Ese que fui

Ese que fui

Publicamos un extracto del libro 'Ese que Fui', (Editorial Sudamericana Penguin Random House), de la periodista Candelaria Schamun, persona intersex que cuenta en primera persona las cirugías a las que fue sometida, la búsqueda de su identidad.

27/09/2023

Las hermanas entre los pinos

Si cuento todo esto, si me animo a escribirlo y a enfrentarlo, es, entre otras razones, porque hace unos años descubrí que no estaba sola, que había otras personas como yo. Si me expongo, es para dejar testimonio del daño irreparable e irreversible que hizo la medicina sobre mi cuerpo. Y es, entre otras razones, para exigir que dejen de mutilar niñxs intersex, que se garantice el derecho a la autonomía, a la integridad corporal, a la reparación y a la verdad.

2019. Atravieso otra crisis existencial: la salud de mamá empeora. Por momentos tiene baches temporales, una cuidadora debe asistirla las veinticuatro horas los siete días de la semana. Ya no puede estar sola.

Necesito, una vez más, ir a terapia. Expongo todos mis prejuicios citadinos: por ese entonces creo que en los pueblos del interior no existen buenos psicólogos. Desconfío de que mantendrán el secreto profesional e imagino que mis sesiones se convertirán en chusmerío de sobremesa. Mis suspicacias van más allá: todos los psicólogos pueblerinos son derechosos empecinados en reconvenir putos y tortas descarriados.

Al poco tiempo de instalarme en Sauce conozco a Julieta, vive en un pueblo cercano. En ella encuentro refugio y me animo a revelarle mi historia. Es licenciada en Trabajo Social y para ese entonces cursa el postítulo de Educación Sexual Integral en el Instituto Joaquín V. González.

Julieta me aconseja que empiece terapia y me recomienda a una psicóloga.

Dice:

—Confiá.

Guiada por su consejo le mando un mensaje a Carla. Coordinamos día y horario. Para llegar puntual salgo cuarenta minutos antes, el consultorio queda a veinte kilómetros de Sauce. El GPS marca el camino. Carla atiende en la casa de su madre. Es una esquina, en la entrada se lucen los malvones rojos, blancos y rosas, el césped cortado al ras y una invasión de caracoles que avanzan por el tronco del jazmín del cabo. Enfrente, dos caballos pastan en un terreno baldío. Llego temprano, espero en el auto hasta que se haga la hora. La vecina, vestida de batón y un delantal de flores, baldea la vereda, cada tanto me mira: soy una foránea.

En punto toco timbre. Carla abre la puerta y me pide que aguarde un minutito que ya termina con el otro paciente. Ir a terapia en un pueblo es como salir de un hotel alojamiento y encontrarte con un vecino.

Carla es alta, de pelo castaño oscuro, le calculo unos cuarenta y cinco años. El consultorio es el living de la casa. Los sillones de algarrobo son cómodos, ella se sienta enfrente en uno de dos cuerpos. Sobre una mesita ratona hay un bol de vidrio con caramelos duros de chocolate y menta, una caja con pañuelos descartables y una lámpara. Las ventanas dan a la vereda, de la calle solo entran los ruidos típicos del barrio: la escoba de la señora que baldea, cada tanto una Zanella con escape libre o una cortadora de pasto.

Me señala el sillón para que tome asiento. Apoya un cuaderno universitario entre sus piernas, toma apuntes de las sesiones. Con el correr de las semanas, la crisis existencial se concentra en los traumas que me constituyen.

Portada de ‘Ese que fui’.

Dice:

—Por primera vez escucho un relato como el tuyo. Necesito leer, tener más información. Si tenés material, te pido por favor que me lo compartas.

Durante un año, todos los martes a las diez y cuarenta y cinco de la mañana estaciono el auto sobre la calle Paso de la Patria. Le cuento que estoy escribiendo un libro, que quiero investigar sobre mi pasado. Carla toma nota y repregunta.

Digo:

—Escribo bajo el pseudónimo de Vera, porque me da vergüenza contar lo que me pasó.

—¿Qué te da miedo?

—Que en el pueblo crean que soy un adefesio, un monstruo o como en la película XXY, que me violenten y me desnuden en el medio del campo para saber qué soy.

 

Cuando salgo de terapia voy a almorzar a la casa de Julieta. Mientras cocinamos charlamos sobre la sesión y mis avances. Me comparte bibliografía que cree que me puede ayudar: “Los sexos ¿son o se hacen?”, de Mauro Cabral y Diana Maffía; “Pensar la intersexualidad, hoy”, de Cabral, y Sexualidades migrantes, compilado por Maffía. Él es un reconocido activista transgénero que milita por los derechos de las personas intersex y trans. Ella es doctora en Filosofía especialista en género y diversidades.

Comparto con Carla el material.

Envalentonada, en la semana decido mandarle un mensaje a Mauro Cabral. Le cuento que leí un texto de su autoría, que me operaron de bebé y que necesito hablar con otras personas que hayan pasado por lo mismo.

Escribo:

—Necesito sanar.

Contesta enseguida, me propone pasarme material de lectura y su teléfono y se pone a disposición. Me incluye en un grupo de WhatsApp en donde hay personas de todo el país que han tenido historias similares. Por primera vez me siento reflejada en otros testimonios.

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