Cuando se van las maestras

Cuando se van las maestras

Las enseñanzas de Dolores Juliano y la incansable lucha de Hebe de Bonafini contra las estructuras de poder de la dictadura y la violencia institucional son horizontes en nuestro presente.

07/12/2022
Dolores Juliano en su casa, en Barcelona./ Foto: Bárbara Boyero

Dolores Juliano en su casa, en Barcelona./ Foto: Bárbara Boyero

En estas últimas semanas murieron dos mujeres referentes para muchas de nosotras: Hebe de Bonafini y Dolores Juliano. Aunque distintas, fueron guías para denunciar, transformar y comprender el presente en el que habitamos.

Las reflexiones de Dolores Juliano son indispensables para entender la migración, los procesos de exclusión y criminalización hacia parte de la población que vive en estas tierras. Entre tantas enseñanzas, sigue presente su análisis sobre la violencia institucional hacia ciertos colectivos que no solo son considerados diferentes, sino inferiores y prescindibles. Hacía constante referencia a la persecución que enfrentan las trabajadoras sexuales y los vendedores ambulantes como ejemplo de la discriminación institucional, consistente en prohibirles derechos que a las demás personas se les reconocen.

Sus enseñanzas nos ayudaron a entender y a expresar con palabras la incomodidad que sentimos cuando se habla de las “mujeres migrantes” desde una perspectiva victimista que tiende a subrayar la explotación y el engaño frente a las estrategias que se desarrollan durante los procesos migratorios. Si bien proponía esta reflexión hace más de 20 años, continuamos asistiendo a debates académicos y políticos que someten al silenciamiento a las mujeres migrantes, al hablar de ellas pero sin ellas. Con gran lucidez señalaba que esta mirada victimista permitía eludir una discusión más profunda sobre los efectos de la legislación de extranjería y de las políticas desarrolladas en las mal llamadas “sociedades de acogida”.

Estos aspectos se siguen reproduciendo en la actualidad pero ahora con “nuevas” aproximaciones, como la blanqueada perspectiva interseccional. En el ámbito de las migraciones y mujeres, por ejemplo, muchas investigaciones de feministas blancas siguen ancladas en las estudiar las experiencias individuales de personas o sus “trayectorias migrantes”. Buscan describir al detalle las violencias que viven y, en ocasiones, se preguntan en qué medida sus investigaciones contribuyen a “empoderar” a estas mujeres. La mayoría de las veces las respuestas son afirmativas, se autoperciben como salvadoras blancas y así la jugada colonial se reproduce hasta el infinito.

Sin embargo, poco se estudia sobre los mecanismos de poder que generan estas violencias, cómo se perpetúan y cómo quedan ocultos. Me pregunto si la continua narración sobre las violencias que enfrentan las mujeres y personas trans migrantes (que a veces roza el morbo, una especie de “pornomiseria”) contribuye a cambiar las estructuras que las (re)producen o, si por el contrario, ayudan a normalizarla. En el contexto actual y, tras años de ser parte en/sobre investigaciones de “mujeres migrantes”, intuyo que contribuyen más a lo segundo que a lo primero.

Las investigaciones deberían mirar hacia arriba. Estudiar, con el mismo nivel de detalle que se analizan las vidas migrantes, a quienes producen las violencias y a quienes se enriquecen de ellas. En el ámbito de la antropología, por ejemplo, se podrían realizar entrevistas de profundidad con el personal policial, jueces, juezas, funcionarios de extranjería. Hacerles etnografía, ir a los lugares donde viven, esperarles fuera, dormir en sus casas, sacarles fotos, hacerse sus amigas, cuidar a sus criaturas, compartir sus vidas… ¿Sería esto posible? ¿Incluso imaginable? ¿Por qué cuando se estudia a las mujeres migrantes esto parece posible y es impensable con una jueza? ¿Qué cuerpos están disponibles para ser investigados y cuáles no? ¿Dejan de ser “objetos de estudio” las mujeres migrantes estudiadas? ¿Dejan de serlo luego del acto de enunciación (meramente autoexculpatorio) de “soy consciente de mis privilegios blancos”? ¿Quién estudia al poder? ¿Cómo estudiarlo? ¿Por qué se decide no hacerlo?

Las enseñanzas de Dolores Juliano y la incansable lucha de Hebe de Bonafini contra las estructuras de poder de la dictadura y la violencia institucional son horizontes en nuestro presente. Nos invitan a mirar hacia arriba, a analizar cómo son las estructuras que generan violencia, quienes son los que se benefician y quienes la sostienen. Continuar con esta mirada, con lo que ellas pensaron y reivindicaron es una manera de honrarlas y continuar con su legado.

Este texto fue publicado inicialmente en La Directa

 


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