Desnúdate, rebélate’: el pole dance como ayuda para reclamar y amar los cuerpos

Desnúdate, rebélate’: el pole dance como ayuda para reclamar y amar los cuerpos

El documental sobre pole dance, ‘Desnúdate, rebélate’, reabre el debate en torno a la mirada masculina, los clubes de strippers y la imagen corporal.

05/05/2021
una mujer baila en una barra

Imagen del documental.

“En la sociedad en la que vivimos, las mujeres están atrapadas en la cultura de la masculinidad. Hay muchos abusos a las mujeres: insultos por su apariencia, acoso sexual y la destrucción del ego (…). Hemos estado ocultando el cuerpo femenino, reprimiendo nuestro erotismo. Ya es hora de que las mujeres utilicen su fuerza. La forma de usar esa fuerza es el movimiento. Creo que agarrar la barra y usarla de otra forma nos permite hacer una reivindicación cultural del cuerpo femenino”.

Estas son las palabras con las que comienza el documental Desnúdate, rebélate, dirigido por Michèle Ohayon y disponible en Netflix, sobre cómo el pole dance puede convertirse en una herramienta para que las mujeres reconecten con su feminidad. El documental sigue a un grupo de mujeres que entran en contacto por primera vez con esta disciplina. No tienen nada en común salvo que lo que han experimentado en el pasado las ha desconectado de una parte de sí mismas, tanto mental como físicamente: su capacidad de sentirse femeninas, sensuales y cómodas en sus propios cuerpos. El objetivo es que utilicen el pole dance para reclamar sus cuerpos y amarlos.

Algunas de ellas han sufrido abusos sexuales o violaciones. Otras han perdido a un ser querido y quieren empujarse a interactuar con lo masculino de nuevo. Las hay que simplemente nunca se han sentido a gusto con su cuerpo. O que se las ha educado como si la sexualidad fuera algo ajeno a ellas, con prejuicios ajenos y tabúes. Por todos esos motivos, las protagonistas sienten que sus cuerpos no les pertenecen; rechazan o tienen miedo a su propia sexualidad.

De la mano de Sheila Kelley, actriz y creadora de Factor S, una cadena de estudios de pole dance en Estados Unidos, empezarán un camino de autoconocimiento sobre sí mismas, en un espacio seguro, en este caso, sin espejos, y sin presencia masculina. Para mostrar una perspectiva lo más amplia y global posible, el documental incluye también los testimonios de mujeres que practican pole dance como deporte de competición o como disciplina artística.

La intención del documental, lejos de mostrar los beneficios de este baile como práctica para que las mujeres acepten sus cuerpos y logren amarlos, es un mensaje de empoderamiento femenino y una propuesta de solución para la superación de experiencias traumáticas. La cinta pierde la oportunidad de abordar la complejidad del debate sobre la mirada masculina. En su afán por convertir esta experiencia en un acto subversivo y de empoderamiento (una palabra desgastada por el sobreuso actual), acaba por perderse la esencia de lo que cualquier practicante de pole dance ha experimentado. En lugar de mostrarlo, el documental se articula de tal manera que usa ese conocimiento para que este grupo de mujeres lo experimente, sin hacer de ello algo natural.

Y allí es dónde todo lo que el pole dance aporta a las mujeres se derrumba. La falta de contexto sobre los orígenes de este baile, la polémica sobre la mirada masculina y la falta de soporte psicológico acaban por dar una idea errónea de lo que puede hacer esta disciplina.

Entre los clubes de striptease y el pole dance

Si de algo no hay duda es de la relación entre el pole dance y los clubes de striptease. No importa que no conozcas el origen de la disciplina. Una vez que ves a una mujer subida a la barra, la mente hace la conexión de forma inconsciente. ¿Por qué, entonces, esa falta de contexto del documental? Mientras la perspectiva de la competición o su representación artística están presentes durante toda la película, queda muy marcada la línea divisoria entre el pole dance como disciplina fitness y su origen gracias a las strippers y las trabajadoras sexuales.

“Nos gusta hacernos los vanguardistas, pero en cuanto dices la palabra pole dance la gente piensa en un sitio al que los hombres van a fumar puros y a beber y las mujeres te hacen un baile privado por dinero. Y eso es solo un parte”, remarca una de las participantes del documental en los primeros minutos. Los clubes de striptease son parte del paisaje de Estados Unidos y uno de los sectores que más dinero genera en la industria del entretenimiento adulto. De hecho, a excepción de Factor S y sus primeros participantes, los estudios de pole dance en Estados Unidos fueron abiertos por antiguas strippers. Muchos de los trucos y movimientos que se hacen en la barra llevan el nombre de la stripper que lo creó.

Sin embargo, el documental, aun reconociendo brevemente su origen, remarca en todo momento una posición alejada de esa parte del pole dance. Una de las participantes llega a afirmar: “Me gustaría vivir en un mundo en el que dices ‘hago pole dance’ y no te pregunten si eres stripper”. El distanciamiento de estos dos mundos durante todo el documental y la falta de educación y contexto de las profesoras a sus alumnas elimina gran parte de esa intención subversiva con que se intenta utilizar el pole dance en la cinta. En vez de unir los dos mundos, el documental muestra esa separación como si el mundo de las strippers y las trabajadoras sexuales fuera algo completamente distinto. Quizá, una aproximación más certera sería el responder defendiendo el origen del pole dance.

La píldora mágica contra la salud mental

“Aunque no seáis terapeutas, todas, como profesoras, ofrecéis una experiencia muy sanadora en el sentido terapéutico. Pero tened mucho tacto, y si provocáis una reacción a alguien con estrés postraumático, llamad a la alumna después de clase y conectad con ella. Decidle ‘deberías ir a un psicólogo para que te dé el apoyo que nosotras no podemos darte. Te ayudará a curar tus heridas’”, explica durante el documental la doctora Berman.
Y, sin embargo, así es cómo está diseñado el experimento. Una clase de pole dance es eso: una clase. La profesora no actúa ni como terapeuta ni como psicóloga. A pesar de la advertencia de la psicóloga, eso es lo único que se ve en el documental.

El pole dance, como otras disciplinas de baile como son el comercial o el tan de moda baile en heels o tacones, es una herramienta que ayuda a incrementar la autoestima, la confianza y la opinión que tenemos sobre nuestra imagen corporal. Esto es así porque son bailes cuyos movimientos se centran en acentuar las curvas de las mujeres, su feminidad y su sensualidad.

varias mujeres bailan, con ropa deportiva y posturas acrobáticas, en algo que parece un puerto

Fotograma del documental ‘Desnúdate, rebélate’.

Para mandar este mensaje de pole dance como herramienta de empoderamiento, Sheila Kelley, creadora del experimento, usa las clases como catarsis grupal, convirtiéndolas en un ejercicio de honestidad y sacando traumas a flote. Y así lo interpretan las participantes, que se ven impelidas a contar sus propias historias para dar sentido al experimento. Estén o no preparadas, independiente de si lo han trabajado antes con un especialista o no, o en qué momento de sus vidas y autoconocimiento están, las mujeres se ven envueltas en un experimento que deja de ser una sencilla clase de baile. En un ambiente “seguro” se desnudan emocionalmente ante un grupo de mujeres, pero también ante todos los usuarios de Netflix, incluyendo “la mirada masculina”. El error está en el mensaje que se acaba enviando. El error es pensar que asistiendo a esas clases se pueden superar las inseguridades, la falta de amor propio o la confianza.

Por último, el documental acaba por caer en estereotipos inherentes a cualquier reality show: una mujer decide que es hora de perder peso, por ejemplo, y es Kelley quien actúa como consejera y nutricionista. Cuando la mujer se decide -justo a tiempo para el rodaje-, Kelley señala que un buen ritmo de pérdida de peso sería de siete kilos al mes. Al margen de si es una cantidad correcta o no, acabamos descubriendo que Kelley es, al final, actriz, profesora de pole dance, psicóloga y nutricionista.

Desnúdate, rebélate es un buen documental sobre el poder del pole dance como herramienta complementaria hacia el camino de la aceptación del cuerpo femenino y el redescubrimiento de la sexualidad y la sensualidad femenina. Pero la falta de contexto sobre sus orígenes y la falta de clarificación de esta experiencia como complemento a una terapia, puede llevar a los espectadores y espectadoras a conclusiones erróneas y generar falsas expectativas.


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