¡Bad Bunny está educando sobre sexo a nuestros hijos!
Algunas 'instagramers' han puesto el grito en el cielo por una estrofa del trapero latino en la que alude a la doble penetración. La paradoja es que Bad Bunny destaca precisamente por romper con pilares de la masculinidad hegemónica como la LGTBifobia, el coitocentrismo o la dicotomía puta/esposa.
La noche se puso kinky
Tres dedos en el toto
En el culo el pinky
Las moñas violeta, como Tinky-Winky
Una nalgada y la dejo como Po
Ey, le doy por donde hace pipí, por donde hace popó
El trapero portorriqueño Bad Bunny lanza nuevo disco, y encuentro a divulgadoras poniendo el grito en el cielo por ese fragmento de la canción Baticano. La selección refuerza el prejuicio hacia los cantantes de reggaeton (digo a propósito reggaeton, porque la mirada euroblanca mete todo en ese saco): machistas brutos y descerebrados que cosifican a las mujeres, que reproducen fantasías propias del porno más misógino y que suspenden en anatomía genital. Alarma social sobre juventud y sexo = viralidad asegurada.
Pienso: “Ay, Benito ha patinado, una pena”. ¿Por qué una pena? Para quien no lo sepa, entre los cantantes de música urbana que lo petan entre la juventud, Bad Bunny es el que está provocando pequeñas (pero importantes) grietas en la masculinidad hegemónica, especialmente por su compromiso contra la LGTBifobia. Se subió al escenario con falda para denunciar el transfeminicidio, se besó con un bailarín, y afeó en Twitter a Don Omar por un tuit anti-gay: “¿Homofobia a estas alturas? Qué vergüenza, loco”. También ha utilizado su fama para dar un espaldarazo a su compatriota Villano Antillano, una rapera trans que dedicó después unas emotivas líneas al Conejo: “Gracias por mantenerte en el lado correcto de la historia”.
Busco el disco en Spotify, dispuesta a escuchar entera la letra de Baticano con gafas violetas, pero salto primero a Fina, atraída por el nombre de Young Miko. Porque, Young Miko es una rapera portorriqueña orgullosamente lesbiana, que perrea a Karol G y fascina a Aitana. Bueno, pues la letra de Fina me da ganas de tomar apuntes (reproduzco las partes que me parecen interesantes):
[Young Miko] Ey, pa’ que te vengas rápido, no necesito LELO(…)
Diva, se tira a hombres y también mujeres, es mía
Cuando me pide que la grabe, pues dale
(…)
Me gustan las bitchy y las gyales, kinkys y salvajes
Tímidas, pero no cuando me pide que baje [Bad Bunny] Besitos en el cuello, besitos en el toto
No sé que tú me hiciste, mami, que me tienes loco
(…)
Dale, vamos pa’ la Gucci pa’ hacerlo en el probador
De espaldita y a la vez el vibrador
Se preguntan cómo nos comunicamos
Ey, mejor ni les contamos
Dile que de una conectamos, je
Y que chingando, nos matamo’
Que yo soy un bellaco, pero tú me ganas
Bien arrebatao’, chingando en casa de tu hermana
Yo soy tu bambino, tú eres mi villana
Vamo’ a hacerlo hoy, porque nadie sabe lo que va a pasar mañana
Ey, por la forma en que me chinga a veces pienso que me ama
Ey, la baby tiene cuarto’, tiene lo de ella
Hace lo que le da la gana
Je, mami, hoy voy a enseñarte cómo es que un culo se mama, je-je
Oye, esto e’ pa’ toa’ las bebesotas del mundo entero
Que están bien ricas, que tienen lo de ella’
Y que viven como les salga de lo’, de lo’ ovarios, de los cojones, donde sea
Vamo’ to’ el mundo a putearlo, que se joda
Ey, mami, sé tú y que se joda
Y que se joda
Háblale de ti, que no le hable’ de boda, no
No le hable’ de boda
Ay, dime, jajaja
Mera, tú sabe’ que a nosotro’ nos importa un bicho
Lo que ustede’ piensen, ¿verdá’?
¿Qué nos dice Bad Bunny? Que a él le enamora una tía que es más bellaca (salida) que él, una tía a la que le importa un bicho que la pongan de puta, porque la más puta es la más fina, que es el estribillo que repiten Young Miko y él en esta canción. Apropiación del insulto, siguiendo la estela de feministas como Itziar Ziga y otra estrella de la música urbana del Caribe, Tokischa. ¡Ser perra está de moda! (Leed la entrevista de Gabriela Wiener a Tokischa, en la que la periodista y militante antirracista dice que hay cierta revancha histórica en que la juventud ibérica crezca cantando las letras cochinas del reguetón).
Y diréis: no es novedad que en la música urbana latina las mujeres aparezcan como femme fatales hipersexuales. Pero la novedad es que, frente a las letras machistas en las que “ella es fanática sexual”, “le gusta el sexo en exceso”… Bad Bunny hablando de tú a tú, muestra una relación basada en la complicidad, en el placer compartido, en el respeto mutuo, sin dobles varas de medir la moral. En sus letras se difumina el límite entre amor romántico y sexo por el sexo, cuando dice cosas como “por la forma que me chinga a veces pienso que me ama” o (en la canción más romántica del disco, Preview) “Baby yo no tengo miedo / de probarte y enamorarme de nuevo”.
¿Y qué educación sexual está dando a “nuestros adolescentes” Bad Bunny? Pues Benito le da a su amante besitos en el toto, y después le mama el culo. Quiere meterse con ella en un probador y estimularle el clítoris con un vibrador. Pues chica, qué maravilla, ojalá hubieran tenido esa inspiración los primeros tipos con los que me acosté.
Pero es que, además, Bad Bunny hace dos alusiones transinclusivas: cuando alude a la Villana y a “las bebesotas que hacen lo que les sale de los ovarios o de los cojones”. Y la amante bi de Young Miko expresa sus propios deseos, como que le hagan sexo oral o la graben (recordemos el alegato de Berta J. Luesma a favor de enviar nudes). El propio Bad Bunny anuncia en otra canción, No me quiero casar, “ya mismo me hago bi sin dejar de ser hetero”. Que bueno, nos sobra la segunda parte de la frase, pero está tan mal el patio de la bifobia hacia los hombres que nos damos con un canto en los dientes.
Pero volvamos a Baticano, el pipí y el popó. Si leemos la letra con calma, vemos que el tema central no es el sexo, sino ofender deliberadamente y con mucha guasa a los sectores conservadores. Hay que fijarse en la voz que se oye de fondo después de mentar a los Teletubbies: “Dios te está mirando, Dios te está escuchando. Eso es lo que le estamos enseñando a nuestros hijos”. No es muestra de su imaginario sexual, es una provocación, en la que han caído algunas en nombre del feminismo.
Me interesa también ver cómo aplican estas expertas (y yo misma en una primera lectura) su filtro a la interpretación de la letra. La estrofa empieza diciendo “la noche se puso kinky”: el sexo kink hace referencia a prácticas sexuales no convencionales, como puede ser el BDSM. Ese es el marco que está planteando. Entonces, cuando Bad Bunny habla de nalgadas, está hablando del spanking, una práctica kink consensuada. Busco en Google qué significa pinky, y resulta que es el dedo meñique. O sea que está hablando de meter a su amante tres dedos por la vagina y el meñique por el ano. ¿Es esa la dolorosa doble penetración que reprueban las instagramers indignadas? Y vale, no se penetra la uretra sino la vagina. Puede ser un patinazo, pero me extraña en un tipo que canta al cunnilingus y al vibrador. ¿No será que con “por donde hace pipí” se refiere a la vulva?
Mientras tanto, me llegan vídeos de chavales tiktokers españoles que advierten a las mujeres que, si se acuestan con muchos hombres, perderán su valor y nadie querrá casarse con ellas. Ese es el discurso machista que debería crear alarma social: el de la doble moral sexual, el de la dicotomía puta/esposa, el de la cultura de la violación que culpabiliza a las víctimas por haber sido unas busconas. Y digo “tiktokers españoles”, porque las críticas a los reguetoneros y traperos latinos huelen a desprecio racista colonial.
Menos mal que hay otro tipo de divulgadoras, como la sexóloga Pitu Aparicio, que nos da claves en su Instagram para comer culo ricamente. O Isa Duque, alias La Psicowoman, que habla con respeto y admiración de la que denomina “Generación encontrada”, que conoce a fondo su universo y lo utiliza para ampliar imaginarios, como cuando usa para hablar de no monogamia el “Titi me preguntó si tengo muchas novias”, de Bad Bunny (poco transformador, en tanto que se jacta de ser un fucker sin responsabilidad afectiva).
Duque ha publicado Acercarse a la generación Z. Una guía práctica para entender a la juventud actual sin prejuicios, en el que dedica un capítulo precisamente a Bad Bunny. En realidad, usa a Benito de anzuelo para invitarnos a revisar nuestro adultocentrismo y desarrollar una mirada más positiva hacia los referentes de la adolescencia: Sinceramente, con 16s años a mí me hubiera encantado poder seguir a personas como Nathy Peluso, La Pili, Billie Elish, Lady Gaga, Lola Índigo, María José Llergo, Demi Lovato o Taylor Swift (entre muchas otras).
Porque, más allá de que amemos o despreciemos a Bad Bunny, la clave está en acercarnos a la chavalería con una actitud de escucha y de complicidad, usando los productos culturales que consumen como materiales de debate, en vez de hablar de las, los y les adolescentes como sujetos vulnerables y acríticos.
“Si no educas a tus adolescentes, Bad Bunny lo hará por ti”, dicen. No sé qué les hace pensar que las madres y padres boomers tienen más conocimientos y herramientas sobre sexualidad que Benito o que sus propies hijes. Igual nosotras, las que veíamos el porno codificado de Canal+, las que llevábamos siempre la sudadera atada a la cintura para esconder el culo, las que no teníamos más referentes lésbicos en la música que una Rosana armarizada o las prefabricadas T.A.T.U., podemos aprender alguna cosita con les adolescentes y con el propio Bad Bunny.