Ana Isabel Peces: “Ni el cine, ni la series ni el periodismo han sido aliados del feminismo, pero a la tele le pedimos más”
La periodista Ana Isabel Peces ha recibido uno de los Reconocimientos Meninas 2021 del Ministerio de Igualdad por la dirección de la serie documental 'Rocío: contar la verdad para seguir viva'.
Ana Isabel Peces (1976) es madrileña de Carabanchel. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid en el año 1999, cursó el Máster Especialista en Gestión de Políticas de Igualdad de la Universidad Carlos III de Madrid y actualmente cursa el Máster de Estudios de Género en la Universidad Complutense de Madrid. Se considera una apasionada de la actualidad. Ha trabajado como redactora y directora en diversos programas del corazón y de entretenimiento en televisión, sobre todo de La Fábrica de la Tele. Forma parte de la Asociación de Periodista por la Igualdad y de El Club de las 25. El pasado 25N recibió uno de los Reconocimientos Meninas 2021 del Ministerio de Igualdad por “su compromiso con la defensa de los derechos de la mujer y la lucha contra la violencia de género” en la categoría Comunicación y concienciación contra la violencia de género, por la dirección de la serie documental Rocío: contar la verdad para seguir viva. La entrevista se realizó tras la tertulia que tuvo lugar el mismo 25N en el Café Manuela de Madrid, organizada por la Asociación de Periodistas por la Igualdad. Habla de muchas cosas, pero sobre todo de periodismo y feminismo.
“Hay feministas en los medios de comunicación generalistas, no somos un caballo de Troya sino que queremos cambiar conjuntamente”. Este es tu mensaje tras recibir el reconocimiento del Ministerio de Igualdad el 25N. Pero, ¿qué supone ser feminista en un medio generalista?
Pues lo mismo que ser feminista fuera de él, supone luchar por la igualdad entre hombres y mujeres con cierta responsabilidad, aunque nosotras tenemos una exposición que no tienen otros trabajos y que no tienen otras feministas. Nuestro trabajo cuando está bien hecho es invisible, solo llama la atención cuando alguien falla. Es duro por eso, porque cuanto más invisible mejor. Pero ser feminista en un medio de comunicación no es otra cosa que luchar por la igualdad, intentar dar perspectiva de género a los vídeos y a los temas; intentar evitar que se repitan los estereotipos de género con las mujeres; ese tipo de cosas que son tan básicas pero que en la sociedad son tan complicadas.
Escribía Irantzu Varela en mayo de 2020 el artículo ‘No habrá verdad, justicia ni reparación en la televisión’ sobre la poca importancia que desde los programas de entretenimiento se les da a este tema. Aquí estamos un año y medio después con este reconocimiento a la docuserie Rocío: contar la verdad para seguir vivía, que en prime time aborda el maltrato en una figura tan relevante como Rocío Carrasco. ¿Cómo surge la idea?, ¿por qué este formato, esa puesta en escena? Y, ¿cuándo y cómo te incorporas tú?
Yo estaba haciendo otro programa y mis jefes me llaman para decirme que tengo que ir a casa de Rocío Carrasco porque ha decidido concedernos una entrevista. No está decidido el formato ni tampoco yo sabía lo que nos iba a contar, mis jefes sí lo sabían a grandes rasgos. Un día fui a su casa y empezó a contarme su historia poco a poco, porque le suponía un gran desgaste hablar de todo lo que le había pasado; además sentía cierta vergüenza y le costaba mucho ponerse en esa situación y llorar conmigo, que no era una persona de su confianza. Pasó el tiempo así, yo me iba a mi casa con un montón de papeles y un montón de preguntas que respondían a esos papeles. Hubo un momento en el que desde el trabajo hicimos una línea mediática, una línea jurídica y una línea personal del caso y ninguna de las tres líneas coincidían, las tres líneas eran diferentes. A ella le pasaba una cosa que se contaba de forma diferente entre los medios y que los juzgados no entendían cómo estaba ocurriendo. Viendo todas las pruebas que teníamos de todo el proceso judicial, que eran muchísimas —más de 5000 folios—, mis jefes decidieron, después de todo este proceso de hablar con ella y analizar todo, que no hacía falta nada más que ella hablando para decir la verdad. No necesitaba ningún aderezo. Ella y la verdad eran suficiente para llenar un documental en prime time.
Entiendo que la elección del formato fue un proceso…
Sí, nosotros confiamos muy pronto en ella. Su historia tenía luces de neón. Desgraciadamente era muy claro todo lo que le había pasado. Yo ya tenía estudios de género, llevo muchos años en el feminismo, en el activismo, he trabajado con muchas mujeres que han sufrido violencia de género y me di cuenta al momento. Su historia era clarísima. Era tan claro todo que solo había que ponerlo en limpio y darle a ella un espacio. No necesitaba nada más. Espacio y pruebas.
Has contado en la tertulia que cuando escuchaste a Rocío Carrasco lo tuviste claro que delante de ti tenías a una mujer maltratada, destrozada…
El primer día…
¿Cómo fue el primer encuentro?,¿y cómo ha sido el proceso para ambas?
El primer día ella tenía miedo y ahora ya no lo tiene. Yo solamente le he dado la mano y ella me la soltará cuando decida, mientras tanto yo estoy con ella. Me he sentido tremendamente útil porque he podido unir mi trabajo con la responsabilidad que se asume cuando te conviertes en feminista. Las he unido y he visto el cambio que ella tiene en su día a día, poder ver esa fuerza y energía que tiene. Rocío decía que no tenía ganas de nada y ahora tiene ganas de hacer. Tiene ganas de salir, de ver a la gente. Su vida ha cambiado en ese sentido. Además, Rocío es una mujer muy trabajadora. Es una mujer estupenda que los últimos 20 años, los últimos ocho sobre todo, ha estado sufriendo. Y es una pena porque es una mujer muy comprometida con cualquier tipo de injusticia.
Hablabas antes de la cantidad de documentos juridiciales existentes en el proceso de Rocío Carrasco. Has hecho un trabajo de investigación y revisión de toda la documentación. ¿Puedes contar más sobre todo este trabajo documental y sobre lo que encuentras en el relato judicial?
En lo meramente judicial te das cuenta que lo básico es que no la creen. La justicia le da la espalda, algo dolorosísimo, porque si le pasa a una mujer como ella, que en apariencia puede ir a los medios de comunicación y contar lo que le ocurre, aunque nunca lo hiciera… La justicia no la cree. Hay palabras muy duras, se me viene a la cabeza el papel que jugó una fiscal, no recuerdo ahora el nombre, que fue durísimo, hay palabras durísimas contra ella. Hay unas grabaciones terribles de ella en el despacho de una jueza, y aún así no se la creyó. Los informes psicosociales dejan muy claro que hay causa efecto entre lo que a ella le han hecho y su intento de suicidio y no se tienen en cuenta esos informes. No la creen y la sociedad tampoco y los medios de comunicación tampoco…
¿Por qué decide Rocío Carrasco contar toda su historia de maltrato y violencia en el mismo espacio que la había fomentado y que a su vez la había cuestionado a ella, un espacio que había dado voz a su maltratador hasta el último momento? y ¿por qué este espacio decide contar la historia de Rocío?
Es una de las primeras preguntas que yo le hago tanto en el episodio 0 como en el último episodio. Para ella, nosotros éramos los primeros que teníamos que saber quién trabajaba para nosotros; y, lo segundo, porque ella quería que la viera la misma gente que había escuchado cómo se la destrozaba. Hemos intentado reparar ese daño.
¿Qué le dirías a las personas que piensan que este tipo de programas no dejan de ser una forma de capitalizar, espectacularizar y de ficcionar el dolor?
No hay ni una gota de ficción en su dolor, ni una gota. Lo que se ha visto es lo que es. De hecho, hay momentos en los que hemos apagado la cámara porque el dolor era excesivo o hay momentos, como la narración de uno de los episodios con su hija, que hemos decidido no emitir. Todo lo que sea crudeza se entiende como espectacularización, pero es que esto es la crudeza tal cual. Es real. ¿Hacerlo en televisión? Es donde se la ha machacado. Es donde se la ha juzgado. Y además, es donde a más número de personas se podía llegar. Yo no creo que hayamos espectacularizado nada, ni una gota.
Se critica mucho el papel de los programas de entretenimiento en la consolidación y perpetuación del paradigma heteropatriarcal y también en la reafirmación de estereotipos y prejuicios de sexo-género. El caso de Rocío Carrasco es un buen ejemplo. ¿Con esta docuserie podemos hablar de un cambio de paradigma o más bien de una excepción?
No lo sé. Esa es la gran pregunta. Si el dolor de Rocío y nuestro trabajo han servido para algo más que para su reparación, que no es poco,… No creo que los programas de entretenimiento tengan una reproducción de estereotipos superior a la que tienen los programas informativos o las series, de hecho a veces hay formatos en los que estamos más alerta y no se nos pasan cosas que sí se nos pasan en otros formatos que nos parecen más blancos, porque nuestra percepción es de más tranquilidad y nos las cuelan igual. Los programas de entretenimiento son el reflejo de lo que hay en la calle. Lo que no sé es si nuestra responsabilidad es cambiar lo que hay en la calle. Por ejemplo, ahora hay personas que nos piden responsabilidad con respecto a Rocío y yo siento un gran compromiso con esas personas, pero hay otras muchas que no, entonces es muy difícil que una televisión, generalista y que no es pública, vaya por delante de lo que es la sociedad; no creo que sea una de sus responsabilidades.
Gracias a Rocío: contar la verdad para seguir vivía a muchas mujeres les ha llegado un relato de lo que es el maltrato y han entendido términos y situaciones que desde el feminismo se llevan teorizando años. Sin embargo, la televisión no ha sido un aliada para el feminismo…
Ni el cine, ni las series, ni el periodismo escrito, nadie ha sido un aliado, lo que pasa es que a la televisión le exigimos más.
¿Por qué crees que esta docuserie se ha podido plantear en este momento y no hace cinco años o hace diez?
Creo que desde el 8 de marzo de 2018, con la llegada de la cuarta ola, la visibilización de la lucha feminista y la suma a esa lucha de muchas mujeres, que hasta ese momento les costaba definirse como feministas, se ha visibilizado también la violencia de género y ha cambiado la forma de expresarse sobre la violencia de género en los medios de comunicación. Creo que a raíz de esa manifestación ha habido una concienciación por parte de los medios de comunicación y por parte de la sociedad. Y por supuesto la sentencia de La Manada y las manifestaciones para exigir que fuera considerada violación y no solo abuso sexual. Es un cambio que tienen que liderar las mujeres, aunque tengamos que tener al lado a los hombres, cuantas más mujeres han entendido lo que nos esta pasado más mujeres han podido escuchar a Rocío.
Si hay intencionalidad por parte de cadenas y productoras de dar otro enfoque puede haber una repercusión de impacto en la sociedad. Es el caso del aumento de las llamadas al 016…
Sí, en un 71 por ciento…
Exacto, porque es un giro de paradigma…
Ojalá sea solo que yo tenga una actitud de alerta ante esto, no te puedes descuidar, porque avanzas un paso y retrocedes uno. Vemos todos los días en medios de comunicación determinadas actitudes machistas, porque el machismo no se va de un plumazo, no se va porque Rocío haya hablado, hay que seguir pico pala concienciando a la gente, haciendo este trabajo interno que yo digo el trabajo del metro cuadrado. Yo lo hago diariamente con los redactores que trabajan conmigo, lo llevo haciendo muchos años. Por eso te digo que hay videos que están muy bien porque usan buena terminología y que a nadie les llama la atención, pero cuando un redactor no utiliza bien los términos nos echamos las manos a la cabeza y empezamos a criticar al programa, a la productora… que está muy bien, pero eso lo que hace es que el trabajo de las feministas que estamos ahí luchando por hacer selección de temas, de palabras, de todo que nuestro trabajo sea invisibilizado totalmente. A veces el feminismo está en cosas mínimas en la televisión, está en elegir un plano en lugar de otro, una imagen en lugar de otra, una palabra en lugar de otra.
Con Rocío Carrasco, hija de Rocío Jurado y de Pedro Carrasco, se ve muy bien que el estatus de las mujeres no las libra de sufrir maltrato, ¿qué procesos de violencia ves tú que se reciben en la vidas de las mujeres tan mediatizadas y cómo conectan con los procesos de violencia de otras mujeres que no tienen los mismos privilegios?
Para empezar, las mujeres televisivas tienen una exigencia excesiva sobre su físico, que a mí me llama muchísimo la atención porque yo siempre creo que la mejor revolución que podemos hacer las mujeres, y si puede ser con una amiga, es querernos. Quererte es el primer acto de revolución. A todas nos cuestionan por nuestro físico, pero es que si encima estás en televisión es más visible. Lo primero que se dice sobre una mujer que está en televisión es si es guapa o si es fea, si esta delgada o gorda, si es joven o vieja. Siempre se deja de lado a la profesional, una de las cosas que a mí me da muchísima rabia. El primer comentario nunca es de cómo hace su trabajo, siempre es del aspecto físico. Es la primera tiranía de la televisión que sufren las mujeres. Según han ido haciéndose mayores las presentadoras de televisión han ido desapareciendo, antes o después, y los hombres no, ellos seguían ahí.
¿Habéis tenido presente a Ana Orantes al hacer la docuserie?
La teníamos presente desde el principio, pero sí es cierto que de no haberla tenido [la periodista] Ana Bernal nos la hubiera hecho presente, ella ha estudiado mucho ese caso y enseguida hizo la reflexión. Cuando ocurrió lo de Ana Orantes yo estaba empezando en la televisión a hacer prácticas y me impresionó muchísimo, es una de las cosas que me ha marcado en mi compromiso con el feminismo en los medios de comunicación. Una mujer valiente que lo pagó muy caro.
Decías en la tertulia que hay que explicar que hay cosas desde el feminismo que también se están haciendo mal, ¿a qué te refieres?
Creo que somos excesivamente críticas con nosotras mismas y con lo que podemos hacer o dejar de hacer. A veces nos falta confiar en las otras mujeres. Hay que reivindicar el derecho a la mediocridad.
¿Algo más que quieras añadir?
Creo que hay que establecer los estudios de género dentro de la educación. No puede quedarse en una frase hecha. Tiene que haber un Ministerio de Educación que colabore estrechamente con el Ministerio de Igualdad para que se hagan asignaturas que aborden la igualdad y que no haya privilegios. Desde el colegio hasta las universidades, y en las universidades de periodismo, porque sin una perspectiva de lucha por la igualdad no se está informando bien.
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