Al escribir “feminicidio” en el teclado, aparecen los guiones rojos del corrector ortográfico. Una palabra que todavía suena como una quimera, un hecho no registrado, una falta de la sociedad. Y, sin embargo, se está gangrenando como una epidemia en muchos países. Una herida abierta con la que las mujeres de todo el mundo tienen que lidiar a diario. Soy francesa y vivo en México desde hace casi cinco años. Crecí con los valores feministas occidentales en los años 60, pero fue América Latina la que me ofreció la oportunidad de ser testigo de la continuidad de la lucha feminista. Así, el 8 de marzo de 2019, Día Internacional de los Derechos de la Mujer, me encuentro en Ecatepec de Morelos, la llamada “capital mexicana del feminicidio”. Entre las muchas peroratas de la manifestación, una frase capta mi atención: “Ser mujer en México es entender que una puede ser usada y tirada como una basura”. Como reflejo de una sociedad en la que el único hecho de ser mujer te expone a la violencia, ¿cómo vives y sobrevives en este contexto?

Según la ONU, 10 mujeres son asesinadas cada día en el país y más del 95 por ciento de los casos de violencia registrados quedan impunes. Fátima, Ingrid, Victoria… la lista de víctimas es larga y sigue haciendo correr mucha tinta en la prensa nacional mexicana. Y como después del miedo viene el dolor, es entonces cuando surge y anima la ira.

Por ello, he tratado de ilustrar estos hechos, a través de diferentes casos como: la búsqueda de las jóvenes reportadas como desaparecidas en Veracruz, la búsqueda de la familia de Gloria Sintia González asesinada y exhumada para resolver los errores de justicia en el Estado de México, y la lucha de las activistas feministas en la Ciudad de México. A través de diferentes procesos plásticos, el reportaje se centra en la dualidad que existe entre lo que queda de las que desaparecen y la fuerza que nace de ellas.