Comer fresas o no, el (sin) sabor de la falta de derechos
Ante los casos de explotación laboral y sexual que han sufridos varias temporeras marroquíes durante la recogida de la fresa, la autora reflexiona sobre el consumo de estos frutos rojos.
Ante los casos de explotación laboral y sexual que han sufridos varias temporeras marroquíes durante la recogida de la fresa, la autora reflexiona sobre el consumo de estos frutos rojos.
La autora analiza la relación con su huerta y la importancia de nutrir el suelo con abonos naturales, provenientes de la ganadería extensiva.
Este sistema para una concepción integral de la agricultura entró en la isla en 1993 a través de una brigada de solidaridad australiana. Hoy, más de 1.200 agricultores y agricultoras cultivan –y viven– bajo parámetros de cooperación, sostenibilidad y no agresión a la naturaleza. La necesidad propicia algunas de sus prácticas: aprovechamiento de recursos, reutilización, reciclaje y consumo responsable.
Las denuncias de abusos sexuales por parte de jornaleras de la fresa en Huelva han recibido atención mediática este año, pero no es una realidad nueva, como tampoco lo son las condiciones de explotación en las que trabajan las y los temporeros migrantes.
Más allá de comprar y vender, la alimentación es un acto político que se vive y se cocina en el ámbito privado.
¿Cuántas veces os habéis preguntado al pasar por una floristería de dónde salen esas flores? ¿Cuántas veces habéis pensado en cómo crece una rosa o una margarita cuando alguien os regala un ramo en un día especial? Os voy a contar una historia para que penséis en las mujeres que hay detrás de esas flores que tanto os gustan.
Adaptación del reportaje de Mª Ángeles Fernández “Las mujeres, sin tierra, alimentan” a los criterios de lectura fácil (LF) por Lectura Fácil Euskadi Irakurketa Erraza. Recomendamos su lectura en un ordenador por su mejor adaptabilidad.
¡Qué ricas las fresas! Solas, con nata, en batido... Una empresa de fresones de Huelva ha ofrecido patrocinar a nuestras queridas cómicas feministas. Pero estas fresas se nos indigestan porque han sido recolectadas por jornaleras en situación de explotación que han denunciado abusos sexuales.
“Me dijo que no hablase de mis derechos porque ninguna de nosotras los teníamos aquí”. Lucía Muñoz habla con algunas de las trabajadoras temporeras marroquíes que han denunciado la explotación laboral y el acoso sexual que sufren durante la campaña de la recogida de frutos rojos en Huelva.
La mejora genética no hubiera sido posible sin los aportes de las mujeres campesinas y guardianas de semillas y sin los descubrimientos de Rosalind Franklin, olvidada por sus colegas y por la academia.
La desaparición progresiva de cultivos tradicionales en beneficio de proyectos agroindustriales impulsados desde las instituciones ha supuesto un grave perjuicio para el campesinado de Colombia. A esto se une la tradición patriarcal y el machismo enraizado que, además, complica la vida de las mujeres rurales.
El condicional “si eres trabajador, tienes derechos” no se cumple para las mujeres en el sector primario. La desidia de las Administraciones convierte la labor agroganadera en un terreno de cultivo para distintas discriminaciones.
El feminismo campesino y popular ha sido desarrollado en la CLOC (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones Campesinas), el referente en América de La Vía Campesina (LVC), y la idea es incorporarlo progresivamente en su discurso. Puesto que es un feminismo que viene del campo, es campesino. Y es popular porque es de clase, viene de la clase trabajadora. Lo explico y contextualizo en este texto.
La V Asamblea de Mujeres de la Vía Campesina acoge el reto de trabajar por un feminismo campesino y popular.
Hablamos con Cesca Badal, de La bioFranquesa, de la transformación de la agricultura en la zona de costa de Castellón, de compaginar huerta y crianza y de los trabajos invisibilizados.
Los cambios en la gestión del territorio y la agricultura de esta región están acabando con un modelo de sociedad basado en lo común y lo colectivo
Se suele decir que la mano de obra del jornalero sin contrato es la cara b del éxito agroindustrial de Almería, pero hay otra base obrera invisible. Las mujeres componen el 90% de los almacenes de envasado de hortalizas, cobrando 6,44 euros brutos la hora por convenio. El envasado es un recurso laboral tanto para pagar unos estudios como para afrontar una hipoteca. En la mayoría de los casos, ser mujer y de Almería significa haber sido envasadora alguna vez en la vida.
Las condiciones laborales de las mujeres empleadas en la industria de la floricultura en Colombia provocan graves problemas físicos y emocionales para las trabajadoras y sus familias, en un contexto en el que la sindicalización es mala palabra. Cultivar rosas provoca que vastos territorios pierdan su riqueza en detrimento de la producción alimentaria, mientras que el derroche de agua deja en sequía a las poblaciones.
La economía feminista se construye en el día a día, sin recetas, a base de convicciones, sensaciones, experiencias y reflexiones, desde cualquier ámbito de la vida. Para acercarnos a esta construcción desde lo rural, desde la agroecología y la soberanía alimentaria, propiciamos un encuentro entre cuatro mujeres que desde diferentes actividades y territorios, aportan y tejen esta red. Reproducimos una parte de lo mucho que se habló.
Teonila Porro Relea es campesina y residente en el pequeño municipio palentino de Villamoronta. Es una de esas personas que merecen contar su historia y ser escuchadas, puesto que su sabiduría es la de una mujer luchadora en un mundo empeñado en demostrar que su opción de vida no es la más válida.