptable y están buenísimas‒, col o coliflor ‒a mí no me gusta ni la una ni la otra‒) de temporada ‒si lleva pollo, 2 alcachofas o cuarto kilo de habas/guisantes o 1 berenjena mediana o 1 calabacín mediano o 2 zanahorias o un trozo de calabaza o lo que tengas a mano; si no lleva pollo, incrementa las cantidades ¡que nadie se quede con hambre!‒, 4 vasos de agua, sal al gusto y medio kilo de macarrones (vale cualquier otra pasta no rellena).
Elaboración: en una olla, pon el aceite. Cuando esté caliente (1 minuto o 2), echa el sofrito (cuanto más sofrito más güeno). Muévelo para que se integre (sí, el sofrito debe integrarse, nosotras no) con el aceite. Añade el pollo o las hortalizas si eres vegana. Refríelo hasta que esté dorado o hasta que las hortalizas hayan dejado de soltar agua. Si tu opción es poner pollo y hortalizas, debes añadir estas después del pollo. Añade el agua y espera a que coja el sabor de los ingredientes (10 minutos hirviendo). Prueba y añade sal si es que le hace falta, yo suelo echar muy poquita. Cuando el caldo tenga buen gusto añade los macarrones. Te recomiendo que los dejes un poco duros, al dente (8 minutos), porque mientras sirves se suelen pasar. A mí no me gustan pasados y blandurrios.
Patatas a la riojana
Ingredientes: 1 chorreón de aceite, 2 o 3 cucharadas de sofrito, 1 kg de patatas, 1 sarta de chorizo dulce o picante si te mola (si eres vegana, puedes obviar el chorizo), una cucharadita de pimentón dulce ‒recuerda: si no pones chorizo, pon más pimentón‒ y 4 vasos de agua.
Elaboración: en una olla, pon el aceite. Cuando esté caliente, añade el sofrito y las patatas troceadas. Dale una vueltita y añade el pimentón. Otra vueltita y añade el agua. Las patatas tardan como media hora en cocerse y a mí me gustan casi deshechas. Así que después de esa media hora pongo el chorizo en trozos y desgraso (con una cuchara retiro la grasa que sube a la superficie del caldo) todo lo que puedo. En cinco minutillos estará terminado. Si te gusta el picante y dispones de ellas, sírvelo acompañado de unas piparras, unas guindillas. A mí me gustan en aceite (en vinagre son más baratas) y que piquen (también las hay dulces, pero no me gustan).
Lentejas con calabaza o con zanahorias o con chorizo o con costillas o con oreja…
Ingredientes: 1 chorreón de aceite, 2 o 3 cucharadas de sofrito, medio kilo de calabaza o medio kilo de zanahorias o 2 chorizos frescos o medio kilo de costillas de cerdo (si pueden ser carnosas, mejor) o media oreja de cerdo, un cuarto kilo de lentejas (del tipo que sean) y 4 vasos de agua.
Elaboración: en una olla, pon el aceite. Cuando esté caliente, añade el sofrito. Remueve hasta que se integre y añade la calabaza o las zanahorias (recuerda pelarlas, jijiji, que ya me he olvidado alguna vez) o los chorizos o las costillas o la oreja (todo troceado), dale una vueltecita o dos y añade el agua. Antes de que empiece a hervir, pon las lentejas. Las peladas tardan menos en hacerse. Las demás, unos 40 minutos.
Gachas
Ingredientes: 3 o 4 cucharadas de aceite, 4 o 5 dientes de ajo, 100 gramos de harina de almortas (Lathyrus sativus, que es la que a mí más me gusta) o de trigo o de garbanzos o de algarrobas o de guisantes (la que tengas a mano), 4 filetes de panceta de cerdo (200 gramos), 2 chorizos de cocinar, 1 pimiento verde del tipo italiano, 2 patatas medianas, sal al gusto y 5 vasos de agua. Si las quieres hacer veganas, en lugar de la panceta y el chorizo puedes poner 2 tomates maduros, 1 calabacín y 1 berenjena o las hortalizas que tengas o te apetezcan. Si te gusta el picante, puedes ponerle un par de guindillitas de cayena.
Elaboración: en un caldero o una sartén honda (si no tienes, tendrás que tener más cuidado al remover) pon el aceite. Cuando esté caliente, pon los ajos laminados. Antes de que se quemen, sácalos y resérvalos. Este sería el momento de poner las guindillas de cayena picadas. Añade la panceta y el chorizo, ambos troceados, o las hortalizas ‒igualmente troceadas y peladas‒ con que sustituyas estos ingredientes. Fríelo a fuego medio durante 10 minutos. Saca las hortalizas o la carne y resérvalo. Fríe a fuego medio las patatas a cuadraditos y el pimiento en tiras durante 10 minutos. Sácalo y resérvalo. Aparta la sartén del fuego. Filtra el aceite con un colador o, si no tienes colador, quita con una espumadera los trocitos que se hayan quedado en él. Vuélvelo a poner al fuego pero bajito. Refríe la harina hasta que esté tostaita y coja un color morenillo. Atenta, que se quema rápido. Añade el agua poco a poco mientras remueves con toda la paciencia que tengas, intentando que no queden grumos. Si salen grumos y tienes batidora…ya sabes. Y si no tienes batidora, tampoco pasa na’. Cuando esté espesito, añade las hortalizas fritas y, si esa ha sido tu opción, la panceta y el chorizo. Ahora es el momento de probar y poner la sal.
Sírvelo en la misma sartén, poniéndola en el centro de la mesa. Es una comida que, cuando nos juntamos muchas para comer, se come con la técnica “cuchará y paso atrás”: todas de pie, en torno a la mesa, tomando una cucharada y echando el paso atrás. Nosotras las comemos sin cuchara, utilizando el tenedor con un trozo de pan trinchado de manera que sirve de cuchara ¡A gozar!
Fideos gordos con bacalao
Ingredientes: un chorreón de aceite, 2 o 3 cucharadas de aceite, un par de dientes de ajo, 2 patatas medianas, media kilo de bacalao fresco (si es salado, tendrás que acordarte de desalarlo el día anterior. Si en la pescadería te ofrecen la espina y la cabeza, cógelo, vendrá muy bien para darle sabor al guiso), 200 gramos de fideos gordos ¡que me gusta un oxímoron, hija! (del calibre 4 o 5, pero si tienes de otro grosor también valen), sal al gusto, 4 huevos, y 4 vasos de agua. Si no tienes bacalao también vale cualquier otro pescao o pollo o, si no hay, pues sin chicha, pones más fideos. Si tu opción es vegana, puedes sustituir el bacalao y los huevos por las hortalizas que más te apetezcan en cada temporada.
Elaboración: en una cazuela de barro o en un caldero (si no dispones de estos utensilios, sirve una sartén o, incluso, una olla) pon el aceite y, cuando esté caliente, añade el sofrito, ya sabes y los dientes de ajo laminados. Si tienes la espina del bacalao y/o la cabeza, puedes añadirla y refreírla un poco. Pon las patatas troceadas y dale un par de vueltecitas. Añade el agua. Recuerda que tiene que cubrir las patatas. Déjalo hervir una media horita. Retira la cabeza y la espina y quita con una espumadera las impurezas de la superficie del caldo. Es el momento de echar el bacalao. Para que cueza unos 10 minutos o menos, será suficiente. Después echa los fideos y espera a que estén en el punto de cocción que a ti te gusten, a mí, me gustan al dente (6 o 8 minutos hirviendo).
Fideuá de verduras
Ingredientes: un chorreón de aceite, 2 o 3 cucharadas de sofrito, una cabeza de brocoli o media coliflor o 1 calabacín o un manojo de espinacas o cualquier otra verdura de temporada ‒con espinacas está de vicio‒, todo cortado en trozos pequeños, un cuarto kilo de fideuá (también valen los fideos gordos o cualquier otra pasta que tengas o arroz), 1 ñora, 2 hebras de azafrán, media cucharadita de pebrella, sal al gusto y 6 vasos de agua. La ñora es un tipo de pimiento seco. Recuerda que hay que rehidratarla poniéndola en agua templada una media hora antes de usarla. Después hay que retirar la carnecilla raspando con una cuchara. También la venden como especia. Por supuesto, puedes sustituir estos aliños por otros de tu gusto: comino, tomillo, orégano, cúrcuma para dar color…
Elaboración: en una paella (paellera, para quienes no tenéis la suerte de vivir en la Comunitat Valenciana. Si no tienes, también vale un caldero o una sartén alta) pon el aceite. Cuando esté caliente, añade el sofrito y la carne de la ñora. Remueve un par de veces. Añade la fideuá. Dale otro par de vueltas. Añade la verdura. Ahora es el momento de poner los aliños (ñora picada, pebrella, azafrán). Otro par de vueltecita y se añade el agua (que sobrepase los fideos como dos dedos por encima) y espera que a se evapore. Cuando esté casi evaporada, prueba la fideuá y si no está a tu gusto ‒ya sabes, a mí me gusta al dente‒ ponle un poco más de agua y deja que siga hirviendo hasta que a ti te mole.
Potaje gitano
Os recomiendo que, al menos una vez al mes, hagáis potaje porque es la cosa más rica del mundo entero. Aquí encontrarás la receta.
Sigue leyendo: