Alejandro Sanz, colocándose el Holter.

Felicidades, cariño, eres la ex que todas querríamos tener. Tu cofradía es la santa hermandad de las buenas y tontas, que en su paso ve desfilar a célebres penitentes de la talla de Alejandro Sanz, Amaia Montero o Adele (y, mucho antes, Violeta Parra), acompañadas por una banda de cornetas y tambores que toca canciones de Cadena Dial. Bendita tú eres entre todas las mujeres, porque sobre tus hombros de costalera cargas el peso de un corazón partío y aún así sigues creyendo en el amor.

Aprendiste que el despecho, como la procesión, se llevan por dentro. Pero alma de cántaro, como sigas poniendo la otra mejilla vas a acabar con la jeta de Carlos Villagrán en El Chavo del 8, o de Margarita Robles, que viene a ser lo mismo. Hermana, has acumulado buen karma para una eternidad y es hora de activarse. Tu fe mueve montañas, pero no te tapará esta noche si hace frío.

Un consejo. Búscate una motomami y agárrate a ella como si fuera diazepam. Ella sabrá qué hacer con la tusa. Ah, y no te tatúes el nombre de tu ex en la tripa. Ni eres Rauw, ni quieres ser tan hortera.

Una escena. Este monólogo de Bárbara Lennie en Todas las canciones hablan de mí.
Un poema. El arte de perder, de Elizabeth Bishop.