Aránzazu Calleja: “La música es una grandísima mentirosa y una gran manipuladora”

Aránzazu Calleja: “La música es una grandísima mentirosa y una gran manipuladora”

Nominada junto a Maite Arroitajauregi (Mursego) a dos premios Goya la compositora afronta un año plagado de nuevos proyectos con un objetivo claro: trabajar poniendo los cuidados en el centro.

Aránzazu Calleja trabajando. / Foto cedida por la entrevistada

Muchas recuerdan a Aránzazu Calleja (Bilbao, 1977) por cantar junto a su compañera Maite Arroitajáuregi una canción en euskera acompañándose de las palmas para agradecer el Goya que recibieron en 2021 por la banda sonora de Akelarre, de Pablo Agüero. Esa imagen en la gala de la pandemia no era la habitual. Recibieron a “Francisco”, como ella llama al codiciado “cabezón”, desde un hotel. Detrás de aquella alegría había muchas horas de composición musical, de incansable trabajo y de cuidados entre las dos creadoras. Aunque la historia de un Goya se fragua muchos años atrás.

Calleja empezó a tocar el violín siendo una niña. En la universidad (estudió Bellas Artes) acompañaba piezas audiovisuales de quien se lo propusiera. Ha estudiado en el Taller de Musics y en la Universidad Pompeu Fabra. Fue becada para estudiar en Berklee College of Music de Boston y seleccionada para participar en la Berlinale Talents 2014.

Su primera colaboración en el cine fue nominada al Goya (La primera vez, 2001) y la segunda al Óscar de la Academia (Éramos pocos, 2005). Con el director y guionista Borja Cobeaga ha trabajado en distintos proyectos desde el inicio de su carrera y la fórmula sigue funcionando. Ha creado la música de películas como Cinco Lobitos de Alauda Ruiz de Azua y El hoyo de Galder Gaztelu-Urrutia. También ha participado en proyectos como Ez amour esta toujours con mujeres como Irantzu Varela o Cris Lizárraga. Juntas hicieron en el marco de Zinegoak 2022 un repaso irónico, personal y feminista a clásicos de la música.

Con su amiga y compañera Maite Arroitajauregi acaba de “poner el lazo” a su trabajo más reciente y aún por estrenar: Irati, de Paul Urkijo. Esta banda sonora les ha valido dos nominaciones a los Goya de este año: mejor banda sonora y mejor canción original por Izena Duena Bada, “todo lo que tiene nombre, es”. Una declaración de intenciones porque, como dicen las lingüistas feministas, lo que no se nombra, no existe.

¿Qué significa esta nominación a dos premios Goya?

Una nominación al Goya es un reconocimiento enorme al trabajo hecho en la industria del cine. Es el máximo a lo que puedes aspirar aquí. Es un motivo de satisfacción muy grande pero a la vez se abren un montón de puertecitas unidas a esto. Una es la del orgullo y la alegría y otras menos agradables y te preguntas si merece nuestro trabajo este lugar, ser una de las cinco bandas sonoras elegidas del cine español este año. Se ponen en juego muchos intereses de la industria y te entran las dudas de si realmente están votando porque tu trabajo ha gustado o porque se desatan una serie de intereses y cuestiones que no tienen que ver con tu curro. Irati es una peli que pone en valor la identidad y el folklore vasco y habrá mucha gente que se quiera apropiar de ello. Estamos trabajando mucho para disfrutar de lo verdaderamente importante que es que aplaudan nuestro trabajo. Aprendes mucho y te haces muy fuerte cuando te ponen el foco en la cara por segunda vez. Nos estamos haciendo muy fuertes con todo esto.

Trabajáis desde un lugar distinto. ¿Cómo os habéis relacionado para componer juntas?

Yo digo a menudo que lo mejor de Akelarre no fue el Goya ni el proyecto si no el tándem que Maite y yo formamos y del que me siento superorgullosa. El hecho de que repitamos, guste y nos nominen confirma que funciona. Creo que es bonito porque se basa en algo que se ha dado de manera natural, muy orgánica y, a la vez, excepcional. Nos respetamos y admiramos mucho mutuamente, nos complementamos superbien. Tenemos mundos diferentes. Nos completamos en nuestras fortalezas y debilidades. Respeto, admiración y muchísimos cuidados. Ahí estaría la clave. Ha habido momentos que más que componer hemos dedicado mucho tiempo a sostenernos, también en nuestros asuntos personales, a comprender nuestros bloqueos, nuestro sentido del humor…. Apoyo, humor, amor son las palabras y creo que nos nutrimos mutuamente. Nos queremos, admiramos y respetamos mucho. Mucha gente nos dice que eso se ve desde fuera y me da mucha satisfacción. Los cuidados y la comprensión van más allá de lo musical y son fundamentales para entendernos. No siempre estamos de acuerdo en todo, pero no anteponemos lo creativo. Lo humano esta por delante de todo lo demás. Hay decisiones que hemos aceptado y que igual no hubiéramos hecho así … y hemos encontrado el equilibrio. Volvería a trabajar con ella una y mil veces. Por cierto, también hemos hecho juntas la sintonía de Zinemaldi.

 

¿Hay más mujeres en creación musical en cine ahora? ¿Han ayudado las medidas de acción positiva que premian los proyectos en los que hay mujeres?

Por supuesto que es un paso enorme el hecho de que ahora empecemos a tener espacio y a ser más visibles y que la gente pueda dar más de un nombre de compositoras de bandas sonoras y esto en parte es gracias a la reforma que se hizo premiando proyectos con jefas de equipo con departamentos muy masculinizados. Musica, VFX, directoras de foto… son lugares en los que no hemos estado tan presentes hasta ahora. Después de varias películas y tantos encuentros entre nosotras tengo un chat entre compositoras que era algo que yo no imaginaba hace años. En cine se generan unas dinámicas que ya de por si requieren renuncias tremendas a otro tipo de vida en esos momentos de composición, grabación y mezcla. Es muy difícil conciliar. Si tienes gente a tu cargo es muy complicado porque las exigencias del cine son tremendas. Que las mujeres nos ausentemos de los cuidados siempre se ha visto como algo raro, siempre hemos sido las cuidadoras. La lucha que proponemos es poder trabajar y tener un bienestar. Muchas veces te encuentras con tiempos de entrega imposibles. Que no estemos las mujeres tiene que ver con todo esto. Pasamos por fines de semana y noches trabajando, rectificando, hay que llegar a un festival… Eso y las dinámicas internas de trabajo en el cine que son un peso añadido por ser mujeres.

Habéis hecho una banda sonora épica para Irati. ¿Cuáles han sido las claves para lograr esa grandeza?

Uno de los mayores retos era entrar en la épica desde nuestro perfil. Ninguna de las dos hemos sido grandes consumidoras de este género y por eso era un reto grande. Tampoco teníamos la posibilidad de disponer de una gran orquesta sinfónica y este género suele tener un perfil de música determinado. Hicimos una búsqueda para hacer algo más de cámara, pero buscando ese rollo glorioso buscamos construir melodías con un dibujo muy claro. Lo más importante era encontrar esos timbres que queríamos. Irati [un personaje] era el mundo fantástico, lo pagano y la naturaleza y Eneko [otro personaje] era el mundo de la civilización y la cristiandad, los templos. Por eso Irati era madera y Eneko era metal. Pero la cuerda está presente para hacer de colchón y está presente todo el tiempo. Hemos trabajado con un serpentón, antecesor de la tuba, y un sacabuche, jugando a construir texturas y timbres alejadas de lo contemporáneo. El rabel, la nyckelharpa, la viola de gamba…. El bosque y los personajes mitológicos, por ejemplo, lo hicimos con txirulas que es un instrumento que tiene algo de imperfección que nos parecía que iba bien con el mundo del bosque. El conjunto de cuerda ha sido Alos Quartet, que son ya como familia. Xabi Zeberio está a la cabeza en esto y es nuestro coordinador. A veces hemos necesitado duplicar la cuerda y buscar fórmulas para que fuera grandioso y lo hemos hecho a nuestra manera.

Hay otros trabajos tuyos ahora premiados o nominados…

En 2021 trabajé en Cinco lobitos y desde entonces hasta hace muy poco no he parado. Todos los proyectos han ido muy bien. El corto de Siminiani Arquitectura emocional 1959; me gusta mucho su mirada y ha sido un placer trabajar con él. Después entré en Irati, que fueron muchos meses de trabajo, y luego la sinfonía de Zinemaldi, y la serie No me gusta conducir, de Borja Cobeaga. Todo han sido buenas críticas, premios y nominaciones varias. De Cinco lobitos ya no sé ni qué decirte porque está gustando muchísimo. Irati no se ha estrenado y ya ha ganado varios premios, ahora se estrena el 24 de febrero y veremos qué opina el público que siempre es lo más auténtico. Tiene cinco nominaciones, eso ya es mucho mérito.

Cinco lobitos ha sido especial para ti. ¿Por qué?

Es un proyecto que me tocaba de muchas maneras: en la que está contada y de lo que habla creo que nos mueve. La analicé mucho. Alauda no quería ir a lugares comunes y no quería que resaltáramos cuestiones dramáticas. Quería hablar de la vida misma, las rutinas con sus luces y sus sombras: la familia, la maternidad, las relaciones humanas, la manera en la que nos atraviesa la familia en la que nos hemos criado, con quien nos vinculamos. A medida que trabajamos en ella, Alauda se fue dando cuenta de que el silencio era una herramienta muy poderosa en esta cinta que trata sobre lo imperfectos que somos y los desajustes y las cosas que no se dicen y los sentimientos no expresados. En ese sentido, si acompañamos estos momentos con música sentíamos que estábamos forzando. Es una decisión inteligente de Alauda. Hice una labor importante de crear muchas músicas, buscando tonos y llegué a la conclusión de que, en este caso, menos es mas absolutamente. Cada vez era más desnudo todo, había que quitar elementos… Es una película que no miente. La música es una grandísima mentirosa y una gran manipuladora, y solo acompaña en momentos de rutina, es música muy silenciosa, muy desnuda y que sucede cuando la vida pasa… La música ocupa un lugar importantísimo en los títulos de crédito, donde podemos liberar las emociones después de todo lo que acabamos de ver. Propuse componer una nana siniestra con la vida y la muerte y como concepto nos gustó, pero no cuadraba. Nos forzaba a sentir algo que no quería Alauda que ocurriera. He aprendido muchísimo sobre el poder de manipulación de la música y sobre el gran aliado que es el silencio en el cine.

Una de las cosas más interesantes del proceso de composición de su banda sonora fue descubrir cómo la música fuerza a la emoción de manera irremediable. El silencio, sin embargo nos coloca en un lugar mucho más activo porque le lleva a completar emocionalmente la escena. La música no permite eso. Te fuerza a sentir.

Y supongo que ya estás con proyectos sobre la mesa.

Voy a trabajar con Eneko Sagardoi en un corto que dirige él y trabajaremos de nuevo juntas Maite y yo en Betiko Gaua. Después entro a saco con Rich Flu, de Galder Gaztelu-Urrutia, la producción más grande en la que he estado hasta ahora. También está en el horizonte ya una secuela de El hoyo.

Un par de sueños…

Respondo sin dudarlo: currar con Celine Sciamma y Lucrecia Martel, pero sé que apenas utiliza música.

Te han hecho un encargo especial desde Pikara Magazine: la lista de tus favoritas para Filmin. Qué difícil.

Ha sido un encargo que me lo he tomado con mucha responsabilidad y también con cariño. Es una plataforma que ve mucha gente y hay un cine muy variado. He elegido películas tanto como cineasta como desde el punto de vista de una espectadora. Me ha servido para revisitar películas con la perspectiva que da el tiempo y el bagaje: París Texas, Terciopelo azul... Verlas de nuevo me ha servido para reafirmarme en aquello que pensé en su día. También elegí El acontecimiento, que hace poco ha ganado el León de oro en Venecia,por la banda sonora y por la interpretación. Me ha impactado mucho y la recomiendo y la pongo entre mis favoritas. Hacer este listado ha sido un ejercicio de amor al cine.

Es el feminismo un lugar desde el que se crea y se cambian muchas cosas. ¿Te ha llevado también a trabajar desde otro lugar?

Yo creo que a lo largo del tiempo y de las diferentes películas a las que me he dedicado en mi carrera me he ido formando y he ido encontrando un lugar cada vez mas claro. También se ha ido dibujando la forma en la que me posiciono. Desde que comparto proyectos con Maite he comprendido mejor lo importante que es sentirte parte de un colectivo: te permite aunar fuerzas, ampliar tu voz, tener una conciencia de hermandad y compañerismo muy grande. Desde que hemos hecho algunos curros juntas hemos podido compartir trabajo creativo y sentires. El cine es una forma de contar el mundo. Cuando contamos historias, aunque sea desde la música, tenemos una responsabilidad en lo que cuentas, en cómo lo cuentas y en la forma en la que trabajas para contarlo. Cada vez soy más consciente de que ahí tengo un lugar de responsabilidad, trato de que mi trabajo y mis maneras de hacer reflejen lo que soy, pienso y las cosas en las que creo. Me rodeo de mujeres sabias, poderosas y buenas que me hacen creer que el mundo puede ser un lugar más hermoso y amable para todas. Abordo mi trabajo de forma responsable y mis modos de hacer tratan de tener integrados la bondad, la empatía, el cariño y el cuidado. Por muy pequeña que sea la aportación a una peli, lo hago desde ahí. Como creadora feminista que soy, creo desde ahí.

 


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