“Hemos pasado de una ola en la que podíamos aspirar a algo mejor a tenernos que enfocar solo en sobrevivir”
Silvina Molina fue la primera editora de la sección de Género y Diversidades de la agencia pública de noticias de Argentina, Télam, hasta que el gobierno de Javier Milei la cerró el pasado marzo. Hablamos con ella sobre cómo están asistiendo y resistiendo ante las vulneraciones de los derechos de las mujeres y disidencias.
Foto: Telam
Esta entrevista es la versión en castellano de la publicada en euskera, primero en ARGIA y después en Pikara.
Hablamos con la periodista Silvina Molina sobre la vulneración de los derechos de las mujeres y disidencias. Molina fue la primera editor de la sección Géneros y Diversidades de Télam, la agencia pública de noticias argentina, hasta que el gobierno de Milei cerró la agencia en marzo. Autora de libros sobre periodismo, inclusión y género, ofrece asesorías, conferencias y cursos dirigidos a medios de comunicación e instituciones públicas y privadas. También ejerce como asesora de comunicación y género en organismos internacionales, desde 2007.
¿Cómo es ser periodista feminista en Argentina en la actualidad?
Es difícil ejercer el periodismo en Argentina, especialmente como periodista de género. Este gobierno ataca al periodismo y niega la desigualdad de género. La periodista María O’Donnell ha sido permanentemente atacada por el presidente, ella lo llama “character assassination” o asesinato de reputación; eso es lo que me ha pasado a mí también. Fui una de las muchas periodistas que dejó Télam, una de las agencias más antiguas de Latinoamérica, que el presidente Milei cerró este año. Ahora estoy reevaluando mi papel como periodista, entendiendo el nuevo contexto y decidiendo cómo seguir adelante.
”Es necesario analizar cómo llegamos a esta situación y qué se hizo mal, tanto de parte de los políticos como de los periodistas. Pero también hay que reconocer lo que se hizo bien”
¿Cómo os estais enfrentando a esta situacion tan compleja?
Es necesario analizar cómo llegamos a esta situación y qué se hizo mal, tanto de parte de los políticos como de los periodistas. Pero también hay que reconocer lo que se hizo bien, como el cambio cultural que se ha dado. Por ejemplo, la condena a Juan Darthés por violación y a un exgobernador por delitos contra su sobrina. En el Congreso, periodistas apoyaron a víctimas de acoso del periodista Pedro Viguer, visibilizando problemas antes ignorados. Es crucial hablar más sobre estos temas, respetar a las víctimas y promover un periodismo inclusivo y respetuoso. Estos casos muestran que las desigualdades, abusos y acosos persisten en el espectáculo, la política y el periodismo, a pesar de las negaciones del gobierno.
¿Cómo describirías la situación actual del feminismo en las calles y en la sociedad?
Estamos denunciando la ausencia de políticas y la desprotección de niños, niñas, adolescentes y mujeres en situaciones de violencia. Esto genera ataques de trols del gobierno en redes sociales cuando hablamos de femicidios, y falta de apoyo estatal. En las provincias, la situación también es incipiente, con poco apoyo del gobierno nacional. Es importante pensar cómo acompañar y apoyar a estas personas y a las compañeras provinciales, tejer redes, ya que ahora la prioridad es la supervivencia. Lamentablemente, hemos pasado de una ola en la que podíamos aspirar a algo mejor, a tenernos que enfocar solo en sobrevivir.
El movimiento Ni una menos acaba de cumplir nueve años.
Ni una menos es un movimiento sumamente amplio, que ha abarcado también la campaña por el derecho al aborto y otros tantos. Ellas van tomando la agenda de las distintos regiones de Argentina y consideran las particularidades de la población campesina, de las poblaciones originarias o de la niñez. Destacaría que en octubre es el encuentro Plurinacional de Mujeres, un evento que genera mucha expectativa. Lleva sucediendo más de 35 años y ha sido el origen de importantes iniciativas como el pañuelo verde y la campaña por la legalización del aborto. Será clave para el movimiento feminista. Al ser un evento tan diverso, hay muchas posibilidades. Cuando se supo que el gobierno cerraba áreas relacionadas con la perspectiva de género, inmediatamente se generó un encuentro en el Congreso donde se juntaron 300 referentes feministas para abordar este tema. Esto demuestra la fuerza del movimiento. Es una muestra de su capacidad de articulación, que no siempre implica llenar las calles, sino estar atentas y saber cuándo estar juntas. También hay espacios más cerrados donde se escucha a personas con diferentes perspectivas para construir nuevas alternativas, sobre todo para acompañar a las personas desprotegidas.
Acaba de presentarse una acción judicial colectiva contra el gobierno, exigiendo información, a raiz de los despidos en la subsecretaría de violencia de género. Esta subsecretaría es lo que quedaba del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad que cerró el gobierno de Milei; pero ahora han despedido al 85 por ciento de su plantilla, incluida a la fiscal a cargo, Claudia Barcia.
Desde que se va Barcia, nadie cuenta, nadie explica, todo es incierto. No sabemos si existe un organismo a cargo de estas políticas. Esto es preocupante, ya que Argentina parece estar incumpliendo compromisos internacionales sobre igualdad de género, que están también incluidos en nuestra Constitución. El problema es la falta de información clara y coherente por parte del gobierno, lo que dificulta hacer un seguimiento cronológico preciso de lo que está ocurriendo. Es una situación insólita.
“El presidente y sus voceros utilizan un discurso violento y discriminatorio cuando hablan de mujeres, diversidades, personas con discapacidad, personas racializadas y personas indígenas”
Pero los tratados internacionales (como la CEDAW), obligaron a que exista un organismo que garantice la aplicación de la ley de violencia.
Sí y debería ser el Congreso quien recuerde que hay que cumplir las leyes, pero no lo está haciendo. Hasta ahora no hay una oposición política que responda a esta situación concreta. Creo que en este aspecto ha habido un movimiento mucho más rápido de los feminismos, de las organizaciones de mujeres. Lo único que demanda la acción judicial es información… En Argentina existe la ley de acceso a la información. En este contexto en el que no hay información, es un recuso importante. Varias organizaciones están apelando a esto, pidiendo que se informe adecuadamente. El gobierno habla de libertad de expresión y critica al periodismo, pero no está informando como corresponde.
Todo esto incrementa, también, la crispación social.
El presidente y sus voceros utilizan un discurso violento y discriminatorio cuando hablan de mujeres, diversidades, personas con discapacidad, personas racializadas y personas indígenas. Ese discurso degradante y habilitado por la máxima autoridad del país hace que un sector de la población se sienta legitimado para reproducir ese mismo discurso. Influencers con muchos seguidores, invitados a medios tradicionales, propagan estos mensajes sin moderación adecuada por parte de los periodistas, por lo que el discurso se propaga y no hay freno más allá de cierta condena social. El desafío es cómo reencontrarnos como sociedad y contrarrestar este discurso, sin que recaiga toda la responsabilidad en el movimiento feminista: es necesario replantear cómo comunicar y entender por qué algunos se identifican con discursos discriminatorios.
¿Crees que esos sectores están dispuestos a dialogar, a cambiar de opinión?
Creo que por ahora no. Tienen un discurso muy automatizado, estático, por ahora es muy difícil de encontrar el diálogo. Pero me parece que es a lo que hay que aspirar.
¿Puedes hablarme del caso del niño desaparecido, Loan, y del Comité de Lucha contra la Trata con Verónica Toller al mando?
Toller se caracteriza por su postura antiderechos y antiaborto. Una de las fake news relacionadas con el caso de Loan era que el país necesita una ley de trata, cuando en realidad Argentina cuenta con dicha ley desde 2008. Hay equipos muy buenos que venían trabajando a nivel nacional sobre trata con fines de explotación laboral o sexual, pero ahora están siendo desintegrados. No sabemos si Loan está en manos de la trata. Antes, cuando desaparecía un niño o una niña, se articulaba todo un sistema. Ahora, con la falta de un organismo nacional de niñez, no se sabe qué va a pasar con esta coordinación. En este caso se nota mucho que las personas que forman el gobierno nacional no tienen experiencia de gestión. Este es uno de los grandes problemas, más allá de sus ideas políticas.
¿Que más ha pasado ya con las políticas de protección y apoyo a las víctimas de violencia de género?
La Ley Micaeal [patrocinio jurídico gratuito para víctimas de violencia de género], que sepamos, no está funcionando. Algunas provincias y la Ciudad de Buenos Aires mantienen sus propias líneas 144 locales [asistencia a personas en situación de violencia de género], pero no hay este servicio en el resto del país, lo que puede envalentonar a los agresores. Las organizaciones sociales están asumiendo la asistencia a mujeres amenazadas, pero enfrentan una creciente demanda y buscan financiamiento internacional. Además, la ley de cupo trans en el Estado no se ha respetado y muchas personas trans fueron despedidas.
¿Cómo está la situación respecto al derecho al aborto?
Milei, siempre en contra del aborto, presentó un proyecto para debatirlo, pero el gobierno dijo que no era una prioridad. Sin embargo, podría influir a través del Congreso. El Ministerio de Salud nacional, que antes proveía insumos y capacitación para garantizar el acceso al aborto, ha dejado de hacerlo desde diciembre de 2023, cuando asumió el nuevo gobierno. No se sabe cuánto quedará ni por cuánto tiempo podrán garantizarse.
¿Crees que aún se sostiene el mapa de género en el país?
Anteriormente el Ministerio de la Mujer reunía todas las áreas, pero desde que se cerró no existe nada así. Ahora, ONU Mujeres y UNFPA ofrecen sus espacios para que las áreas puedan seguir coordinándose, lo cual me parece una iniciativa auspiciosa y espero pueda sostenerse. Hace poco celebraron la primera reunión en Buenos Aires y hay mucha expectación, estos organismos han creado una red de acompanamiento.
Hay dos investigadoras que están investigando a las feministas que votaron a Milei.
Hay mujeres que se dicen feministas y que votaron a Milei. Quizá si las feministas nos reuniéramos, encontraríamos ahí un espacio para el diálogo. Cuando hablo con varones jóvenes ―muchos han votado a Milei― sobre temas como el aborto, muestran diferencias con el gobierno: “Si sos libertario, si el cuerpo es tu decisión, también lo es el derecho a ser o no madre”. Este punto, la violencia hacia las mujeres, los femicidios o el abuso a la niñez son temas que sí que nos acercan.
¿Cómo te imaginas el futuro socioeconómico de Argentina?
Me cuesta hacer un análisis porque aún estoy procesando. Hubo un porcentaje de población muy alto que votó a Milei. Esas personas no estaban siendo escuchadas, y encontraron en esta persona un representante. Eso nos tiene que hacer pensar. No soy optimista respecto a la situación argentina ni las políticas violentas del grupo de gobierno; pero sí lo soy sobre la fuerza que construimos las feministas para acompañar a quienes más lo necesitan, repensarnos y apoyarnos entre nosotras.