Carla Berrocal: “Quería un cómic en el que se hablara de la importancia de la copla y de su invisibilización”
La ilustradora Carla Berrocal recupera la vida de Concha Piquer en una novela gráfica que se mira, se lee y se escucha.
Carla Berrocal (Madrid, 1983) es una ilustradora valiente que no solo ha tenido el arrojo de escribir una biografía en formato cómic absolutamente brillante, Doña Concha, sino que lo ha creado sobre una figura que, a priori, echaría para atrás a más de una. Berrocal ha conseguido acercarnos a una personalidad y a un género musical encasillados injustamente en el folclore más rancio. En esta entrevista Berrocal muestra que lleva la experimentación en su ADN, lo hace por necesidad vital, y fruto es que Doña Concha sea un cómic sonoro.
¿Has dibujado un cómic sobre Concha Piquer para hablar de la copla o sobre la copla para hablar de Concha Piquer?
Mira, esto no me lo han preguntado nunca. Pues no sé qué decirte, yo creo que fue un poco casi a la vez, fue empezar a interesarme sobre la copla y el concepto general de lo que significa y de lo que ha significado para la cultura española y a la vez fui interesándome por la figura de Concha Piquer, un poco paralelo. Lo que sí tenía clarísimo es que una vez hiciera la obra, no iba a ser una obra puramente biográfica, no solo iba a hablar de Concha, quería que fuera una puesta en valor de la copla.
¿Es la primera vez que te enfrentas a una biografía? ¿Qué te parece este género? ¿Cuáles han sido tus referencias?
El cómic no es un formato que te permita profundizar demasiado a no ser que te extiendas muchísimo. Esta es la segunda biografía que hago, pero la otra era una cosa muy libre, muy loca, no podemos decir que fuera una biografía al uso, pero en el caso de Concha Piquer fue muy complicado porque tuve que diseccionar, elegir qué partes quería, qué parte no, qué partes me llamaban la atención A mí lo que más me sorprendió e impactó cuando conocí la vida de Concha fue su decisión de dejar de dar conciertos, porque siendo una actriz en plena madurez del estrellato y con capacidad de mover masas, de generar dinero, me pareció una decisión arriesgada y muy valiente el hecho de dejar de hacer lo que más le gustaba en el mundo porque pensaba que la calidad de su voz no era lo suficientemente buena como para continuar dando espectáculos. Quería que el cómic acabara en ese momento de su vida, porque el tema de la maternidad, sus viajes, su éxito, su decadencia después o cómo empieza a alejarse cada vez más de los medios y a volcarse más en el trabajo de su hija no me parecía de tanta importancia en lo que era su vida. De alguna manera supe que ese iba a ser el punto final. Tenía claros el inicio y el final y los puntos intermedios fueron los que más me costaron, porque pasan muchas cosas en medio que había que sintetizar.
En el cómic no está toda la vida de Concha Piquer, ¿qué decidiste dejar fuera?
Me hubiera gustado mucho profundizar un poco en su relación con Eva Perón, porque me parecía curiosa, pero me daba un poco de miedo que se comiera la historia, porque creo que es algo que todo el mundo sabe de Concha Piquer.
Yo no la conozco…
¡Eva Perón fue la madrina de su hija!
Concha Piquer estuvo mucho fuera de España…
Es muy interesante y esto lo cuenta Stephanie Sieburth. El punto de contacto de los exiliados de España era Concha Piquer, la única que yo creo que daba esas giras por Sudamérica. Para las personas exiliadas era un punto de encuentro con su país. Siempre se ha achacado a Concha Piquer que era facha, pero en realidad si te fijas bien fue de las pocas cantantes que mantuvo contacto con la gente que estaba exiliada de España y eso también es interesante, para borrar un poco esa imagen de ella. En España se insiste mucho en el relato de que las personas que se exiliaron eran las que estaban en contra de Franco y las que se quedaron estaban a favor y yo creo que hay un punto ahí de memoria a reivindicar; a mi abuelo no le gustaba Franco, no estaba de acuerdo con la dictadura, pero tuvo que quedarse para reconstruir España y seguir con su vida y se nos olvida eso también. Lo que voy a decir puede ser peliagudo, pero para la izquierda es mucho más satisfactorio el relato de Miguel de Molina como el pobre que se tuvo que exiliar, que el relato de las folclóricas que se tuvieron que quedar y que estuvieron dando el callo aquí. Además, en el caso concreto de Concha Piquer siempre se la ha puesto el san benito de facha, y en realidad no lo era, como la copla: hay una creencia de que todo lo que se hacía y todos los artistas que había eran afines a Franco, pero muchos de ellos hicieron obras maravillosas y no se les reivindica, no se hacen ciclos de ellos, no se les pone en valor. A mí, por ejemplo, en cine me encanta Mur Oti, director español que que rodó prácticamente todo su cine en la época de la posguerra y del franquismo y tiene una obra increíble, es como el John Ford español y en cambio se sabe muy poco de él. Muy poco cine de esa época se estudia y a todo siempre le ponemos esa etiqueta, es injusto.
¿Ese “doña” del título qué significa?
Significa lo que es Concha Piquer, una señora que era muy contundente, con mucho peso dentro de la copla, que imponía. Empezó siendo Conchita y acabó siendo doña Concha. Eso es bastante simbólico también, te habla mucho de su evolución.
En Doña Concha se dice de la Piquer que se creía el ombligo del mundo, que era sofisticada, tenía educación, era muy brava y muy profesional. Dinos tus adjetivos para definirla.
Orgullosa, profesional, borde (risas) y señora. Mira, cuando me dijo su nieta que todos los días a las cinco se tomaba un whisky exclamé: “¡Yo quiero ser Concha Piquer de mayor!”. Me parece brutal. Ella siempre hizo lo que le dio la gana, estuvo con un hombre casado en la España franquista, se quedó embarazada estando soltera, tuvo que irse a Uruguay a casarse… ¿Que quiso cantar?, pues fundó su propia compañía. Hizo siempre lo que quiso, incluso con Franco: no iba a las presentaciones oficiales, mandaba un cheque. Fue una persona muy libre; a pesar de vivir en un contexto que no se lo permitía conservaba una libertad que es bastante admirable. Además, cuando ves la entrevista en Cantares con Lauren Postigo, te das cuenta de que era muy profesional en todo momento; muy pocas veces se podía permitir mostrar a la persona real que había detrás de la artista, era muy exigente en su proyección profesional y actuaba siempre muy medida. Yo creo que solamente en el ámbito íntimo era un poco más relajada.
Concha Piquer podría ser calificada por muchas como un referente feminista de la época por la vida que llevó; sin embargo, “feminista” no es uno de tus adjetivos para la Piquer, ¿por qué?
Una amiga me lo decía, se puede ser feminista sin quererlo. Creo que hay una generación de mujeres que lucharon mucho, nuestras madres y abuelas han luchado de alguna manera por que nosotras tuviéramos una vida mejor y más oportunidades, así que no es necesario tener el carné de feminista para ser feminista. En el caso de Concha Piquer, aunque fue algo motivado por una cuestión más personal y su interés profesional, de alguna manera sí que abrió caminos hacia otras mujeres. Es verdad que estaba en una posición de privilegio y eso le permitía poder hacerlo, pero al final el hecho de estar ahí y de hacer todo ese tipo de cosas… Por ejemplo, llevar su propia compañía era una cosa muy exigente y le generó una fama de “mandona”, algo que con un hombre no pasaría. No no voy a negar que ella fuera dura, exigente e incluso desagradable, pero es verdad que muchas veces si tienes un equipo de 30 personas, estamos hablando de los años 40 y 50, de la España franquista, o te ponías borde y sacabas un poco la mala leche o era imposible hacer funcionar a un equipo así, entre ellos técnicos y la mayoría hombres. En este aspecto y en cierto modo sí que fue feminista. Fue de las primeras mujeres con gran proyección que generó el modelo del espectáculo de lo español en teatro, porque es verdad que hubo cupletistas antes, pero el modelo es distinto. La inteligencia de la Piquer consistió en transformar el espectáculo de variedades americano en español, en eso fue la pionera.
Hay tres momentos en el cómic en el que narras a la Piquer cantando en el escenario. Al principio con Florero, siendo una niña. Noche de luna acapara protagonismo en mitad de la historia. A mí me dejó los pelos de punta, es magistral. Y lo repites al final con Mañana sale. ¿Qué nos quieres decir con estas canciones?
La de Florero la puse porque fue la primera canción con la que debutó en Estados Unidos y a ella la transforma en lo que puede ser Concha Piquer. Para mí era muy importante poner la letra completa sin acortarla. Lo que yo quería, cuando empecé a fijarme en la copla, era reflejar el poder y la belleza de sus letras, que el lector viera el espectáculo completo y que incluso se detuviera en el movimiento de las manos, en cómo se gira ella, como si estuviera viéndola en directo. Cuando estamos hablando de copla es fundamental dar ese peso a la letra. Aunque el cómic sea un medio en el que no hay sonido, yo quería que la gente lo oyera de alguna manera. También decidí poner las canciones en puntos vitales. Era una decisión muy consciente y muy meditada. De hecho, en el cómic hay canciones que están por debajo y canciones que están por arriba. Las canciones que están por abajo son más de acompañamiento y las canciones que están por arriba señalan momentos muy importantes. Rafael de León a menudo utilizaba el corpus vital de Concha para escribir canciones, y en el caso de Romance de la otra se la escribió porque ella era “la otra” de Antonio Márquez. Antonio Márquez estaba oficialmente casado pero su mujer estaba en Cuba y en términos clásicos estaban divorciados. Esto lo llevaba muy mal Concha, porque pasaba de Manuel Penella, que estaba casado, a Antonio Márquez, que también estaba casado, y, claro, verla cantar Romance de la otra era un verdadero espectáculo porque se vestía de negro y lloraba. Había que imaginarse bien la escena porque estaba cantando su vida, la emocionalidad que sentía sería muy próxima a la de su vida real.
La novela gráfica que has creado no es una biografía al uso, has decidido mostrar parte de tu trabajo al realizarla, por ejemplo las entrevistas a las personas a las que has acudido para documentarte, ¿no te convencía del todo el género biográfico?
Si piensas solamente en la biografía como tal, hay biografías que son bastante horribles de ver. Ha habido cosas en Doña Concha que están ficcionadas, por ejemplo no sé cómo fue la discusión que pudo tener con Antonio Márquez…, pero hay un punto en el que tienes que proyectar tus experiencias vitales en los personajes. Ha habido momentos en los que me he sentido muy unida a Concha, me he sentido muy folclórica, los desamores los he vivido como ella, estas cosas de enamorarme de la persona equivocada, los dramas… Pero claro, todo eso lo completas. Es muy importante el tema de la autoría; no se trata de contar simplemente una vida, es que ficciones contando una vida y que el relato suene bien. A mí me generaba mucho interés crear varios niveles de lectura dentro de la propia obra, que no solo fuera una historia que se leyera en un plano, sino en planos distintos, y que esa lectura fragmentada encajara y que pudieras leer Doña Concha una vez pero también tres veces y encontrar cosas distintas, eso es lo chulo del libro.
Franco sale en un momento dado dando un discurso…
La verdad es que lo hemos acortado porque no había mucho espacio, pero a mí me parecía muy interesante incluirlo porque el relato es el mismo que el de ahora. Quería que no solamente hubiera entrevistas con personas actuales que den una lectura contemporánea de lo que ha sido la copla, sino que me parecía interesante plasmar cómo sucesos que han pasado pueden volver a pasar. El tema del discurso de Franco me parecía muy simbólico: al leerlo comprobé que era VOX, y dije: “Voy a colar esto, a ver si la gente se da cuenta o reflexiona un poco…”, porque en un principio, aunque sirve para contar la Guerra Civil española, también sirve para comprobar que hay ciertos lenguajes en la ultraderecha que se perpetúan y que no han cambiado prácticamente nada en los casi 90 años que han pasado. También me gusta mucho, yo creo que es uno de mis momentos favoritos, cuando Franco dice: “Viva España, viva el pueblo español” y le da una patada a Miguel de Molina, al que le obliga a exiliarse; estaba poniendo lo que Franco decía y luego lo que hacía, como el plano y el contraplano, me parecía fuerte y sin embargo ha pasado desapercibido, ni siquiera ha llamado mucho la atención en prensa. Es verdad que el epicentro del cómic no es ése, pero yo voy dejando cositas así, me parece divertido.
Como miguitas que hay que seguir, has introducido al comienzo de los capítulos hojas color salmón en las que aparece una pequeña viñeta en cada una y que, viéndolas en conjunto, nos cuentan algo. ¿Qué son y por qué lo has querido hacer así?
Me hacía gracia meter un plano narrativo en el que el lector o lectora hiciera el esfuerzo de saber qué está pasando. De hecho hay mucha gente que no se ha dado cuenta, no lo han visto o piensan que son hojas de adorno. Todo en el cómic está muy medido, mucho más pensado de lo que puede parecer. En principio , el formato de esta historia iba a ser normal, a página completa, pero cuando empecé a hacer la historia siempre tuve claro que sería fragmentada. Creo que al ser un episodio tan concreto en la vida de Concha iba a suponer darle un peso excesivo, cuando en realidad es una anécdota que cuenta su hija porque el crimen ha prescrito. Me apetecía hacerlo más bien como un guiño, como una mujer que ha hecho todo esto y no solo eso, sino que encima se ha defendido de una agresión machista y ha conseguido escapar. Mi idea era meter este punto narrativo porque también me apetecía, porque también tengo un interés muy experimental en el cómic, y si te puedo colar algo experimental en una obra muy comercial puede molar mucho.
Has metido entrevistas por medio, ¿eso también es algo experimental? ¿Es por romper una narración lineal? También sales tú…
Cuando empecé a hacer el cómic yo sabía, como te decía antes, que no quería hacer una biografía al uso tal cual porque me parecía aburrida desde un punto artístico. Me apetecía algo que me supusiera un reto y también quería un cómic en el que se hablara de la importancia de la copla y de su invisibilización. Cuando leí a Stephanie Sieburth, me dije que quería contar lo que decía pero de una forma no tan académica, más accesible. Me hacía gracia también el juego de contar una historia sobre cultura popular a través de un medio de cultura popular como es el cómic y ambos muy denostados, cada uno por una razón. Lo que quería no era solamente narrar la vida de una persona, sino armar un discurso sobre qué es la copla, por qué ha sido invisibilizada, qué ha pasado con el franquismo y la copla, por qué la copla les gusta tanto a los maricones… Componer un libro donde pudieras recoger ambas cosas. Cuando inicié el proyecto nadie hablaba de la copla, por primera vez he sido una visionaria (risas), aquí me viene el punto folclórico (risas)… Ha sido de repente de unos años a esta parte, con Lidia García, Gloria Durán, Rodrigo Cuevas, gente que ha empezado a tomar cosas muy tradicionales, muy españolas, y a darles la vuelta, darles un significado distinto o recuperarlas y actualizarlas.
En una de las entrevistas que hiciste para documentarte, le preguntas a la investigadora y divulgadora Lidia García qué piensa ella que ha supuesto la copla para las mujeres. Después del proceso de creación de Doña Concha, me gustaría hacerte a ti esa misma pregunta.
La copla para las mujeres ha sido una forma de canalizar muchas emociones. Lo que decía Lidia es totalmente perdurable, me abrió la puerta, y Stéphanie también porque trata mucho el tema de la perspectiva de género en la copla y se te queda ahí, ya no ves la copla de la misma manera. ¡Yo no sabía nada de copla, no sabía quién era Rafael de León ni que era homosexual, no sabía nada, descubrí que esas canciones hablaban de mujeres que eran arrabaleras, marginales, que eran violentas, que no eran mujeres que eran lo que el régimen esperaba de una mujer, y que sus principales cantantes fueron también mujeres que hicieron toda su vida lo que quisieron. Todo eso fue precisamente corroborar lo que Lidia me había dicho en la entrevista. Es muy bonito que mucha gente, después de leer la obra, me haya dicho que tenía una visión de la copla muy distinta y gracias al libro se ha dado cuenta de lo equivocada que estaba. Contribuir a hacer justicia a ese tipo de música con una cosa tan pequeñita como es un cómic me genera mucha felicidad. Genera una sensación como de justicia, había esa cosa de minimizar la copla y ahora la miras con orgullo. Y además hay algo en general en España y es que aborrecemos la cultura popular, siempre la hemos aborrecido, tenemos a la alta cultura muy idealizada y la popular la igualamos a mala calidad, si le gusta a todo el mundo es que no tiene criterio, y en realidad no es así. Una fantasía erótica maravillosa que tengo es que una persona franquista cantara Tatuaje y no se diera cuenta de que eso era un amor homosexual, es que eso es metérsela doblada al sistema, imagínatelo: eso es un triunfo de Rafael de León, conseguir que todos los machos te canten Ojos verdes y que sea una cosa súper marica en el fondo es todo un éxito.
Las coplas hablan de mujeres amantes y prostitutas, y quienes componían las letras eran hombres, algunos de ellos homosexuales, tan importantes como Rafael de León. ¿Por qué crees entonces que la copla se asoció y se asocia a la cultura franquista?
La copla es la música más popular, la que empieza a petarlo porque empieza a haber artistas como Concha que empiezan a hacer sus espectáculos, surge la radio y se empieza a popularizar. Yo creo que a Franco le venía muy bien la copla porque era una música con sonidos que él identificaba como lo español, que es la música andaluza, la música que iba a unificar el discurso de qué era lo español. Hasta entonces tenías la catalana, la gallega… pero eso no beneficiaba al discurso de la unidad de España que quería Franco para su régimen. Se apropió de la cultura andaluza porque le convenía y la universalizó como cultura española. Le vino bien que fuera una música popular, pero esta música estaba compuesta por artistas y estos artistas no tenían que ser franquistas, así que metían estos goles y estas historias tan desgarradas. No podemos decir tampoco que la copla sea feminista.
¿Crees que la derecha política hoy sigue apropiándose de la copla como hizo en el pasado? ¿Cómo crees que se ve este género musical en la actualidad y por la gente joven en particular?
Hay una generación de autoras, autores, críticos, divulgadores, etc. que hemos nacido en democracia, que no hemos vivido el peso del franquismo en la copla y que somos capaces de acercarnos a ella de una forma mucho más desprejuiciada. Y vamos a hacer lecturas y reinterpretaciones distintas de la copla, que es lo que está haciendo Lidia, por ejemplo.
Cuando las folclóricas eran ellas las que trabajaban fuera, salían, viajaban largas temporadas, etc., sus maridos tuvieron que adoptar el rol que les hubiera correspondido a ellas en otras circunstancias. Por ejemplo, Pedro Carrasco o El Pescaílla. ¿Qué piensas de esta inversión en los roles tradicionales, fueron estas parejas también pioneras en eso? ¿Les pasó factura de cara al público?
Fueron pioneras hasta en eso, sus parejas hombres adoptaron un rol más feminizado, pero no creo que les pasara factura. No se les cuestionaba su masculinidad, estaban con un pedazo de mujeres que tenían mucho talento y como que se entendía que tenían que desempeñar ese papel. No se les cuestionaba quizás por esta cosa tan romántica de que ellas se debían a su arte y se entendía que el hombre podía tener ese papel de soporte… a mí no me parece que se les haya cuestionado. ¿Tú crees que sí?
Creo que eran mujeres muy libres en lo que decían, en lo que hacían, ellas salían de fiesta por las noches y volvían de madrugada mientras ellos se quedaban cuidando a los hijos…
Se puede dar el caso contrario… Estoy pensando en el caso de Juanita Reina, que a veces adquieren ellas el papel de marionetas, que hay un poder que hay detrás. Y creo que ese puede ser el caso de Juanita Reina con su padre, que estaba siempre por detrás moviendo los hilos y tal, pero no es lo habitual. Dentro de las folclóricas lo normal es que sea el hombre quien adquiera el otro papel. De hecho a mí me gusta mucho esto, si te fijas en el cómic, cuando están coqueteando con Antonio Márquez él adquiere un rol muy feminizado, y es ella la que lleva la voz cantante y la que le seduce de alguna manera, él es más tímido y juego con esa timidez que es parte de esa feminización, cuando es ella la que le dice: “Sácame a bailar”. Me hacía gracia porque me los imaginaba así y luego la nieta me dijo que era bastante real como les había representado.
Sobre la homosexualidad y bisexualidad, pese a que las canciones podían tener ese punto de doble lecturas, estaban compuestas por autores homosexuales. ¿Cómo se llevaba este tema en la vida de las folclóricas?
Hay una invisibilidad, claro, porque en su contexto esas cosas eran muy difíciles. Hasta por ejemplo cuando Lola dijo: “¿Quién no se ha dado un pipazo con una amiga?”, yo creo que era complicado. Las letras de la copla hablan amores escondidos, personas que no están en lo normativo… son una especie de paraguas con el que el colectivo LGBT se ha sentido muy identificado. Cuando Concha Piquer o cualquiera otra cantaba estas canciones, muchas veces dentro de la canción interpretaba al hombre y a la mujer y eso puede ser visto como algo lésbico incluso. Hay un punto ahí en el que el colectivo podía sentirse identificado al cantar sus vivencias sin sentirse culpables. Eso ha sido como una ventana para el colectivo, una forma de poder respirar, de poder estar en un momento en el que no podían estar, y un soporte. Las folclóricas también se movían en ambientes muy creativos, muy artísticos, y creo que en el mundo artístico el 90 por ciento de la gente es homosexual, estaban acostumbradas a que en los antros donde actuaban en sus inicios hubiera de todo, eran personas muy abiertas.
Doña Concha está teniendo cierto éxito, ¿qué va suponer haber creado este cómic en tu vida profesional?
Me ha ayudado mucho porque está teniendo mucha visibilidad y generando mucho interés, lo cual está muy bien. Me da un poco de miedo que se me encasille, esto ya lo he empezado a decir porque hay mucha gente preguntándome qué próxima biografía voy a hacer, y si hay una cosa que me caracteriza como buena géminis que soy es no atarme nunca a nada. La copla se cruzó en mi vida de manera muy accidental, salió esto y ahora es momento de hacer otras cosas que me apetecen más, que me diviertan un poco y que sean un poco más ligeras también, que yo creo que hace falta ese tipo de ficción.
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