La liberación sexual de una mujer desde la mirada masculina

La liberación sexual de una mujer desde la mirada masculina

¿Cómo viviríamos la sexualidad sin un contexto en que nos dicen cómo debemos ser, qué debemos hacer y sentir, qué comportamientos son los adecuados y cuáles no? La película 'Pobres criaturas', de Yorgos Lanthimos, propone un personaje femenino que experimenta, aunque lo hace con la impronta de la mirada masculina.

12/02/2024

Fotograma de la película.

“El cuerpo no es una cosa, es una situación: es nuestra comprensión del mundo y el boceto de nuestro proyecto”. Simone de Beauvoir

He visto Pobres criaturas y tengo sentimientos encontrados. Pobres criaturas es compleja, es desagradable y es, sin duda, feminista. Representa un mundo precioso lleno de colores vivos y tul, pero también de violencias explícitas e implícitas. Pero el argumento absoluto es ver cómo se comporta una mujer fuera del patriarcado. El efecto resulta chocante e insólito porque lo que vemos es una mujer libre.

Se ha hablado mucho de las escenas de sexo de la película y de su componente erótico esencial para el guion y para el crecimiento del personaje y, aunque la peli no va solo de sexo, hay tantísima sexualidad que surge el debate. Es una reivindicación sexual, un goce y una liberación.

Bella Baxter [Emma Stone] es una mujer a la que ha revivido el científico Godwin Baxter [Willem Dafoe] y que tiene la edad mental de un bebé de cuna. Vemos todas las fases del desarrollo: el habla, la exploración del mundo, la reivindicación de la individualidad, el entendimiento del funcionamiento de la sociedad en forma de conciencia de clase y justicia social, la adultez.

En la infancia todo es investigación y aprendizaje sin tener muy claro dónde se encuentran los límites. Bella juega con la muerte como si fuera una diversión o un ejercicio de poder, como cuando las criaturas se entretienen aplastando hormigas con un dedo. Qué cruel, pensamos, pero también qué inocencia. Aún no tienen conciencia de sí mismas ni del mundo alrededor, exploran en un tiento por saberse a sí mismas y al exterior.

Durante toda la peli y según sigue madurando mentalmente, lo que está claro es que Bella es hipervaliente hasta la envidia, pero eso viene de un sitio. En todo momento la relación padre-hija refleja una crianza respetuosa, dando libertad sin crear miedos. Y así, a Bella no le asusta arriesgarse y experimentar porque nadie le ha enseñado a tener miedo, nadie le ha generado inseguridades que la coarten en su sentido de la exploración del mundo. Hay que experimentar muchas cosas, en eso estamos de acuerdo. Para mí ese es el fin. Pero, tal y como le dicen a Bella, no solo hay que vivir cosas buenas, también es necesario experimentar cosas malas que te hagan madurar o te convertirás en una criatura caprichosa. Y eso es esencial: la protección sin sobreprotección.

A Bella no le asusta arriesgarse y experimentar porque nadie le ha enseñado a tener miedo.

Llegada a la adolescencia, es el momento de reivindicar su individualidad ante su progenitor, que no se opone y entiende que debe dejarla ir, soltarla para que pueda desarrollarse completamente y, de nuevo, la responsabilidad en la crianza, que también es un aprendizaje para los responsables de la criatura, enfrentarse a sus propias emociones antes que transmitirles su miedo.

Y con la adolescencia se abre paso la sexualidad. Me parece superinteresante ver cómo experimenta el sexo sin ninguna lógica social como lo haría, igual que en este caso, una persona aislada de las convenciones sociales. Sin ningún tabú, sin ninguna connotación o educación en lo sexual. Lo experimenta como le pide el cuerpo, se deja llevar por su instinto. Es lógico entonces lo que se afirma en psicología, que la mayoría de las disfunciones sexuales tienen una raíz psicológica. Con esta libertad y una crianza sana, Bella Baxter es capaz de disfrutar abiertamente del sexo.

Pero, aunque indiscutiblemente disfrute del sexo, parece que desarrolla una sexualidad vista desde la mirada masculina. Yo me pregunto: si viviéramos fuera del patriarcado, ¿cómo experimentaríamos la sexualidad? ¿Cómo viviríamos la sexualidad sin un contexto en que nos dicen cómo debemos ser, qué debemos hacer y sentir, qué comportamientos son los adecuados y cuáles no? Me resulta tan idealista que casi no lo puedo imaginar, quizás se parezca a lo que ha querido reflejar Yorgos Lanthimos en Pobres criaturas, pero la peli, aunque feminista, sigue siendo un producto de la sociedad en la que vivimos. No puedo evitar ver cómo las escenas de sexo, que son muchas, caen bajo la mirada masculina, sesgada por lo que se entiende que debe ser el sexo. Todos los encuentros sexuales, excepto la escena de sexo lésbico, se basan en la penetración en una gran variedad de formas y posturas; encontramos la penetración incluso en el descubrimiento de la masturbación, lo que ya en sí me parece un poco extraño. Parece que la única forma de sexo que conozca sea la masculina. Si es verdad que Bella se rige por las sensaciones y deseos del cuerpo, ¿cómo es posible que no exista un sexo de caricias? Que entren también en juego el tacto, los sentidos, las prácticas más sensoriales; lo que no quita por supuesto que luego siempre se ejerza un poco de furious jumping. Pero el sexo que se refleja en Pobres criaturas nos devuelve una vez más a la imagen coitocéntrica de la heterosexualidad, como si estuviera pensado exclusivamente para espectadores masculinos y como si no hubiera otro camino en el sexo más que la genitalidad y la finalidad del orgasmo.

No es sorprendente que solo los hombres se rieran de ciertos chistes en la sala de cine, de las bromas que giraban en torno a su polla.

No es sorprendente que solo los hombres se rieran de ciertos chistes en la sala de cine en la que vi la peli, es decir, de las bromas que giraban en torno a su polla como los comentarios inoportunos sobre felaciones, el momento en que le toca el pene a un muerto o la escena de la eyaculación precoz. Un ridículo para el sujeto que se contrapone a la masculinidad y eso da mucha risa.

Yorgos Lanthimos, en entrevistas sobre la peli, afirmó que el largometraje, al igual que la novela de 1992 del escritor británico Alasdair Gray en la que se basa, trata sobre la libertad y el empoderamiento de la mujer, y hay una clara reivindicación de ello, pero también una prueba evidente de la hegemonía aliada, de los detalles de una realidad que se les escapa. Parece que los chistes y la sexualidad, envueltos con un lazo feminista, siguen respetando la norma bajo los ojos de un hombre.

Desde una perspectiva más positiva, me parece fascinante y un reclamo brutal que la mirada de la protagonista no esté contaminada por el amor romántico ni por los roles de género. No pretende ni se le pasa por la cabeza que la pareja ni ninguna otra persona satisfaga todas sus necesidades. Si quiere algo y la otra persona no puede dárselo, sale a buscarlo. No reclama nada, ella es la responsable de su felicidad y de sus decisiones.

Vemos así también cómo, de forma un poco brusca y quizás cínica, busca “la pareja a largo plazo”, el matrimonio según una practicidad que se ajuste a las necesidades de ambas personas, que es muy parecido a lo que abogamos en el amor sano, pero de forma menos prosaica: debe haber amistad, deseo sexual, cariño y cuidado, pero también tiene que encajarnos el modelo de relación que nos ofrece esa persona y eso es lo que hace Bella. Le encaja el modelo de pareja y acepta la oferta. Una forma muy explícita y nada romantizada del intercambio comercial, del contrato sexual.

De igual forma, con una mirada totalmente limpia de implicaciones, Bella se encuentra de frente con la prostitución, pero más que ponerse a favor o en contra, casi la estudia con una mirada científica. La descubre y la analiza, es decir, destapa las opciones que el patriarcado le oferta a su sexualidad. Puedo sacar un beneficio económico de mi cuerpo, ah, mira, no lo sabía. Me viene bien, no lo juzgo, let’s go. Bella es como un lienzo en blanco que recibe los estímulos de la sociedad patriarcal y se los lleva a su terreno según le convenga.

Yo nunca le seguiría el juego al malo porque creo que engrosa su poder, pero desde luego me parece un ejemplo de cómo enfrentarse a la vida. A mí personalmente ver cómo se mueve Bella en el mundo me ha dado muchísima ansia de vivir. El hacerlo sin más. Sin miedo. Te da mucha confianza decir “es un experimento” y lanzarte. A veces pienso cómo le tenemos tanto miedo a vivir, qué es lo que tememos tanto. La vida en sí es un experimento. Es un aprendizaje. En tantas ocasiones, es imposible aprender de ti misma si no lo experimentas porque hay cosas que solo sabes cuando lo haces. Es casi un descubrimiento de ti, experimentarlo para conocerte mejor. Qué inspirador tener este ejemplo de mujeres tan valientes que hacen lo que les da la real gana, que no dependen, que ponen límites, que viven todo lo que haya que vivir.

Leo “no podemos amar lo que tememos”, que es como decir, no podemos vivir si tenemos miedo a la vida. En ese sentido la peli tiene una gran carga psicológica, y me encanta esta frase de Bella: “Soy una criatura con defectos que está aprendiendo”. El viaje es aprender. Y eso me llena de esperanza. Hace poco también leí que hay que dejar de sentirse culpable por todo porque estás aprendiendo. Y es verdad. Qué culpa ante el error. Qué pánico. Darle nuestro número de teléfono a alguien, decir “me gustas”. Qué miedo nos da arriesgarnos. Al menos aprendo. Al menos avanzo. Qué bonito eso. Qué gran aventura el viaje de aprender.

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