“Nadie quiere que se le identifique con la homofobia ni siquiera dentro de la extrema derecha”

“Nadie quiere que se le identifique con la homofobia ni siquiera dentro de la extrema derecha”

El libro de Nacho Esteban 'Por rojos y maricones. Homofobia en el Partido Popular y en resto de la derecha española' busca evitar el olvido sobre toda la LGTBQIA+fobia histórica de la derecha en democracia.

27/12/2023

Nacho Esteban. / Foto: Asel Fernández.

Por rojos y maricones. Homofobia en el Partido Popular y en resto de la derecha española, el libro de Nacho Esteban, no cuenta “nada” nuevo, pero es imposible que te deje indiferente. El activista y lingüista, especializado en análisis del discurso, recoge en este trabajo todos los vómitos LGTBIfóbicos que la derecha española ha desparramado contra las disidencias sexuales y de género. La obra, publicada por la editorial Egales, es un trabajo imprescindible para no olvidar quién ha trabajado y cuándo para obstaculizar el avance de los derechos LGTBQIA+ en el Estado español.

Menudo currazo, majo.

Sí. Porque, además, hay que trabajar mientras. ¡Si tuviera una de esas paguitas!

En Por rojos y maricones. Homofobia en el Partido Popular y en resto de la derecha española cuentas que “simplemente” te has dedicado a ordenar lo que ya sabemos. Es inevitable, con tanta LGTBQIA+fobia juntar, caer en el pesimismo. ¿Han cambiado las cosas, verdad?

Las cosas han ido a mejor. He hecho este ejercicio porque la memoria es muy frágil. Es imposible que nos acordemos de todo, que nos enteremos de todo. Además, hay cosas que pasaron en los 70, 80 o 90 que, a lo mejor por edad, no sabes o se te acaba olvidando aquella barbaridad, aquella votación en contra del matrimonio igualitario. Es cuando lo ponemos todo junto cuando te salta a la vista. Es verdad que se ve cierta evolución. En los partidos de izquierda, que empiezan con recelo y reticencia, hay una evolución bastante evidente y los incidentes LGTBIfóbicos son anecdóticos. Quizá lo más evidente ahora es la postura de transfobia que ha habido en el PSOE con una mezcla de opiniones: algunas más moderadas y otras más claramente tránsfobas. El avance de la izquierda y de la opinión pública después de la aprobación del matrimonio igualitario es evidente. La derecha es el gran meollo. ¿Estamos en las mismas? Yo creo que no, realmente. Quizá seguimos en las mismas con algunas votaciones o declaraciones en contra de algunos avances, pero ha cambiado el discurso. Nadie quiere que se le identifique con la homofobia ni siquiera dentro de la extrema derecha. Dicen: “No, no votamos en contra porque queramos discriminar sino porque es caro, es inútil”. Eso es una pequeña victoria. Hay que estar lo suficientemente espabiladas para saber que se están excusando.

¿Fue la boda de Javier Maroto [en la actualidad, senador del Partido Popular] un punto de inflexión?

Fue un acto simbólico. No fueron solo altos dirigentes del partido sino que fueron también los que habían votado en contra [del matrimonio igualitario]. Maroto ha hecho una campaña de blanqueamiento al PP. Ha tratado de engañarnos diciendo que el recurso del PP al matrimonio igualitario es un mito, que era un debate etimológico. Ha llegado a decir que si no fuera por el PP no estaría aprobado, que estaba en el programa de Aznar o que fue posible porque no lo derogó el Gobierno del PP. Ha ejercicio de “tonto útil”.

¿Ha sido tan tonto y tan útil?

Sobre lo primero es más complicado opinar, pero, sí, son útiles esas figuras públicas que pone el PP estratégicamente. PP y Vox son los partidos que más presumen de tener personas LGTBQIA+ en sus filas. ¿Dónde están? Ninguno, que sepamos, ha llegado a la presencia del Gobierno. No han ocupado carteras ministeriales, no tienen las presidencias de las autonomías. Tenemos algún concejal, a [Iñaki] Oyarzabal [en la actualidad, presidente del PP en Araba] o Maroto, que han ido medrando un poquito más, pero no son figuras que tengan mucho poder. El partido les ha ido premiando con algunos cargos que les han permitido ascender. Todos son gais, eso sí. Hay muy pocas lesbianas públicas dentro del PP. No digamos ya personas trans o bisexuales.

Cuentas en el libro que, en diferentes momentos históricos, la dinámica ha sido más de perseguir que de penalizar la homosexualidad y la transexualidad.

Históricamente, como estaban tan denostadas las relaciones entre personas del mismo sexo o la transexulidad, no ha sido un gran problema perseguirlas de forma expresa, pero, en tiempos más recientes, encontramos normas también más codificadas. Durante la República y los primeros años del franquismo se juzgaba con la ley de vagos y maleantes, que no incluía explícitamente la homosexualidas hasta el 54. Esa ley es sustituida en el 70 por la de peligrosidad social, que lo recoge explícitamente. Esta ley no “condena” sino que promueve medidas de seguridad. A la vez, utilizaban la ley de escándalo público, que es un concepto ambiguo. ¿Qué es el escándalo público? No seguir los usos y costumbres de un lugar. Eso queda a discreción del policía que te detiene o del juez que te juzga. Cuando se deroga la ley de peligrosidad social, se mantiene la de escándalo público. Ya no se les encerraba en centros, pero seguían llegando a la cárcel, sobre todo travestis, trans, maricones pobres. Cambia la ley, pero no las ideas. Es la misma policía, los mismos jueces.

Las denuncias de LGTBQIA+fobia velada en las ordenanzas municipales, a través de la idea de escándalo público, llegan prácticamente hasta hoy.

Sí. Xabier Albiol [alcalde de Badalona], por ejemplo, trató de prohibir el cruising. ¿Por qué no prohíben las relaciones sexuales en público en general? ¿Por qué van a zonas específicas que saben que son espacios de reuniones de hombres gais y bisexuales? Por cierto, las relaciones sexuales en público son legales en España. Últimamente también vienen preocupando las normas sobre indumentaria de los gobiernos del PP y Vox, que pueden ser una excusa para perseguir a personas que, por su expresión de género, lleven indumentarias que se puedan considerar no apropiadas. No vas a la cárcel, pero te pueden poner sanciones de mucho dinero y eso es un castigo muy duro para personas de clase trabajadora.

En el libro cuentas, por ejemplo, que en 1995, se descubrió que “la Policía Local de Valencia, bajo las órdenes del concejal del PP Juan Cotino, elaboró y distribuyó mil fichas en las que se clasificaba a ciudadanos bajo conceptos como ‘exhibicionistas’, ‘vouyer’, ‘pederasta’, ‘enfermo de sida’, ‘homosexual’ o ‘travesti’”. ¿Hubo consecuencias?

No tuvo ninguna consecuencia y sucedió en varios sitios. Cuando saltó a la prensa la noticia, dijeron que iniciaron un proceso de investigación. Si se llegó a abrir no llegó a ningún sitio, a ninguna sanción. Sabemos de una instrucción también de Renfe, en los años 90, en la que se pedía, de forma expresa, que a los pedigüeños y homosexuales se les vigilase con mayor atención. Esto indica que la Transición duró más de lo que dicen.

Rescatas también episodios de homofobia contra militantes de ETA o personas vinculadas a la izquierda abertzale.

Sí y es un tema muy difícil. Piro Subrast en su libro Invertidos y rompepatrias. Marxismo, anarquismo y desobediencia sexual y de género en el Estado español (1868-1982) dedica un pequeño capítulo del tema. Apenas tenemos constancia de militantes o miembros de ETA homosexuales, pero, en cualquier caso, las vejaciones [con tintes LGTBIfóbicos] no tienen nada que ver con la orientación sino con la represión y tortura en comisarías, calabozos o prisiones. Algunos funcionarios utilizaban este tipo de vejaciones como castigos: desde insultos hasta violaciones con sus cuerpos o, más a menudo, con instrumentos como porras u otro tipo de objetos. Martxelo Otamendi [detenido en el montaje contra el periódico Euskaldunon Egunkaria] lo denunció y sabemos que el GAL tenía una manga tan ancha que no solo se persiguió a sospechosos de ser terroristas sino a sospechosos en general. Conocemos también el famoso Caso Almería [el asesinato de manos de la Guardia Civil de tres jóvenes en 1981]; durante el juicio, los abogados de los Guardias Civiles que habian secuestrado, torturado, matado y ocultado el cadaver de los tres chicos [Luis Montero, Luis Cobo y Juan Mañas] utilizaron la supuesta homosexualidad de las víctimas como una especie de atenuante.

En la izquierda también encontramos burlas que buscan ridiculizar a políticos de derechas por su supuesta homosexualidad. Se supone que “todo el mundo en Galicia sabe que Rajoy es gay”.

Sí, es una constante histórica y la hemos visto hasta el presente. Ha sido habitual entre ciertos políticos de una generación determinada, la vieja guardia socialista o del PCE. Me acuerdo, por ejemplo, de Alfonso Guerra llamando “mariposón” a Rajoy.

¿Necesitamos símbolos para hacer una historiografía propia? Me viene a la cabeza el asesinato de Sonia Rescalvo Zafra [mujer trans brutalmente asesinada por neonazis en 1991 en Barcelona].

Sí, desde luego que sí. Es difícil encontrar los nombres propios porque no trascienden. Nos encontramos ante una paradoja, cuando haces historia de la violencia trasciende más la historia de los asesinos que de sus víctimas. Este trabajo de recopilación es complicado y creo que tenemos que ser más imaginativos para homenajear a las víctimas.

Cuentas en el libro que el rey emérito se paró ante la caseta de Berkana, en la Feria del Libro de Madrid, y se refirió a los libros que tenían como libros “de mariquitas”. El año pasado, Letizia Ortiz compró un libro en la parada de Mary Read. ¿Están cambiando las cosas también en la Casa Real? ¿Podría Leonor declararse lesbiana?

No parece que la opinión pública esté todavía preparada. No digo la gente, digo la opinión pública, que no es exactamente lo mismo. El cambio en la Casa Real ha sido sonado. La diferencia generacional es muy grande aunque solo sea porque son más listos, más estrategias, más astutos. Quizá ahora no es tan importante ser campechano, sino ofrecer una imagen institucional amable, comprensiva. La Casa Real actual llegó a felicitar a la revista Shangay en su aniversario y la anterior se negó siempre a participar en cualquier evento relacionado con el colectivo.

Hemos visto cómo se divorcian… quizá podamos ver alguna salida del armario en el futuro.

Espero que no tengamos que verlo.

Tu libro tiene muchas conexiones con Ni enfermos ni pecadores. La violencia silenciada de las terapias de reconversión en España, de Saúl Castro.

Sí. Cuando se estaba tramitando el matrimonio igualitario, Aquilino Polaino, psiquiatra, fue al Senado en calidad de representante de un informe [que argumentaba la postura en contra de la aprobación de la ley], pero no era el autor. Las autoras eran dos de sus subordinadas y un señor que era ingeniero informático. En este informe decían que el 29 por ciento de las violaciones en relaciones paterno finales eran de homosexuales. Detrás de este informe, financiado por la Comunidad [de Madrid] de [Esperanza] Aguirre, estaba la organización Hazte Oír, que no era tan conocida. El ingeniero formaba parte de Hazte Oír. La fuente de los datos era un psiquiatra de Estados Unidos que lleva décadas expulsado de la asociación psiquiatría por faltar a los principios éticos publicando estudios que no están avalados científicamente, con datos inventados. Llegó a abogar, durante la crisis del sida, por un genocidio.

¿Y la Iglesia católica? ¿Qué pinta en todo esto?

Desde el Vaticano llevan décadas haciendo una actividad de puro lobbismo alrededor del mundo para imponer la LGTBIfóbia. Las organizaciones que suelen estar detrás de las movilizaciones en contra del avance de derechos tienen siempre nombres parecidos y remiten a la Iglesia católica, que pone la financiación y los medios. Aquí fue el Foro de la Familia y, mucho antes que los políticos del PP, se mostraron en contra un montón de obispos y el propio Rouco Varela. Es insólito tener una o dos decenas de obispos en una manifestación. Ahora estamos en un momento raro, no sabemos si ha cambiado el discurso o si es una pantalla. La Iglesia es una organización internacional con influencia, prestigio y dinero.

¿Y qué hacemos?

Lo más importante es alcanzar la secularización absoluta, que no tenga cuotas de poder en las instituciones públicas. Que digan lo que tengan que decir desde sus púlpitos, pero no hay ningún motivo por el que se tenga que tener en cuenta su opinión especialmente.

Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba