Si te vuelves a follar a tu agresor
Es durísimo emocionalmente reconocernos a nosotras mismas que esa persona a la que queremos, apreciamos, admiramos e, incluso, en muchas ocasiones deseamos nos haya agredido.
Es durísimo emocionalmente reconocernos a nosotras mismas que esa persona a la que queremos, apreciamos, admiramos e, incluso, en muchas ocasiones deseamos nos haya agredido.
He estado en trabajos que han agotado todas mis reservas vitales y la gente me felicita. He estado tremendamente estresada y desubicada con mi precario sistema inmunitario y sus ritmos, y el mundo me daba la enhorabuena.
El deseo nos corroe, como un remordimiento, porque siempre está pegado a nuestros pasos, que están planificados ya solo como consumo.
Hay que hacer gala de honestidad y decirles a los hombres, con absoluta transparencia, que hacer feminismo es un camino de mierda. Que si deciden de verdad acompañarnos en esta lucha, lo van a pasar mal, aunque probablemente nunca tanto como nosotras.
El imaginario social normativo (cisheterocentrado) de que tener sexo con profilácticos es menos interesante y más frío parece seguir calando en las relaciones sexuales entre personas con vulva, a pesar de que pueden transmitirse igual las ITS. Necesitamos más información y acceso a estas barreras para poder follar con precaución, porque eso es sexi.
Si no soy la misma ahora que hace un mes, ¿cómo voy a llevar la misma ropa? Es una forma de mudar de piel y exteriorizar el punto en el que estás, es un termómetro emocional increíble.
Los análisis sobre la violencia machista pueden contribuir a conceptualizarla para combatirla, pero tienen el peligro de considerarla una categoría de comportamiento psicológicamente diagnosticable y no lo que es: violencia política.
Sí, el 44 por ciento de los hombres opina que la igualdad ha ido demasiado lejos y los discrimina, pero la encuesta del CIS arroja otros datos interesantes. El 66 por ciento de las personas encuestadas vinculadas a los cuerpos de seguridad está muy de acuerdo o bastante de acuerdo con que se ha llegado demasiado lejos.
Militarismo, degradación ambiental y patriarcado se entienden de manera conjunta. La lucha del pueblo palestino – y de cualquier pueblo colonizado y oprimido – es hoy una lucha que le incumbe al feminismo. La violencia patriarcal trasciende cuerpos, relojes y fronteras.
Gazan genozidio bat gertatzen ari den honetan, Urbasako Pilatosen Begiratokia biolentzia matxistaren sinbolo den honetan, Filosofiaren baloreaz hitz egitea friboloa dirudi. Baina munduak behar (bizi) duen iraultza, filosofikoa izango da, edo ez da izango.
Cuando la conversación se da entre una persona que ha ido a terapia y otra que no la herida habla idiomas distintos. Para una, la herida habla sin saber que lo hace; la otra intentará gestionar internamente sus crujidos.
Marcharte del pueblo en busca de un ambiente LGTBIQA+, de una pareja, y huir de las violencias, es una decisión complicada, pero también lo es quedarse. Hablamos con la activista Sisi Cáceres Rojo, "bollera, feminista y guerrera".
Mi #SeAcabó contra la violencia, desde que llegué a Barcelona, solo indica el comienzo de una nueva etapa de violencia y victimización.
Yo crecí llorando, sentada en la bañera vacía, observando la alcachofa de la ducha.
Cada 25 de desembre, aquesta nadala enverinava la meva il·lusió infantil amb el seu tuf ranci d’amenaça, de caritat insultant i d’exclusió: et tocarà a tu, acabar convertida en una tia Pepa? Seràs tu, la dona sense?
Adaptación del artículo 'Por un feminismo de las discas' a los criterios de lectura fácil (LF) por Lectura Fácil Euskadi Irakurketa Erraza. Recomendamos su lectura en un ordenador por su mejor adaptabilidad. Las palabras en color rojo están explicadas al final del texto.
Me molesta que se alabe el enamoramiento, cuando todo es maravilloso, y no se hable del amor, en el que siempre habrá cosas nada adorables que hagan que quieras arañarte la cara. Porque el amor es una construcción que requiere de conversaciones incómodas.
Estoy cansada de que ni tan siquiera en momentos tan duros como la muerte nos dejen en paz.
Las nuevas medidas implicarán un claro empeoramiento de los procesos para las solicitantes de asilo, así como un radical retroceso en unos derechos ya menguados. No podemos dejarnos solas frente a la opresión.
Vivimos en una sociedad que normaliza tanto la violencia hacia la infancia y la juventud migrante que no sorprende que desde los altos cargos del Gobierno se pueda responsabilizar a jóvenes de 15 y 16 años por el mal funcionamiento del sistema educativo.