Velar por nuestras muertas y honrarlas

Velar por nuestras muertas y honrarlas

Zoroa, colectivo autogestionado loco, recuerda a Uxia y Breixo, dos personas de Galicia suicidadas recientemente.

Texto: Zoroa
27/09/2023

Breixo, en una escena del documental ‘Agromantes’.

No sabemos qué nos pasa que no podemos sacar palabras. Tenemos un nudo en la garganta y no nos podemos creer lo que está pasando. El día 13 de septiembre nos enteramos de que una compañera gallego-mallorquina se había suicidado. Uxia, una mujer activa en el movimiento del Orgullo Loco desde que empezó en España en 2018. Por aquel entonces algunas de nosotras todavía no habíamos dejado la medicación, y ella todavía no tomaba. Aún vivía con su hijo pequeño, aún tenía trabajo, ilusiones… Endometriosis y una vida de mierda. La hemos visto en estos años ir a peor. El día 1 de agosto escribía en sus redes íntimas: “Hace unos días me intentaron violar. Acabo de llegar del hospital. Mañana iré a poner la denuncia”. Y tiempo después añadiría: “Me fui al hospital y antes, por un comentario de mi padre, me enganchó tirándome por la ventana. Cuando volví ni hola me dijo. No quiero saber nada de él. Me he tomado mi medicación y además una caja entera de alprazolam. Mi madre me dijo que la responsable del intento de violación fue culpa mía. Mañana es el cumpleaños de mi hijo y no tengo un euro para enviarle un regalo”.

El día 14 de septiembre nos enteramos de que también otro compañero se había suicidado en Galicia. Breixo, antes Rosalía, nombre con el que se le conoció en el movimiento loco. Para algunas de nosotras fue un referente al acercarnos al movimiento del Orgullo Loco. Hablaba de mapas locos, del proyecto icarus, cuando estábamos encerradas en casa por la pandemia. Dio su testimonio de denuncia contra la violencia y el sistema psiquiátrico en el documental Agromantes.

Uxia y Brei lucharon por sus vidas. ¿Sabéis lo que les faltó? Acompañarlas en su felicidad, en su día a día. Por lo que la sociedad las mataba, allí estaban luchando

Tenemos, pues, una compañera y un compañero de Galicia suicidadas en los últimos días. A algunas de nosotras nos unía a ellas una relación de cariño y de conexión, a otras militancia y un motivo de lucha. Hemos tenido que mantener la templanza para poder escribir algo sobre ellas, desde los cuidados, y reivindicando sus vidas, sus alegrías. Porque además las familias y sus entornos hacen que estén desapareciendo: desaparecen sus perfiles, desaparecen sus vidas, y solo queda un acto, el suicidio, en el que no supieron y no supimos acompañar. Porque Uxía y Brei lucharon por sus vidas. ¿Sabéis lo que les faltó? Acompañarlas en su felicidad, en su día a día. Por lo que la sociedad las mataba, allí estaban luchando. Estas amigas gallegas, estas compañeras que murieron solas y las mataron en vida. Si no las reivindicamos nosotras, y si no tenemos una genealogía de las personas que nos enseñan a vivir, ¿quién lo va a hacer? No olvidemos que son nuestra familia. Sus vidas importan. Sus vidas nos importan. ¡Que no desaparezcan!

Como personas psiquiatrizadas compartimos historias muy duras, de supervivencia. Supervivencia, palabra que nos han quitado. ¿Sobrevivir a qué? Tenemos que llamarnos sobremurientes. Porque somos gente de distintas edades que sobremorimos cada cinco minutos todos los días. Y no puede ser que nos estén matando así. Y que encima creamos que nos cuidan profesionales de la salud mental (el Psistema), gente que se hace una carrera y nunca ha pasado por esto, y que los busquemos para que nos digan cómo sobremorir. No estamos en contra de morir dignamente ante la imposibilidad de vivir, o alargar inútilmente la agonía por capricho tecnológico. Pero no confundir una muerte digna con dejar que nos maten suicidadas. El Psistema, la violencia psiquiátrica y la sociedad cómplice nos suicida día a día.

Las personas locas y sensibles que somos hoy nos hemos quedado sin genealogía para saber cómo estar en la vida

Creemos que no honrar las muertes de nuestras víctimas suicidas hace que se pierdan en el maremagnum de insensibilidad, normatividad y consumo. Pese a que a veces digamos de bromas a nuestras amigas que cuando muramos hagan una fiesta y nutran el campo con nuestras cenizas, creemos que no honrar a las muertas, no honrar las vidas que han sido diferentes y por eso han sido muertas, es olvidar una forma de estar en el mundo que también es la nuestra. Hay que honrar a esa sensibilidad, honrar la supervivencia de cada cinco minutos lo que cuesta la puta vida. ¿Quién va a hablar de Uxia y Brei? ¿Quién va a recordar todos esos esfuerzos, toda esa vida? ¿Vamos a dejar que las entierren en el olvido de nuevo quienes las enterraron en vida? Si gente como Uxia y Brei, después de tanto y de todo, se han seguido encontrando solas, si no tenemos genealogía… ¿qué nos queda? ¿Y qué les queda a quienes todavía están institucionalizadas, drogadas a psicofármacos, encerradas, atadas, tuteladas, tulerdadas, recibiendo electroshock?

Porque alguien tiene que velar por nuestras muertas y honrarlas. Y lo que ha ocurrido tiene que ser un motivo para cuidarnos, para crear sociedad y comunidad loca. Tiene que haber un orgullo ahí. Si no es con nombres y apellidos, sí con el valor de la vida. Porque las personas locas y sensibles que somos hoy nos hemos quedado sin genealogía para saber cómo estar en la vida. Nos hemos quedado sin vida, sin alternativas, y no nos da la gana. Por eso hay que buscar maneras imaginativas de seguir, de no estar solas, de continuar por todas nosotras. Lloramos por estas dos muertes, pero también por todas las que se mueren cada cinco minutos todos los días. Y con nosotras, en nuestro recuerdo y en nuestro homenaje, sobreviven todas las suicidadas también.

Alguien tiene que velar por nuestras suicidadas, por nuestras muertas, por nuestras iatrogénicas, por nuestras olvidadas, apartadas, por nuestras marginadas. Nuestras muertes no se lloran (solo) en la intimidad y de manera privada. Debe ser un duelo público, una acción política. Tenemos tanto dolor, tanto tanto dolor que se ha convertido en rabia. Estamos rabiosas. Ni una más. Honremos a nuestras muertas, a nuestras suicidadas, a nuestras queridas. Velémoslas, recordémoslas. Y que a todas nosotras que sobremorimos todos los días, de cinco minutos en cinco minutos, tengamos referentes y no estemos solas, para que no nos suiciden más. Las echamos de menos ya, y apenas se han ido.

¿Qué hacemos que no estamos quemando las calles y psiquiátricos? Amigas, aliadas, compis, familia, no nos dejéis solas porque el Psistema nos ata, encierra, droga a psicofármacos, nos hace tener resiliencia ante la agresión y nos mata. No nos olvidéis.

Nota de las editoras

Tras la publicación de este texto, personas del entorno de Brei quisieron expresar a la redacción de Pikara Magazine que no se sentían cómodes porque creían que el artículo no reflejaba el acompañamiento que le habían brindado. Retiramos el texto durante unas horas mientras buscamos un espacio tranquilo de diálogo en el que pudieran expresar su malestar. Lo hemos vuelto a publicar corrigiendo la entradilla, escrita por nosotras, en la que nombrábamos, por error, a Brei como mujer.

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