Goi Argi, un espacio propio en Eibar desde 1951
La sociedad femenina Goi Argi se constituyó en 1951, aunque no pudo legalizarse hasta mucho después. ¿Su objetivo? Mantener “un centro de ocio de mujeres, alejado de todo matiz y carácter político”.
La verdad es que no teníamos muy claro a dónde íbamos. Nos habían escrito desde Arrate Kultur Elkartea, de Eibar, para que fuéramos a presentar La Sinsorga. Hace más de un año que no hacemos otra cosa que hablar del centro cultural feminista que vamos a abrir en Bilbao, así que allí nos plantamos. Dicen de Eibar que es el Hollywood vasco. No lo dicen porque haya salido de allí uno de los directores de fotografía más internacionales, Javier Aguirresarobe Zubía, sino porque la gente es muy sofisticada. La verdad es que llama la atención la elegancia de muchos de sus habitantes. Eso sí, para elegancia, la de las mujeres que nos acogieron. La sede de Goi-Argi está en un portal. Tú tocas el timbre y alguien te abre. Concretamente, en el primer piso. Muchas de las socias de la asociación aprovechan el ascensor porque son mayores. Al entrar, la sorpresa es mayúscula. Es un piso enorme, repleto de mesas en las que juegan a las cartas, con una cocina en la que se autogestionan las infusiones, los cafés, los vinitos. Tienen un pequeño escenario y fotos del papa.
La sociedad femenina Goi Argi se constituyó en 1951 aunque no pudo legalizarse hasta mucho después. En sus estatutos recogen su principal objetivo: “El mantenimiento de un centro de ocio de mujeres, alejado de todo matiz y carácter político”. Impulsada por Mercedes Kareaga, la asociación abrió su local teniendo ya más de 600 socias. Un grupo de mujeres de la localidad, según cuentan en El Correo, “recabaron dinero mediante participaciones, solicitaron un préstamo y compraron un local en la calle Toribio Etxebarria”.
Carlos H. de Frutos cuenta que la maestra Kareaga “comprobó la devastación femenina de su ciudad plagada de viudas” tras la guerra y que fue “su carácter revulsivo” el que impulsó asociación Goi Argi, “denominada oficialmente Sociedad Femenina Eibarresa” hasta 1975. Cuenta también que el “renacimiento de la industria eibarrense durante los años 50, ampliamente favorecido por la autarquía económica de los años más duros de la dictadura, favoreció el crecimiento demográfico de la ciudad, a cuyas fábricas se incorporaron miles de trabajadores procedentes del campo”. Las mujeres tuvieron que “reinventarse”, abrieron “negocios de hospedaje, restauración y alimentación” y, en los años 60, accedieron a la formación universitaria. Muchas cursaron “estudios relacionados con las tareas históricamente desempeñadas por las mujeres en las fábricas locales, como la contabilidad o la dirección y administración de empresas”.
De Kareaga dicen que era la la ‘Madre Teresa’ de Eibar. La impulsora, de la primera asociación “en todo el Estado destinada únicamente a las mujeres”, “daba cursos sobre convivencia y clases de cocina”. Realizaban también “excursiones en verano y organizaban tómbolas”. De fuertes convicciones religiosas, estuvo vinculada a Emakume Abertzale Batza, una organización de mujeres nacionalistas, fundada en 1922, que tomó como referencia Cumann na mBan, organización de mujeres vinculadas al IRA.
Porque nunca nadie, por mucho arrojo que tenga, es capaz de poner en marcha grandes proyectos si no está bien acompañada, es justo reconocer que Kareaga estuvo muy bien acompañada. Aurora Etxaburu, Mª Teresa Telleria, Miren Mendikute, Carmen Apellaniz, Celia Murua o Mertxe Juaristi son algunas de las mujeres que trabajaron sin descanso junto a ella.
Las tómbolas
A pesar de la evidente tendencia política de Kareaga y de muchas de sus compañeras, Goi Argi trató de mantenerse al margen, al menos formalmente, de la política partidista. La beneficencia y el empoderamiento de las mujeres han sido dos de sus principales ejes y han estado, históricamente, centradas en distintas labores sociales en Eibar.
Si preguntas en el pueblo, muchos y muchas recuerdan las tómbolas que Goi Argi ha organizado durante años para impulsar, entre otras cosas, la residencia de ancianos San Andrés o la apertura de guarderías. No solo eso. Alineadas por los planteamientos feministas de su época, en Goi Argi ha organizado decenas de conferencias y cursos de ginecología, cocina, costura, preparación para la boda o comprensión de misas en latín. En la entrada que tienen en Wikipedia recuerdan que “hay que tener en cuenta que en la España de entonces a las mujeres se les negaba el derecho a la vida social”, que necesitaban para prácticamente todo la firma de su padre o marido y que, por eso, “la mera posibilidad de reunirse fue un gran logro”.
En ese piso propio, que conservan todavía hoy en la calle Toribio Etxebarria, apenas han entrado hombres. Recuerdan a un ginecólogo que estuvo dando alguna charla, a distintos curas y a los hombres, de distintos gremios, que han entrado para hacer alguna chapuza. El día que presentamos La Sinsorga, sin embargo, accedieron a hacer que la actividad fuera mixta. No se trataba de una iniciativa que impulsaban ellas, sino que cedieron el local para nuestra visita. La verdad es que no había muchos y, por supuesto, no les habríamos echado de menos. Nos subimos al pequeño escenario y les contamos en qué andamos trabajando. Algunas nos miraban curiosas y atentas, otras estaban deseando que nos marcháramos para seguir jugando a las cartas. Algunas prometieron que vendrían a vernos. El tren les deja a apenas unos metros de La Sinsorga.
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