Una empresa en la que las mujeres cobran más no es una utopía
La economía digital está moldeando un nuevo marco económico, de relaciones laborales y de ejes de poder. Está permitiendo imaginar espacios más horizontales, e incluso feministas, aunque, por otro lado, no para de generar expulsiones. De esa disyuntiva va nuestro nuevo monográfico, Economía Digital Feminista, realizado con el apoyo del VIII Congreso de Economía Feminista, que se celebra estos días en Barcelona.
El reparto por bicicleta, gestionado por aplicaciones en el móvil, ha sido una ruptura. A través de una única app, puedes pedir a domicilio diversos tipos de comidas, incluso encargar que te hagan un recao. Esta novedad, solo para gente de ciudad, esconde la falta de derechos y la precarización de quien se encarga de dar pedales. Esto, amigas, es la economía capitalista de plataformas: un móvil, una aplicación, y a pedir. ¿La cara menos amable? Una web que “busca” a gente para saciar los deseos instantáneos y que paga miseria por ese trabajo de reparto. Pero los sueldos no son lo único criticable en esta fórmula, también la ausencia de un empleador fácilmente identificable, los pocos controles laborables, por ejemplo para verificar horarios, el uso de los datos de las aplicaciones, los sesgos de los algoritmos o la dificultad de establecer relacionales con compañeras o compañeros, es decir, el aislamiento de la clase obrera.
Colectivos como Riders x Derechos alertaron de los peligros de la llamada “uberización”, porque es guay pedir cosas con el móvil, pero si nuestros consumos tienen consecuencias, nuestros clics, tal vez muchas más.
¿Se puede hacer un reparto responsable? Es decir, sin comercializar con los datos y sin precarizar a las trabajadoras y trabajadores, pagando los impuestos correspondientes y evitando empleadores fantasmas. Se puede. De las luchas de Riders x Derechos han nacido colectivos como Mensakas, en Barcelona, una plataforma, sí, pero cooperativa, que usa una aplicación, sí, pero con código abierto. Y aplica una mirada feminista. Nuri Soto, una de las trabajadoras cooperativistas, explica que esta empresa las mujeres cobran más que los hombres. Realizan el mismo trabajo, pero las circunstancias cambian: no es lo mismo pedalear una ciudad y hacer entregas domiciliarias siendo hombre que siendo mujer. Además, comparte, es un acto simbólico para visibilizar la brecha salarial, que siempre afecta a las mujeres.
El impulso definitivo de Mensakas para empezar a operar llegó a través de MatchImpulsa. De este proyecto hablamos en el monográfico de Economía Digital Feminista, que lanzamos con la organización del VIII Congreso de Economía Feminista. También analizamos otras empresas que tratan de que la digitalización de la vida se haga de una manera justa, lejos de las grandes empresas que controlan el sector, y que no deje a nadie fuera.
El ciberfeminismo, los datos, los algoritmos, la soberanía tecnológica o el futuro del trabajo de cuidados son parte de este monográfico, que amplía el de Economía Feminista, lanzado hace dos años.
Y, por supuesto, no falta la crítica extractivista. Porque lo digital es material.
“Las desigualdades y relaciones de dominación incorporadas en la digitalización han actualizado la dimensión colonial del capital, en por lo menos dos dimensiones. Tanto la localización geográfica de las infraestructuras físicas y su propiedad como los flujos de información y datos extraídos desde el sur global hacia el norte global enmarcan el llamado colonialismo de datos (…) La mayoría de los minerales de los que depende el capitalismo digital son extraídos de los territorios del sur, con los mismos sistemas de acaparamiento, violación de derechos y contaminación que acompañan la actividad minera controlada por corporaciones transnacionales”, escribe Tica Moreno, de Capire, una herramienta de comunicación, como se autodefinen.
¿Puede ser internet un bien público?, ¿y los datos bienes comunes?, ¿sería posible un mundo digital democrático? “Las aportaciones desde los feminismos y la economía feminista a la digitalización económica y la emergente economía digital son diversas y desde distintas trayectorias y planteamientos —como el decrecimiento digital sin fisuras o la digitalización feminista— con mucho terreno para el debate”, anota Mayo Fuster, directora del grupo DIMMONS, de la Universitat Oberta de Catalunya.
Como en todos los monográficos de Pikara Magazine, encontrarás preguntas, muchas preguntas, pero también análisis, debates, buenas prácticas y algunas alternativas.
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