‘La sirenita’ y el color del éxito
En muchas ocasiones, personajes de razas no blancas han sido interpretados por personas blancas sin que se desatara la polémica que sí está habiendo con una sirenita afroamericana.
Sería estupendo que este artículo fuera para analizar críticamente la decisión de los estudios Disney de crear un remake en live action (es decir, en carne y hueso) de La sirenita, la historia que quizás sea una de las más problemáticas de entre todas las princesas Disney en lo que respecta al amor romántico y a la perspectiva feminista. La historia de Ariel puede que provoque amor y odio a la vez porque, ¿cuántas niñas no han querido ser sirenas? Al mismo tiempo que es difícil crecer y entender toda la violencia simbólica que se transmite en una película cuya canción de la bruja, por poner uno de los varios ejemplos, dice:
“No olvides que tan solo tu belleza es más que suficiente.
Los hombres no te buscan si les hablas
No creo que los quieras aburrir”
En la versión de 1989 Ariel se queda sin su voz (y quedarse sin voz en este contexto encaja muy bien como una metáfora) a cambio de tener piernas y poder, así, acercarse al príncipe humano del cual está enamorada. No sabemos hasta ahora si la nueva versión pasará por alguna revisión en este sentido, mientras tanto, lo que sí que se está viendo hasta ahora es la gran reacción del público a que Halle Bailey, la actriz elegida para hacer de Ariel en esta nueva versión, sea una mujer negra. El tráiler oficial de Disney tiene actualmente más de 1,5 millones de dislikes y cerca de 515 mil likes, lo que aproximadamente significa que tres cuartos de las personas que evaluaron el tráiler se preocuparon en hacer público su descontento por lo que habían visto.
Es cierto que la propia comunidad negra en parte dudaba de que la película llegara a salir con Halle Bailey como protagonista, porque desde el momento en que la actriz fue anunciada, en 2019, como la elegida para interpretar a La sirenita, también empezaron los boicoteos virtuales, el debate sobre la fidelidad en las adaptaciones, sobre la representatividad y, sin duda, sobre las razones implícitas en tanto rechazo. Aparentemente, los fans de dibujos animados y de los comics, en general, no se han molestado con la misma intensidad delante de algo que pasa a menudo en los live actions, el whitewashing, que es la contratación de un actor o actriz blanca para representar a un personaje que es originalmente no blanco.
Como si la falta de diversidad ya no fuera suficiente, hay una extensa lista de personajes que en sus historias son descritos como negros, asiáticos, indígenas, entre otros, pero que Hollywood decidió que fueran interpretados por personas blancas. La situación también se repite cuando la historia está basada en hechos reales y su protagonista hace parte de alguna minoría étnica, ese fue el caso de Angelina Jolie cuando representó a Mariane Pearl, una periodista afrocubana en Un corazón invencible de 2007, y de Ben Afleck cuando actuó como Antonio J. Mendez, agente de la CIA de origen mexicano-americano en Argo, película de 2012. Un detalle curioso es que, en general, los villanos de estas películas sí que se siguieron siendo representados por actores no blancos como originalmente lo eran. ¿Será casualidad?
Es importante recordar que desde los principios de la historia del cine norteamericano ha habido actores blancos representando a minorías. Ese hecho se remite al periodo donde los actores se pintaban la cara de negro y el blackface era plenamente aceptado. Entonces, las personas negras tenían prohibido actuar para el público blanco a causa de las leyes Jim Crow, que imponían la segregación racial. Fueron revocadas completamente en 1964, cuando la Ley de Derechos Civiles prohibió la discriminación racial y la segregación por el color de la piel. Hasta entonces, incluso las escuelas infantiles estaban segregadas.
Se hace complicado medir el impacto que la segregación produjo en la cultura cinematográfica estadounidense, pero es un hecho que, hasta ahora, el whitewashing sigue siendo muy bien aceptado en occidente. Sin embargo, cuando sucede al revés y una persona no blanca es elegida para hacer el papel de un personaje inicialmente blanco, se genera una fuerte controversia por una parte de la sociedad.
El debate sobre la aceptación de una sirenita negra va a seguir, pero tan importante como discutir si su rechazo por parte de una multitud es o no racismo, es también entender que lo que buscan las productoras cinematográficas, por norma, es ganar dinero. Que todas estas elecciones por el whitewashing al final corresponden a una decisión comercial segura, y que sí existe un color para que el éxito sea incuestionable.
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