Por qué Momo debería ser un icono feminista (pese a Michael Ende)

Por qué Momo debería ser un icono feminista (pese a Michael Ende)

“Momo es una niña libre, empoderada en lo personal y lo social, que valora la amistad, los valores positivos, la generosidad, la ayuda mutua y, sobre todo, el tiempo vivido. También es un personaje que se sale de la norma".

Texto: Diana Oliver
27/09/2023

Portada de la novela Momo, de Michael Ende.

Momo acaba de cumplir 50 años. Continúa viviendo en las ruinas del viejo anfiteatro y llevando unos zapatos desparejados, que además le quedan demasiado grandes. Solo en invierno, claro, porque el resto del tiempo no le hacen falta. No posee nada, salvo lo que encuentra por ahí o lo que le regalan. Y sigue siendo una magnífica escuchante. Lo que Momo no imagina es que los hombres grises siguen aquí, ahora transformados. Expolian nuestro tiempo con nuevas técnicas, acordes a los nuevos tiempos. Nos roban el contacto, la presencia y la escucha. Fabrican expectativas difíciles de alcanzar. Nos someten a la productividad que no cesa.

“Nadie parecía darse cuenta de que, según ahorraba tiempo, estaba ahorrando en realidad cosas bien diferentes. Nadie quería admitir que su vida cada vez era más pobre, más monótona y más fría”, escribió Michael Ende en 1973 en este clásico de la literatura que es Momo. Es fácil relacionar esta idea con las sociedades líquidas de Zygmunt Bauman o con la dificultad de alcanzar las vidas vivibles de las que habla Judith Butler. Para Santiago Yubero, director del Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil (CEPLI), Momo es una critica al capitalismo; pero, sobre todo, a sus consecuencias en la vida de las personas. “La pérdida de las relaciones, del ocio, del diálogo, de las emociones, de las cosas que parecen ‘inútiles’ porque no producen dinero, están ahí. El capitalismo nos ‘educa’ en una permanente insatisfacción para que no tengamos nunca suficiente, para ‘robarnos’ nuestro tiempo no productivo. Michael Ende ya lo vio venir hace 50 años, porque ya empezaba ese proceso del robo del tiempo considerado no productivo”, señala.

“La metáfora de los hombres grises se puede ver hoy en las grandes empresas de tecnología”

Hoy ese robo se ha modernizado, si bien la tecnología ha mejorado en muchos aspectos nuestras vidas, también ha transformado en “polvo gris” el tiempo que dedicábamos a vivir. “La metáfora de los hombres grises se puede ver hoy en las grandes empresas de tecnología, que han estudiado cómo ampliar su entrada en nuestra vida, mucho más allá del tiempo que dedicábamos al ocio. Ahora están presentes las 24 horas del día a través de distintos formatos y con el claro mensaje de mejorar nuestra vida, cuando en realidad lo que les interesa es la productividad económica”, añade Yubero. Esta lectura de un clásico desde el contexto actual es para el CEPLI lo que denominan una lectura enriquecida, y que consiste en ir más allá del texto: la lectora o el lector se apropia de su contexto, personajes y conflictos, y realiza conexiones con su propio contexto. Esto, para Yubero, nos permite incrementar el conocimiento social a través de las realidades que reflejan los textos literarios.

Personajes que rompen estereotipos

Las propuestas que desde el ecofeminismo ponen el foco en recuperar el concepto del “tiempo perdido” o de comunidad y que visibilizan la esclavitud de la productividad bien podrían encontrar inspiración en un personaje como Momo. Para Mar Benegas, escritora y poeta especializada en literatura infantil y juvenil, esta relación está clara y cree que es importante reivindicar los personajes feministas en la literatura infantil y juvenil “antigua”, antes de la moda de los libros que “tienen que servir para algo”. “A nivel literario, personajes como Momo tienen una profundidad que muchas veces se pierde. Creo firmemente que nos equivocamos de dirección, Momo, al igual que Pippi [Långstrump], debería ser un icono feminista para las infancias y no Frida Kalho o Coco Chanel, que, aunque tenían una fuerte personalidad y eran mujeres muy interesantes, como referentes del feminismo y la libertad dejaban mucho que desear”, cuenta Benegas y añade que si el feminismo no lucha por recuperar el tiempo para perder, para cuidar(nos), los tiempos “inútiles”, “mal vamos”.

“Momo o Pippi pueden cambiar el mundo desde actitudes de confianza, de solidaridad, de apoyo y de escucha, pero también de rebeldía sobre las conductas imperantes”

Astrid Lindgren como Michael Ende, construyen personajes femeninos que rompen estereotipos y corsés vigentes de su momento. “Momo o Pippi pueden cambiar el mundo desde actitudes de confianza, de solidaridad, de apoyo y de escucha, pero también de rebeldía sobre las conductas imperantes. En el universo de Momo, las cualidades de los hombres grises no son una casualidad, sino que reflejan el poder del patriarcado: su visión del mundo laboral, del tiempo, de las relaciones; son hombres “construidos” para competir, para ganar a costa de todo”, explica Yubero.

Para Ana Nebreda Domínguez, maestra y divulgadora de la lectura infantil y las bibliotecas escolares, aunque quizás no había intención feminista, hay historias –como la de Momo– que se desarrollan en épocas en las que aún no han llegado socialmente muchos movimientos ideológicos y, sin embargo, sus personajes ya transitan esas ideas más de manera intuitiva, espontánea y auténtica. La reflexión de Ana Garralón, profesora y crítica literaria, especializada en literatura infantil y juvenil, es distinta. Dice que cuando Ende publicó Momo, la tendencia en Alemania era hacer libros de “realismo crítico”, por lo que fue acusado en aquel momento de escapista y de alejar a los lectores de la realidad. “Creo que su intención de la ficción como una fantasía es mucho más poderosa que quedarnos en una niña. A él no le habría gustado nada”, sostiene.

¿Una Momo políticamente correcta?

Los personajes clásicos han sido a lo largo del tiempo adaptados a los valores de la época. A principios de año conocíamos la noticia de la reedición de los textos de algunos de los libros de Roald Dahl, entre ellos Charlie y la fábrica de chocolate, Las brujas y El fabuloso Sr. Zorro, para hacerlos más inclusivos. Muchas voces criticaron esta censura tachándola de “absurda”. ¿Veremos una Momo políticamente correcta adaptada a nuestro tiempo? Mar Benegas dice que no se sorprendería si los hombres grises dejasen de fumar en alguna edición moderna, y recuerda que en los personajes de los cuentos clásicos, tan vapuleados, los referentes son poderosos y fueron fuertemente manipulados para rebajar su poder y su fuerza (como Caperucita), según los valores morales victorianos. “Esto es lo mismo que estamos haciendo ahora, ni más ni menos, con los valores morales de lo políticamente correcto”, señala.

“Esperemos que esto no ocurra”, responde Santiago Yubero, quien añade que si bien es cierto que los libros y las historias que contienen son deudoras de su tiempo y del contexto en el que han sido creadas, esto hace que cada historia refleje los valores de la época y, por supuesto, las creencias de sus autores. “Momo es una niña libre, empoderada en lo personal y lo social, que valora la amistad, los valores positivos, la generosidad, la ayuda mutua y, sobre todo, el tiempo vivido. También es un personaje que se sale de la norma, por su independencia de los mayores, por su forma de vivir y de entender la vida. No puede haber una Momo adaptada a nuestra sociedad individualista, porque si se tratara de hacer eso ya no sería Momo, ni su autor podría ser Michael Ende”, concluye.

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