Sí al Yasuní

Sí al Yasuní

El pueblo ecuatoriano ha decidido dejar parte del petróleo de la selva bajo tierra, sin explotar. Ahora quieren que esta lucha única “sea un legado y un modelo”.

08/11/2023

Ilustración de Pamela Pinto, de la campaña #ArtePorElYasuní de #SÍalYasuní

Situado en la región oriental de Ecuador, el Parque Nacional Yasuní es uno de los lugares más biodiversos del mundo, un espacio donde conviven una rica diversidad de flora y fauna junto con comunidades indígenas. En reconocimiento a su valor ecológico y cultural, en 1989 la UNESCO declaró a Yasuní Reserva de la Biosfera. Desde la década de los años 90, se han promovido diversas iniciativas legislativas para proteger este enclave único. Sin embargo, Ecuador ha tenido que enfrentarse a una significativa deuda externa. En especial con China, país al que debe 5.000 millones de dólares.

En marzo de 2020, Petroamazonas EP, una empresa estatal de petróleo en Ecuador, adjudicó un contrato de 148 millones de dólares a Chuanqing Drilling Engineering Company Limited, una empresa china, para perforar y completar 24 nuevos pozos de petróleo en las plataformas B y D de Tambococha, en el Bloque 43 del Yasuní ITT (Ishpingo, Tambococha, Tiputini) en la provincia de Orellana. Este contrato tenía como objetivo aumentar la producción de petróleo en aproximadamente 7.500 barriles por día. Además, se inició la construcción de un acceso ecológico en la zona. En marzo de 2022 Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) detectó, a través de imágenes satelitales, la construcción de una vía que conectaba la plataforma Tambococha B con las plataformas Tambococha C, Ishpingo A e Ishpingo B, a menos de 300 metros del territorio ancestral Waorani declarado como intangible.

Estas construcciones ponen de manifiesto la vulnerabilidad de estos territorios y de las personas que lo habitan. Por eso, el colectivo YaSunidos presentó en 2013 una propuesta con el objetivo de promover una consulta nacional que permitiese a los ecuatorianos y ecuatorianas frenar la expansión de la explotación petrolera. Tras 10 años de lucha, marcados por la represión a las activistas a través de escuchas telefónicas, agresiones en espacios privados, denegación de firmas que eran correctas para descalificar la propuesta y muchas otras tácticas, el 10 de agosto de 2023 la Corte Constitucional de Ecuador aprobó celebrar la Consulta Popular del Yasuní. El 20 de agosto se planteó la siguiente pregunta: “¿Está usted de acuerdo en que el Gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como bloque 43, indefinidamente en el subsuelo?”.

El resultado fue un 58 por ciento afirmativo y 41,05 negativo, convirtiéndose en el mayor consenso democrático de la historia del país. Fue la primera vez que un pueblo votaba para dejar petróleo sin extraer. A pesar de que la mayor parte de la infraestructura petrolera ya está construida, este resultado confirma que Petroecuador, la petrolera estatal, tendrá que abandonar la zona de forma ordenada y progresiva en un plazo de menos de un año.

Tras la victoria del “Sí al Yasuní” en la consulta popular, surge la preocupación de que el Gobierno no cumpla la sentencia de la Corte Constitucional, que implica dejar el petróleo bajo tierra. Por eso, las activistas que han promovido la consulta han comenzado una gira internacional organizada por Entrepueblos. Buscan que “a este lado del charco”, se genere conciencia y se cree presión internacional en caso de que el Gobierno no acate la resolución. Jorge Andrés Espinosa, de Yasunidos Quito, y Zenaida Yasacama, de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), han visitado el Estado español y nos hablan en primera persona de su campaña.

“Este refugio de vida pueda mantenerse, pueda ser salvado”

En esta batalla por la consulta popular, Espinosa afirma que se trata de “la primera consulta popular que plantea dejar petróleo en el subsuelo en el planeta como una medida frente a los efectos del cambio climático”; es que el objetivo que se plantean es “transmitir esta utopía, esta idea que viene fraguando: que este refugio de vida pueda mantenerse, pueda ser salvado”.

Por otra parte, Yasacama recalca la importancia de la interseccionalidad, al haber tejido redes con varias organizaciones sociales y colectivos de la región, demostrando la necesidad de la inclusión de distintas luchas sociales para actuar desde la justicia climática. “Han estado jóvenes, mujeres, académicos y de diferentes sectores, sociales y diferentes asociaciones, como frentes de mujeres y otras como estudiantes, pero lo más importante de esta campaña ha sido que las mujeres y la juventud han estado al frente de todo esto”, afirma.

La importancia de la participación de las mujeres en este tipo de procesos radica en la desproporción en la que sufren los efectos de las actividades extractivas. La lucha cotidiana de las mujeres tiene un papel esencial en la resistencia. Zenaida Yasacama cuenta que “en la Amazonía ecuatoriana, cerca de los pozos petroleros, los abortos son un 150 por ciento más frecuentes. La población en su conjunto también es más susceptible a desarrollar enfermedades. De hecho, el cáncer es un 130 por ciento más frecuente y hay un 260 por ciento más de riesgo de mortalidad que en la ciudad de Quito. La salud no es lo único que se ve afectado, el petróleo generalmente viene acompañado por la corrupción así como el debilitamiento y la fractura en el tejido social en las comunidades”.

La lucha, por tanto, no se acaba con esta histórica votación. Todavía siguen activos siete de los ocho bloques petroleros dentro del Parque Nacional de Yasuní. Como indican desde Yasunidos, “todo este territorio ya está destruido por más de 60 años. Queremos salvar esta parte que es tan biodiversa”. Queda mucho camino por recorrer.

Zenaida Yascama va más allá de la problemática específica del Yasuní, tomando esta como un punto de partida ya que “se trata de tener un mundo diferente, un mundo que nos sane nuestras heridas”. Para ella, la lucha continúa, “porque queremos ver un pedacito de área verde, porque eso nos va a salvar de este cambio climático que viene monstruosamente”.

En definitiva, el Sí al Yasuní ha sido una campaña liderada por los pueblos originarios, las mujeres y la juventud. Se trata de una campaña aterrizada en el territorio, en la Amazonía, en la que se ha conseguido implicar a toda la población, pese a la presión del Gobierno y la industria petrolera. Es prueba de que la democracia participativa es una pieza esencial en la construcción de una sociedad que ponga la vida por delante del capital, poniendo de relieve lo que viene a ser el núcleo de la justicia climática. En palabras de Jorge Andrés Espinosa, el deseo es que el Yasuní “sea un legado y un modelo”, sobre todo “ahora que ha sido salvado, que se conozca y se ponga en marcha un nuevo modelo alternativo al capitalismo, al modelo socioeconómico”. Y la base de este modelo, como ya afirmaron desde el colectivo Miradas críticas del territorio desde el feminismo, debe ser poner la vida en el centro y el crudo bajo tierra.

Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba