Las primeras víctimas de la ‘zona sin ley’
La parte oriental de República Democrática del Congo se considera una “zona sin ley” después de más de dos décadas de conflictos. Con el aumento de los ataques, las mujeres desplazadas vuelven a denunciar que la guerra se da en sus cuerpos y exigen justicia y paz.
“Estamos desposeídos de nuestro cuerpo, de todo nuestro ser. Son nuestros verdugos quienes deciden nuestro destino”, grita una superviviente de las atrocidades en el este de la República Democrática del Congo. Está en un campo de personas refugiadas de la Cuenca del Congo, en Goma, territorio de Nyiragongo en la provincia de Kivu del Norte, al este del país. Con motivo del Día Internacional de las Mujeres se organizó una visita a la zona en la que participaron, entre otras, algunas periodistas. Las personas desplazadas por la guerra han huido de los ataques de grupos armados irregulares que han aumentado en la actualidad en el este de Congo, después de más de dos décadas de conflicto. Procedentes de distintas zonas ya tomadas por los rebeldes, las personas refugiadas viven en sitios improvisados donde falta de todo. Se encuentran en campos donde, por milagro, encuentran agua, comida y atención sanitaria.
Para las mujeres, estas condiciones suponen estar constantemente expuestas a agresiones sexuales y otras formas de violencia. “La guerra nos hizo huir de nuestros pueblos. Dejamos nuestras casas, nuestros campos y todas nuestras posesiones para venir a vivir en lonas. No tenemos nada. Ni siquiera colchones para dormir. Ya no tenemos privacidad. Mi marido, yo y nuestros doce hijos, de sexos y edades combinadas, compartimos la misma habitación con dos metros de lona. Usamos la misma cacerola para bañarnos y para cocinar”, explica una superviviente.
Las necesidades específicas de niñas y mujeres que están en situación de desplazamiento no se están teniendo en cuenta en los campamentos. Sin franjas sanitarias, ni papeleras higiénicas limpias en los baños para compresas o tampones; sin baños limpios y sin disponer de rincones íntimos están expuestas a enfermedades, infecciones, violaciones y violencia. Las niñas y mujeres se ven obligadas a entregarse a los hombres del barrio o incluso del campamento para conseguir el pan a diario. “Nos transformamos en esclavas sexuales para sobrevivir y mantener a nuestras familias”, explica una de ellas con lágrimas en los ojos. También son explotadas económicamente sin poder elegir qué trabajo realizar, la remuneración o las condiciones. “Nos ganamos un plato de frijoles después de clasificar un camión entero. Fuimos violadas por los rebeldes y seguimos sufriendo lo mismo aquí en el campamento. Los hombres toman a nuestras hijas y a nosotras y hacen lo que quieren porque tenemos hambre. A otras las golpean y las violan cuando van a mendigar o a hacer pequeños trabajos para conseguir el pan de cada día…”, explicó una superviviente de la guerra reunida en el campamento de la Cuenca del Congo.
“Dejamos nuestras casas, nuestros campos para venir a vivir en lonas. No tenemos ni colchones para dormir”
El conflicto tiene lugar en los cuerpos de mujeres. El objetivo es destruirlas para aniquilarlas y humillar al enemigo. También se han denunciado violaciones en grupo en las que participaron varios atacantes. Las mujeres y las niñas se están enfrentando a una violencia sexual dramática. Las denuncias recogen casos de mujeres destripadas, violadas y fusiladas en sus genitales y órganos reproductivos.
El fracaso del estado de sitio
Ante una persistente crisis de seguridad, la parte oriental de la República Democrática del Congo es considerada una “zona sin ley”, dada la tragedia humanitaria que está provocando esta crisis. De hecho, la guerra en el este de la República Democrática del Congo se describe como la más mortífera de la historia después de la Segunda Guerra Mundial. Las provincias de Kivu del Norte e Ituri se encuentran bajo estado de sitio desde mayo de 2021, y su administración está confiada a militares y policías; una medida excepcional proclamada por el presidente congoleño, Félix Antoine Tshisekedi, para frenar la crisis persistente y proteger eficazmente a la población y sus propiedades en esta parte del país.
Más de tres años después del establecimiento del estado de sitio, paradójicamente, estas dos provincias están experimentando un descenso a los infiernos tras un estallido de ataques mortales, desplazamientos masivos de poblaciones civiles, una crisis humanitaria sin precedentes, el cierre de escuelas en determinadas regiones y a veces la suspensión del tráfico en carreteras vitales para la economía del país, ya que la provincia de Kivu del Norte es el granero de la República Democrática del Congo.
Los enfrentamientos continúan entre el ejército y la rebelión del M23, pero también con las Fuerzas Democráticas y Aliados (ADF) en Kivu del Norte
Los enfrentamientos continúan entre el ejército congoleño y la rebelión del M23, así como con las Fuerzas Democráticas y Aliados (ADF) en Kivu del Norte, pero también entre el ejército regular y las milicias CODECO en la provincia de Ituri, donde varios otros grupos armados abundan. Es decir, el fracaso del estado de sitio es total. Según integrantes de la sociedad civil de la región, este fiasco se justifica por varios factores, entre ellos la mala planificación, la superposición de mandos militares, la falta de coordinación de las operaciones de seguimiento de los rebeldes, la deficiencia de medios logísticos, un ejército sumido en problemas de traición internamente, e incluso las traiciones dentro de la comunidad y por parte de los líderes políticos.
Desde finales de 2022, los rebeldes del M23 apoyados por Ruanda han cometido masacres, violaciones, saqueos y varias ejecuciones ilegales en el este de la República Democrática del Congo, principalmente en Kivu del Norte. El este de la República Democrática del Congo alberga actualmente más de 120 grupos armados, pero un gran número de milicias locales se han aliado con el ejército congoleño, lo que complica aún más la fusión de combatientes en esta región del país atormentada por conflictos multidimensionales. Los ataques con armas explosivas llevados a cabo en zonas pobladas de la provincia de Kivu del Norte han matado y herido a civiles, dañado infraestructura y exacerbado una crisis humanitaria ya catastrófica.
La salud sexual y reproductiva en riesgo
Debido a la falta de compresas o toallitas sanitarias, algunas mujeres y niñas utilizan pequeños trozos cortados de las lonas de sus refugios o recogidos de aquí y allá. “Nuestros genitales han sido saboteados y destruidos. Muchas de nosotras nunca podremos volver a tener hijos. Nuestros maridos se fueron dejándonos solas con los niños porque para ellos es una vergüenza vivir con una mujer violada”. Un investigador añade: “Visité dos sitios y conocí a dos adolescentes de 15 y 16 años, ambas violadas e infectadas con VIH. La joven de 15 años estaba embarazada de los rebeldes. Ella confesó que fue violada por 4 rebeldes”. “Exigimos justicia. Nuestras voces deben ser escuchadas porque somos las primeras víctimas de esta guerra. Brindarnos asistencia es bueno, pero una paz duradera y una justicia preventiva protegerán a las mujeres de estas tragedias…”, afirma una sobreviviente.