Lo de la belleza sí que es gore
‘The substance’ es una película que puede no ser lo que parece. Un poco como la tiranía de la belleza y la feminidad neoliberal a la que pretende criticar.
Fotograma de 'The Substance'.
Si vas ver The substance, lo que te puedo asegurar es que no vas a salir indiferente del cine. Si eres de las que piensa que lo más interesante de cualquier expresión artística es que te perturbe un poco, esta es tu película. Si te gusta que te perturben mucho, no te la pierdas. (No seré yo quien te diga que no vayas a ver una peli, pero) Si eres sensible al gore de verdad, te diría que le preguntes a alguien que te conozca bien y que la haya visto si te va a gustar. Porque puede que lo repugnante te eclipse lo demás.
A mí me ha flipado. En la versión más polisémica de la que es capaz esta expresión.
En realidad, ya sabes de qué va la película: Demi Moore es Elisabeth Sparkle, una mujer famosa y bella que se consigue una especie de clon mejorado para seguir siendo famosa por ser bella. Nada que no hayas visto en Sunset Boulevard. De hecho, entiendo que hay referencias obvias a la película, esa cosa tan LA de las palmeras en plano picado, los coches vintage, los estudios, el exterior de las mansiones. Y lo de la belleza y la vejez y los 50 como el fin de la vida para las mujeres que le fueron útiles al (star) sistem(a). Esa es una de las cuestiones llamativas de la película: como Norma Desmond, la Elisabeth Sparkle de The Substance se encuentra en el abismo de cumplir 50 años. Pero, muy lejos de los 51 años que tenía Gloria Swanson cuando encarnó el crepúsculo, Demi Moore tiene más de una década más que la belleza supuestamente decadente a la que encarna. No tengo claro qué conclusión sacar de aquí, pero diría que el cine necesita seguir poniendo el Finisterre de la vida de las mujeres en la quinta década, aunque muchas estemos tan estupendas que no podamos encarnar nada crepuscular. Pero seguramente lo que ocurra es que no haya ninguna actriz que pueda hacer de Sparkle mejor que Moore.
Te parezca lo que te parezca esta película, hay algo indiscutible en ella y es que es lo mejor que ha hecho Demi Moore. Aunque eso no sea mucho decir, para una actriz que no ha elegido demasiado muy bien sus papeles, cuando estaba lo que para el sistema viene considerando “estupenda”. Su actuación es notable, pero lo que la hace extraordinaria es cómo se ha entregado a un proyecto que podría no haber salido bien. Me encantaría que estuviera grabado el momento en que Demi se lee la parte del guion en la que todo se va al carajo y dice “¡me apunto!”. Arriesga muchísimo, ella que, en los últimos años, ha conseguido más visibilidad como belleza imbatible que como actriz. Pues se desnuda ante una cámara sin piedad y se pone en el papel de alguien que está dejando de ser bella, y eso todavía nos impresiona. Lo demás es todo histrionismo y despropósito, exactamente lo que exige la película.
Espero que Coralie Fargeat esté encantada con la obra que ha dirigido, porque no es para menos. Ha conseguido entrar en la sección oficial de Cannes con su segunda película, y ganar el Premio a Mejor Guion, estuvo en la sección Perlak del Zinemaldia y también en la sección oficial de Sitges, aunque en el festival de cine fantástico no se ha llevado nada. Puede que eso sea bastante significativo respecto a lo que es esta película: el body horror extremo no le quita ser una buena película, de hecho igual es tan buena que no da para encasillarse en algo que se considera un subgénero. Y no creo que lo de ser una película mainstream con un componente gore (extremo, por muy componente que sea) y no al revés, o simplemente una película de género, sea casual.
Una película con una estética extraordinariamente medida, en la que todo tiene una profunda carga simbólica, presenta monstruos de cartón piedra que no te crees, y no me creo que no sea a propósito. Hay pocos planos en esta película que no sean para enmarcar. Las referencias visuales a otras películas, como El Resplandor, Barbie, Promising young woman, Carrie, Reservoir dogs, Streaptease, Buried o Showgirls, se mezclan con una utilización de la perspectiva, el encuadre y el color que te hace estar en una estimulación constante y que es coherente con la tesis fundamental (y un poco simple) de la película: la belleza es terrible y está rodeada de fealdad y podredumbre. Y no solo hablo de lo más gore.
Dennis Quaid comiendo gambas y salpicando babas, su boca fumando como un ano, los blancos viejos wasp feos y calvos, la comida francesa asquerosa y grasienta (en un tácito alegato vegano que dudo que sea involuntario), el vecino boomer pajillero, un montón de elementos que rodean la trama generan un entorno asqueroso en el que la belleza de la(s) protagonista(s) es más hermosa y menos humana que nunca.
El departamento de Arte hace un trabajo brillante, generando ambientes inverosímilmente monográficos, incluso en el mismo apartamento en el que viven la(s) protagonista(s), con un cuarto de baño que es entre quirófano y matadero, una cocina como de apartamento turístico y un salón de vieja gloria dentro de un escaparate/ventanal. El trabajo del director de fotografía Benjamin Kracun se entiende mejor todavía al saber que es el mismo de Una joven prometedora, otra película terrible, donde la estética es clave.
No sé cuáles son los límites del body horror, pero The Substance los supera, sin duda
El vestuario tiene su propio papel, y Emmanuelle Youchnovski no escatima en colores saturados y brilli brilli. El abrigo amarillo de Elisabeth/Demi ya se ha convertido en un icono (aunque nadie parece saber quién lo ha diseñado); pero es que quiero para mi próximo cumple (y será un año más que los que finge tener Moore en la película) ese increíble kimono de terciopelo azul con dragón dorado -la única prenda que las dos mujeres comparten-. Los distintos estilos de maillot que usan Elisabeth y Sue son la materialización del paso del tiempo, como lo es el oversized elegante de Demi o sus dos vestidos escotados -muy años 90 los dos-; frente a los looks de Lolita californiana de Margaret Qualley, cuando no está de servicio, su rollo femdom con botas de Louboutin para zorrear, o su vestido de princesa pastel, que completan el sueño de la niña/mujer que tanto les gusta a los que les gusta el capitalismo y sus cosas.
Margaret Qualley está impresionante, no solo en los términos obvios -pues se supone que encarna la belleza perfecta para la mirada vacía e hipersexualizadora del baboso medio-, sino que encarna también a la perfección el desprecio por su parte en decadencia, la candidez perversa de quienes saben a qué están jugando y la capacidad para el drama y la autoparodia que hace falta para haberse metido en la segunda parte de esta película.
Benjamin Stefanski, conocido artísticamente como Raffertie, barniza con una música electrónica deliciosa y angustiante a partes iguales la variedad de ataques de ansiedad y arcadas que te dará esta película. Por algo es el responsable de la mejor elección de canción para una escena, con la banda sonora de la serie Podría destruirte y su impresionante capítulo final, al ritmo de Firestarter de Prodigy.
No sé cuáles son los límites del body horror, pero esta película los supera, sin duda. Agujas clavándose en venas en primerísimo primer plano, agujas extrayendo líquido cefalorraquídeo de la médula en primerísimo primer plano, agujas clavándose en pústulas rebosantes de pus en primerísimo primer plano, heridas enormes siendo cosidas con una tosca aguja y un hilo grueso en primerísimo primer plano (y con el sonido bien marcado). Si te dan mal rollo las agujas, no la veas. No es la única referencia al Cisne negro de Aronofsky, pues la trama de la película se complica precisamente porque las dos caras (literal y simbólicamente) de la protagonista no son capaces de complementarse. Si te dan mal rollo las rodillas y las uñas arrancadas, no la veas.
La parte más gore de la película, cuando todo empieza a desbarrar y tú empiezas a pensar qué coño hago yo aquí, puede parecer a primera vista cutre, porque se nota un poco el cartón. Pero no me cabe duda de que una directora tan audaz y con semejante sentido estético, en realidad, está haciendo un homenaje al Peter Jackson de Bad taste y Braindead, y a otras “joyas” del género, como Basket case, que mezclan la idea de que el cuerpo humano contiene toneladas ilimitadas de sangre, con la de que los monstruos en realidad son seres incomprendidos cuya bondad ha sido arrebatada por la maldad de la gente “de bien” y el sistema en que están cómodos. La referencia a Carrie en la escena de Nochevieja es evidente. Si te gusta el gore ochentero, seguro que me puedes decir a qué peli (que solo confesarás haber visto, cuando te encuentres entre frikis) te recuerda la escena final.