La COP28 deja de lado la mirada de género

La COP28 deja de lado la mirada de género

La lucha que se ha hecho desde los movimientos sociales por la justicia climática ha pasado desapercibida.

20/12/2023

Líderes políticos en la COP28. / Foto: Comisión Europea

Entre el 30 de noviembre y el 13 de diciembre ha tenido lugar la COP28 en Dubai, la conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático. Ya hemos escuchado el resumen de sus negociaciones. El diálogo, los acuerdos y los desacuerdos han sido parte de la actualidad mediática durante las últimas semanas. Sin embargo, ha habido una falta notable de la inclusión de la perspectiva de género y también ha pasado desapercibida toda la lucha que se ha hecho desde los movimientos sociales por la justicia climática, que no tiene sentido sin una mirada ecofeminista.

Negociaciones sobre género y clima

Aunque se haya decidido dedicar un día a la igualdad de género en esta cumbre, los Acuerdos alcanzados en la COP28 sobre género y clima son del todo insuficientes. Tan poco aceptables, que ya no se trata algo reclamado solo desde los movimientos sociales, sino que muchos países, tanto del norte como del sur global, lo han dejado claro. En definitiva, el documento final es una vergüenza frente a borradores previos. Se elimina la petición de datos disgregados por géneros, fundamentales para poner sobre la mesa las desigualdades existentes, de una forma que sea escuchada en los espacios institucionales. Así como el intentar integrar las consideraciones de género en las contribuciones determinadas a escala nacional (NDC) que entregan cada uno de los países y en sus planes climáticos, de nuevo algo fundamental para poder implementar exitosamente medidas climáticas.

Es preocupante ver cómo desaparecen las referencias a las mujeres indígenas y de comunidades locales, tanto en foros y diálogos como en su acceso a fondos para atajar la emergencia climática. Al menos, permanece en el Acuerdo la necesidad de hacer un encuentro para hablar de su implementación, que tiene un enfoque regional y global, algo que se queda corto si hablamos de política de climática con enfoque de género a escala internacional.
Se suprimen las alusiones sobre la importancia de crear espacios seguros e inclusivos para asegurar la participación real tanto de las mujeres como de otros grupos vulnerabilizados. Asimismo, desaparece la crítica sobre la inclusión de mujeres en algunos espacios institucionales. Según la ONG We Do hubo un 31 por ciento de mujeres en las delegaciones de los países en la COP14, y un 35 por ciento en la COP27, lo que no ha supuesto un gran aumento, sino un relegamiento de las mujeres a un segundo plano en la lucha climática. Sin embargo, podemos destacar que en el gran documento que ha sido acordado en la cumbre, el Balance Global, se tiene en cuenta el enfoque de género, pero de nuevo, no se profundiza todo lo que se debería.

La lucha de la sociedad civil en la COP28

En el local de la COP28, la sociedad civil ha dejado clarísimo a lo largo de las dos semanas cuál era su demanda principal de cara a las negociaciones: la inclusión de un lenguaje que hiciera explícito la necesidad de un fin de los combustibles fósiles justo y equitativo en los textos finales de la cumbre. Esta fue una de las grandes campañas en las que se incluyeron algunas de las acciones más impactantes que se vieron a lo largo de la conferencia. La intersección de elementos artísticos muy visuales y de las voces de decenas de activistas de distintos puntos del planeta unidas para reclamar la necesidad de un fin a los combustibles fósiles hizo que las acciones que se incluyeron en esta campaña fueran de las que más llamaron la atención.

“No hay justicia climática sin derechos humanos”

Otra de las campañas que estuvo muy presente en la mayoría de las acciones organizadas por la sociedad civil fue alrededor de la liberación de Palestina, demandando un alto al fuego; uno de los mensajes más repetidos fue “no hay justicia climática sin derechos humanos”. En el espacio para la interseccionalidad sonaron voces muy diversas que pudieron ser escuchadas en las acciones, subrayando que el cambio climático no tiene fronteras, pero también que es una lucha que va dada de la mano con la de la justicia social.

Otra campaña que tuvo bastante peso a lo largo de estas dos intensas semanas fue la que exigía aportaciones más ambiciosas por parte de los países del norte global al Fondo de Pérdidas y Daños. Era de esperar que en esta cumbre se estableciera la arquitectura de este fondo tan importante para que el norte global actúe en solidaridad con los países más vulnerables al cambio climático, responsabilizándose también por su deuda histórica. Para que esto ocurriera de forma justa es esencial una financiación pública nueva y adicional que no se consiguió. Además, se puso el foco en que el sector privado deberá aportar grandes cantidades también, lo que da espacio a que los países del norte global no se responsabilicen verdaderamente por los daños que sus acciones y prácticas están causando, externalizándolas en las empresas. Aunque sea positivo que el fondo se haya puesto en marcha, la manera en la que se ha definido su arquitectura y las distintas aportaciones por las partes es decepcionante.

La posibilidad de que el texto final del Global Stocktake, o Balance Mundial, incluyera en su lenguaje el “phaseout” o “fin a los combustibles fósiles” era algo que parecía realmente estar sobre la mesa durante la cumbre, pero finalmente no ocurrió. Este texto sirve de marco para determinar lo que se necesita de cara a la acción climática, ya que consiste también en una evaluación del estado de cumplimiento del Acuerdo de París por las distintas partes. El hecho de que el texto final del Balance Global que ha salido de esta cumbre sea el primer acuerdo global en el que se menciona la necesidad de dejar atrás los combustibles fósiles es un paso, pero el hecho de que el lenguaje que lo determina haya sido una transición hacia el abandono, “transitioning away”, ha sido un golpe duro para las activistas.

¿Qué ha estado pasando en el Estado español?

Durante los días en los que se ha desarrollado la COP 28, colectivos y ciudadanía de diferentes lugares del Estado han tratado de visibilizar problemáticas que, manifestándose localmente, responden a una misma urgencia global: impulsar una transición ecológica justa y democrática. En el caso de España se ha decidido poner el foco en las personas afectadas por la crisis climática dejando claro que no todas las personas sufren de la misma forma las consecuencias de la emergencia climática, así como no todas tienen la misma responsabilidad.

Se ha trabajado en diversos ejes que buscan poner a las personas en el centro. Se ha hablado de proteger el agua como un bien público escaso, de cuidar la salud de las personas, de apostar por la justicia climática entre el norte y el sur global. Asimismo de afrontar la pobreza energética, que tiene rostro de mujer y de la necesidad de mayores zonas verdes. Hubo manifestaciones que convocaron a miles de personas en todo el territorio español.

La privatización y el abandono del sistema ferroviario español va, inevitablemente, en contra de una transición ecológica justa

En el caso de la provincia de Valencia, Joventut Pel Clima y otros colectivos se desplazaron los días 7 y 8 de diciembre hasta la localidad de Camporrobles para visibilizar una lucha que lleva activa desde 2021. Camporrobles es uno de tantos pueblos por el que ha dejado de pasar el tren a causa del cierre de la línea Utiel-Aranjuez. Escudándose en los desperfectos ocasionados por la borrasca Filomena y en una baja rentabilidad, el Gobierno decidió cerrar la línea hace dos años, dejando a muchas localidades sin este servicio básico.

La ciudadanía de Camporrobles es conocida por no haberse rendido ante este asalto a la ruralidad, organizando concentraciones los días 7 de cada mes, último día que el tren pasó por su estación. Sin embargo, la respuesta de los gobiernos central y autonómico ha sido el silencio e incluso la inversión en transporte por carretera. Las jornadas reivindicativas y formativas desarrolladas durante la movilización han evidenciado que la inversión en el ferrocarril es una de las estrategias clave para la descarbonización del planeta. No hablamos por lo tanto tan solo de la falta de servicios mínimos en las zonas rurales y de lo que esto implica para su despoblación, sino que la privatización y el abandono del sistema ferroviario español va, inevitablemente, en contra de una transición ecológica justa.

Esta lucha, junto a las movilizaciones que tuvieron lugar a lo largo de todo el territorio trata de poner en el centro la vida, frente a los intereses fósiles y han dejado claro que la lucha climática será interseccional o no será. Se ha trabajado desde los movimientos sociales tanto en nuestro territorio como en Dubai para que las voces de las afectadas por la crisis climáticas sean escuchadas, dejando claro que queremos soluciones y no declaraciones. Aunque la COP28 se haya acabado, queda mucho por hacer. Este año más que nunca, el objetivo es no dejar los espacios a los lobbies petroleros sino que sean las personas afectadas por la crisis climática las que estén en el centro de la toma de decisiones.

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