Las luchas de las obreras de la costura

Las luchas de las obreras de la costura

Las fábricas textiles de confección han empleado mayoritariamente a mujeres, convirtiéndose así en un espacio de reivindicaciones laborales y sindicales.

Manifestación en 2009 contra el ERE de Fuentecapala, en Navalmoral de la Mata. / Foto: Mª Ángeles Fernández

02/10/2024

Aquel edificio daba la bienvenida a la localidad. El inmueble, y la empresa, era más que reconocible. Fuentecapala. En la explanada del aparcamiento, luciendo menos que el letrero, una escultura de una mujer sentada cosiendo a máquina. A determinadas horas del día, cuando acababa o empezaba el turno, decenas de mujeres llegaban o salían de la fábrica. Ahora no hay nada. Ni edificio ni escultura [la han puesto posteriormente en una rotonda] ni cartel ni mujeres trabajadoras. Un nuevo Mercadona han acabado con el rastro de una de las grandes industrias de confección de Extremadura y con su desaparición se ha perdido algo así como emblema de Navalmoral de la Mata.

Los problemas de la fábrica textil fueron visibles en 2009, cuando el anuncio de un ERE movilizó a sindicatos, trabajadoras y a toda la población. Carmen Expósito estuvo allí: “Extremadura ya no tiene nada de confección”. Y también estuvo en 2018 en las calles de diferentes puntos del país, para pedir que las trabajadoras del sector cobraran mil euros. Y prácticamente ha estado en todas las luchas laborales de la industria textil del Estado español de las últimas décadas. “Las mujeres hemos luchado por todo: por el reconocimiento profesional, por ganar más, por nuestros derechos…”, recuerda Expósito, la responsable de los sectores de Moda de CCOO de Industria hasta el verano de 2021, cuando se jubiló. Comenzó a trabajar a los 16 años en la fábrica de camisas Puente, en Madrid y, en época aún del sindicato vertical franquista, participó en una especie de comité de empresa. Luego se afilió a CCOO y, cuando cerró la fábrica, en la que estuvo más de 20 años, se quedó como liberada.

De la cualificación al salario

El sector textil de la confección, copado por mano de obra femenina, ha sido un espacio fundamental de la lucha obrera de las mujeres. “En España la confección textil dio trabajo a un gran número de mujeres a partir de los años 60 del siglo XX”, escribe en una de sus investigaciones Pilar Díaz Sánchez, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid y experta en Historia Contemporánea, movimientos sociales y trabajo de las mujeres. “Las condiciones eran bastante deplorables porque, al ser mujeres, tienen una consideración inferior a otras fábricas, en las que se cuidaban un poco mejor las condiciones. Como tenían un tratamiento de aprendizas más que de otra cosa, porque apenas había progresión profesional, siempre estaban en estos estadios de ocupación poco cualificados y los convenios eran bastante onerosos para ellas”, explica a Pikara Magazine en una conversación telefónica.

“Las categorías donde había mujeres ganaban menos”

Unas desigualdades que Carmen Expósito recuerda bien y contra las que ha luchado en primera línea. Primero, relata la complejidad del sector textil, donde no es lo mismo trabajar con lana que con seda, donde no es lo mismo cortar que planchar. De inicio, en lo que se llama textil de cabecera, es decir, en la parte de hacer el hilo, de tejerlo y de acabarlo, hay más hombres y es la parte más mecanizada. En cambio, la confección, donde la inmensa mayoría son mujeres, “depende de sus manos, de su hacer, por muy buenas que sean las máquinas de coser”. La sindicalista se muestra tajante: “Las categorías donde había mujeres ganaban menos. Los cortadores ganaban más que las maquinistas”, añade remarcando bien el género de los pronombres: los cortadores, las maquinistas.

A Expósito la quisieron tirar por las escaleras, rememora a modo de anécdota, cuando se estableció el nomenclátor del sector que describe puestos y categorías salariales. “Cuando nos pusimos a valorarlos era al revés, técnicamente los cortadores sacaban menos puntuación que las maquinistas y aquello fue una lucha tremenda. Las mujeres subieron de categorías profesionales muchísimo. Fue un de las grandes guerras dentro del sector por defender nuestra profesionalidad”, relata. Luego vino la lucha de los salarios, que casi llega hasta hoy.

La investigación de Díaz corrobora la experiencia de Expósito: “El truco es la cualificación, los trabajos de las mujeres son los peor cualificados y están peor salarizados. En las fábricas de confección textil, los pocos hombres que trabajaban se dedicaban a la plancha y esa actividad estaba mejor cualificada y mejor pagada. Hay una segregación de salario por sexos”. Es ahí donde empiezan las movilizaciones laborales más fuertes de mujeres en España, que la historiadora establece a partir de 1968.

“O todas o ninguna”, “que nadie destaque” y “todas iguales” fueron los lemas de las trabajadoras de Induyco

El nombre de Induyco, fábrica filial de El Corte Inglés, siempre sale cuando se habla de la lucha de las trabajadoras del textil: las más precarias contra una de las empresas más pujante del país. Miles de mujeres se implicaron en un largo conflicto de 17 años en Madrid; exigían dignidad y justicia y usaban lemas como “o todas o ninguna”, “que nadie destaque” y “todas iguales”. “Las mujeres lamentaban que, por encima de todo, fueran tratadas de forma despectiva y no se valorara su trabajo ni se tuviera en cuenta su consideración personal”, escribe Pilar Díaz. La respuesta de la empresa fue abrir pequeños talleres en la periferia de Madrid y en otras ciudades más pequeñas, en los que hubiera menos trabajadoras.

En 1977 se creó la fábrica de Cáceres, donde también hubo luchas que marcaron a toda la ciudad. “Cuando comenzaron no había horarios y terminaron fijando una jornada y consiguiendo ayudas”, recoge El Periódico Extremadura. “La factoría textil supuso un hito en la incorporación laboral de las mujeres y su cierre se percibe como el fin de una era”, recoge el diario HOY. La fábrica cacereña cerró en junio de 2020.

La historiadora Pilar Díaz, quien considera que el trabajo textil está feminizado porque está muy mal cualificado y desvalorizado, cuenta que “cuando las mujeres empezaron a demandar y a pedir mejores salarios, los empresarios cerraron fábricas para ir a sitios donde las mujeres pudieran cobrar peores salarios”. Lo que hicieron con las fábricas de Madrid en los años 70 se aplica ahora a otras latitudes. “Es el mismo proceso que ha seguido hasta hoy. En la medida en que se piden mejoras salariales las fábricas van al sur, a Marruecos, a India…”, añade.

“Los talleres textiles han sido espacio de politización y lucha colectiva”

“Ya no tenemos las grandes empresas que teníamos antes: Fuentecapala, Cortefiel, Induyco… la globalización se las llevó por delante”, cierra Carmen Expósito. Según los datos que cita de memoria la sindicalista, en 2005 en España había 250.000 personas empleadas en el sector, cuando en diciembre de 2020 eran poco más de 90.000. El ‘Informe económico de la moda en España 2020’, del portal Modaes.es, dedicado a la información económica del negocio de la moda en España, recoge que en 2019 había 137.358 personas afiladas a la Seguridad Social en esta rama, de las que el 34,4 por ciento trabajan en la industria de la confección.

Un poco de memoria y de historia

“Hay un dato del libro de Engels sobre la situación de la clase obrera en Inglaterra que dice que, en las hilanderías, a mediados del siglo XIX, el 70 por ciento eran mujeres”, apunta la historiadora y periodista Josefina Martínez. “A lo largo de la historia podemos encontrar muchos ejemplos de organización en los talleres textiles. Han sido espacio de politización y lucha colectiva”, añade.

Estudiar la lucha obrera y sindical de las mujeres siempre lleva al textil. En 1912 se creó en Valencia la primera organización sindical de mujeres en España: el Sindicato de la Aguja, de raíz católica, que de 19 fundadoras pasó a más de mil personas implicadas en cinco años. Inicialmente lucharon por una silla para sentarse, y luego por que la jornada se redujera de 11 a 9 horas.

Martínez recoge en su libro No somos esclavas varias huelgas de trabajadoras, de ayer y de hoy, entre ellas las de Induyco, las de las maquilas y la llamada huelga de Pan y Rosas. “Las polacas fueron las primeras. 200 mujeres que, al recibir la paga semanal y comprobar que les habían bajado el salario, estallaron con furia y pararon la producción. Bajaron los brazos y con esa declaración de inmovilidad, dejando caer hilos y agujas, condenaron a las máquinas a su impotencia de cacharros sin alma”, escribe Martínez. Era 1912 en Lawrence, Massachusetts, Estados Unidos. En los 63 días de paro hubo comidas populares, cajas de resistencia y solidaridad territorial. “Eran sobre todo mujeres muy jóvenes, de entre 17 y 25 años, inmigrantes europeas en su mayoría. Pidieron la solidaridad para cuidar a sus hijos. Y muchas familias de Nueva York y otras ciudades se ofrecieron y se despacharon varios trenes con niños. Hubo un gran despliegue de creatividad de estas mujeres para combinar la lucha y la resolución de los cuidados”, narra a este medio la historiadora.

La comunista alemana Clara Zetkin lideró en 1907 la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que tenía como objetivo “incrementar la fuerza y asegurar el éxito de la actividad y la lucha del movimiento de mujeres”, como recoge Martínez en su libro Revolucionarias. En la segunda conferencia, celebrada en Copenhague en 1910, Zetkin propuso crear un Día Internacional de las Mujeres. Se celebró por primera vez el 19 de marzo de 1911. Posteriormente se estableció el 8 de marzo como fecha, “uniendo la idea de Clara y los sucesos de Nueva York”, apunta Pilar Díaz.

Un incendio en la fábrica de camisas en Triangle, en Nueva York, acabó con la vida de 146 mujeres en 1911. Los dueños de las fábricas habían cerrado todas las puertas y los accesos, a pesar de que un año antes, tras una gran huelga, se habían comprometido a crear salidas de emergencia y a dejar las puertas abiertas durante la jornada laboral. “Tuvo mucho impacto en Estados Unidos y a escala internacional. Fue brutal. Algo que nos recuerda mucho a cosas que suceden hoy en los talleres textiles de Bangladés y de otras regiones”, finaliza Martínez.

 

Este reportaje se publicó en el monográfico de Moda, en 2021. Lo puedes conseguir en pdf en nuestra tienda online.
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