La Bauhaus y Lucía Moholy-Nagy frente a los negacionistas climáticos

La Bauhaus y Lucía Moholy-Nagy frente a los negacionistas climáticos

El programa de vivienda de Vox rechaza a la Nueva Bauhaus. En su día, el partido nacionalsocialista alemán cerró esta escuela de diseño que busca hacer viviendas eficientes y adaptadas a las necesidades de la gente y de cada territorio.

19/07/2023

Fotografía de Lucía Moholy de la Escuela Bauhau en Dessau. © Bauhaus – Archiv.

Hace unos días saltó a las redes un párrafo de la sección de vivienda del programa de Vox (pág. 43): “Rechazamos por ello proyectos globalistas como la llamada Nueva Bauhaus Europea que impulsan los burócratas de Bruselas que, con la coartada del fanatismo climático y la eficiencia energética de los edificios pretende uniformizar la realidad de nuestras ciudades”. Los artículos con titulares del tipo “Vox en contra de la Bauhaus” no se hicieron esperar, como tampoco los defensores aclarando que, hablaban de la New European Bauhaus, una iniciativa que surge del Pacto Verde Europeo, y no de la escuela de artes y oficios fundada por el arquitecto alemán Walter Gropius en 1919. Sin embargo, el paralelismo entre el ataque de los ultraderechistas españoles y los nacionalsocialistas alemanes a los proyectos arquitectónicos eficientes, funcionalistas y enfocados en la mejora de las condiciones de vida de la población, en pos de un cierto “regionalismo arquitectónico”, es de tal coherencia que asusta.

Considerada la escuela de arte y diseño más importante del siglo XX, la Staatliche Bauhaus fue una de las escuelas en las que se dio una masiva matriculación femenina, tan solo en el año de apertura, 1919, de 207 estudiantes 101 eran mujeres, lo cual planteó ciertos problemas a la dirección de la misma. Se intentó orientarlas a los talleres de tejido, se argumentó respecto a su falta de fuerza para la representación espacial y se propuso clasificarlas como “artesanas”, impidiendo su propia autoafirmación como creadoras artísticas. Sin embargo, dice Marisa Vadillo, especialista en las mujeres de la Bauhaus, los resultados de las estudiantes fueron espectaculares. Las mujeres se instalaron de lleno en un clima artístico efervescente, ocupando espacios en todas las Vanguardias.

La Bauhaus apostaba por la democratización del arte, por la interlocución entre el diseño y la artesanía, por la construcción como estética y política. Su Manifiesto, escrito en 1919, dice: “El objetivo de toda actividad artística es la construcción”. La arquitectura que de ahí surge es funcionalista, “la forma sigue a la función”, decía Gropius. El foco de las construcciones de la Bauhaus eran las necesidades de las personas, el proceso de diseño pasaba por preguntarse para qué y, a partir de ahí, se pensaba cómo debía ser una construcción. El interés máximo era solucionar el déficit de vivienda de la posguerra, pero con resultados que fueran dignos para el usuario y su comunidad. Se estudiaba el clima, las rutinas de las personas y sus interacciones entre sí y con el exterior. El objetivo era la mejora en la calidad de vida de la clase trabajadora, porque estas viviendas, sobre todo, debían ser accesibles. Estamos hablando claramente de la democratización de la construcción y la vivienda.

La Bauhaus fue disuelta en octubre de 1932 por el gobierno nacionalsocialista acusada de ser un nido de judíos bolcheviques, el papel de las mujeres en la escuela tampoco resultó ser plato de buen gusto para los señores del NSPD.

Cuando se habla de la escuela de artes y diseño más importante del siglo XX, poco se menciona a Lucía Moholy-Nagy y sí bastante a Walter Gropius, el primer director de la Bauhaus. Lucía Schultz, después Moholy-Nagy, fue una fotógrafa de origen checo, nacida en una familia judía socialista y quien, sin duda, es una de las responsables del impacto mundial que tuvo la Staatliche Bauhaus. Gracias a sus 500 fotografías hoy podemos ver cómo era la escuela de diseño alemana por dentro y por fuera (baste con mirar la serie fotográfica “La vida en la Bauhaus”), así como los objetos que creaban los y las artistas. Desde 1923 a 1928, Lucía fue la fotógrafa oficial de la Bauhaus.

No suele contarse que el fundador de la Bauhaus, Walter Gropius le dijo a Lucía que sus fotografías de la escuela habían sido destruidas en un ataque aéreo al archivo de la escuela en Berlín, pero que en realidad él las seguía utilizando para promocionar la Bauhaus en su exilio en Estados Unidos y fundar The New Bauhaus, hoy IIT Institute of Design. Gropius.

Conservó los negativos originales y los hizo pasar por suyos hasta que Lucía, en 1945, los descubrió e inició un proceso para recuperarlos. En este entramado tuvo mucho que ver su ex marido, Lazlo Moholy-Nagy, ya que en 1933, cuando Lucía huyó de Berlín, le dejó en encargo sus casi 700 negativos. Negativos que, a su vez, Lazlo dio a Walter Gropius, quien los llevó consigo a su exilio americano. Durante esos años Lucía se vio obligada a trabajar como fotógrafa sin ningún tipo de portfolio y al intentar emigrar a Estados Unidos se le denegaron los visados solicitados por lo menos en tres ocasiones, porque no tuvo forma de demostrar su trabajo en la Bauhaus.

Tampoco se ha hablado suficiente de que el mismo Lazlo Moholy-Nagy, profesor de la Bauhaus, no reconoció el trabajo de Lucía en sus libros publicados, ni en la llamada Teoría del fotograma plasmada en el libro Pintura, Fotografía y Film, un básico de la fotografía y el octavo libro publicado por la Bauhaus. En 1957 recuperó, abogado mediante, sus negativos.

La historia de Lucía Moholy-Nagy es la de muchas mujeres artistas: extractivismo teórico y artístico; pero también es la historia de la mujer que, gracias a su trabajo y a la inagotable documentación de la Escuela de diseño, ha permitido el nacimiento de lo que hoy día se llama New European Bauhaus. Indirectamente los señores de Vox están luchando por acallar, una vez más, la voz de Lucía.

La New European Bauhaus es posiblemente la pesadilla de los negacionistas del cambio climático. Es una iniciativa de construcción que, a través de la creación colectiva e interdisciplinar, igualmente que hace un siglo pretendía la Bauhaus, busca explorar soluciones vanguardistas que respondan a las urgencias y/o problemas actuales relacionados con el cambio climático y la crisis energética. Lo hace creando viviendas sostenibles, ecológicas, inclusivas y accesibles, apoyándose en la ciencia y la tecnología en el marco de una economía circular.

Una de las grandes líneas que plantea la New European Bauhaus es que los espacios se adapten a las características climáticas, sociales y culturales de cada territorio. Podríamos equipararlo al trabajo de observación que hacían los arquitectos de la Staatliche Bauhaus que precedían al alzamiento de viviendas. Podríamos extendernos más, pero para resumir: contrariamente a los predicados de Vox, la New European Bauhaus no pretende marcar un estilo arquitectónico, ni unificar criterios estéticos, sino mejorar la calidad de vida cotidiana, haciendo ciudades más vivibles desde el espacio doméstico hasta el espacio urbano, diseñando las viviendas de acuerdo a las particularidades de cada lugar.

La Comisión Europea sin duda no es la Staatliche Bauhaus, pero gracias a Lucía Moholy-Nagy y sus más de 500 fotografías de la Bauhaus y sus procesos constructivos, detalles de diseño e industriales, los diseñadores tienen en dónde documentarse. Esperemos que esta vez Lucía gane a los negacionistas climáticos.


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