Kér Fatou, el lenguaje de la moda afrovasca
Fatou Dieng montó su tienda en Bilbao como una estrategia de supervivencia y la ha convertido en un espacio de resistencia y encuentro intercultural.
Fatou Dieng montó su tienda en Bilbao como una estrategia de supervivencia y la ha convertido en un espacio de resistencia y encuentro intercultural.
Las fábricas textiles de confección han empleado mayoritariamente a mujeres, convirtiéndose así en un espacio de reivindicaciones laborales y sindicales.
Rosa o blau, còmode o cenyit, amb butxaques o sense. La roba que portem opera com a tecnologia del gènere i el construeix al mateix temps. Ens en podem desempallegar? Podem imaginar una moda que no remeti al binarisme, que no el reforci? Com és una peça agènere?
La moda, lo creo relativamente, puede ser revolucionaria. Romper “la norma” en los espacios cotidianos, con la gente cercana, es una ruptura de la que no se vuelve. Y romper con una norma tan arbitraria como la del género es una brecha en la estructura de este sistema.
Ahora es la gente rica la que viste como si fuera pobre. Desde copias auténticas de copias falsas, pasando por pagar 3000 euros por un anorak reflectante de trabajo, hasta verle swag a las zapatillas del Lidl. ¿Está de moda ser pobre? Hablemos de fetichización de la clase obrera y moda.
Al margen de las payas con dinero que invierten en vestidos hechos a medida para la Feria de Sevilla estamos, también, las payas que tiramos de segunda mano y de reciclaje.
Plataformas de intercambio de ropa, talleres sociales con condiciones laborales dignas o creación local para favorecer la riqueza de los territorios son algunas de las opciones para construir una industria de la moda fuera de las dinámicas del mercado capitalista.
El arranque del #MeToo supuso una revolución en Hollywood. Las denuncias arrastraron también a fotógrafos y diseñadores del mundo de la moda, pero de forma más tímida. La dinámica, salvando algunas iniciativas en redes sociales, sigue siendo el hermetismo y las denuncias anónimas.
Con el argumento de un mayor beneficio económico, algunas empresas recomiendan u obligan a sus trabajadoras a sexualizar sus cuerpos a través de la vestimenta. Se trata de una práctica denunciable que se da especialmente en los puestos de cara al público.
Si no soy la misma ahora que hace un mes, ¿cómo voy a llevar la misma ropa? Es una forma de mudar de piel y exteriorizar el punto en el que estás, es un termómetro emocional increíble.
Las trabajadoras de Inditex y H&M resisten en las calles a los despidos colectivos con la excusa de la apuesta por la venta online. La digitalización exige a las dependientas hacer más tareas por el mismo sueldo precario.
Voy al trabajo travestida. De hombre, por supuesto. Pero en el pecho se esconde una marica migrada, hispanohablante, que no quiere llamar demasiado la atención.
La diferenciación por clase a través de la moda dio paso a la distinción por sexo en el siglo XIII, cuando los hombres abandonaron, supuestamente, cualquier elemento de exhibición a través de la ropa.
En un contexto histórico de colonización renovada por la presión que ejercen países europeos o Estados Unidos, los gobiernos centroamericanos han alentado la creación de un tipo de industria que tiene mucho de esclavitud. Jornadas de trabajo interminables, salarios mínimos y escasos derechos laborales delinean la industria de la moda.
Compramos un 60 por ciento más de ropa que hace una década, aunque, paradójicamente, la llevamos puesta menos que nunca, ya que la tiramos cuando la hemos usado menos de 10 veces. Solo el uno por ciento se recicla y el resto se convierte en residuos contaminantes como los microplásticos.
La escritora y fotógrafa alemana Katja Eichinger analiza en el libro 'Moda y otras neurosis' (editorial Plankton Press) las marcas de ropa, las prendas, los tatuajes, la cirugía estética y otras tantas expresiones a través de las cuales se muestra la sociedad moderna occidental.
'Killing Eve' ha llamado especialmente la atención del mundo de la moda por los modelitos y estilismos de su villana, Villanelle. La ilustradora y diseñadora Miriam Persand se declara obsesionada con sus outfit y le ha hecho este homenaje.
El sistema capitalista arrastra hacia el consumo masivo, pero cuando más de una persona nos replanteamos el modelo de consumo, sembramos una semilla que dará su fruto si la regamos entre todas.
Leyendo 'Vestirse', de Carrie Yodanis, un ensayo sobre la sociología de la moda, me detengo en un fragmento sobre la pertenencia a un grupo reflejada en las similitudes indumentarias. Ese modo de estar en sociedad que es la ropa me ha recordado a la reveladora teoría que dice que les bisexuales no sabemos sentarnos, en mi caso una verdad irrefutable (escribo esto hecha un ovillo).
Las modelos de las que el fotógrafo donostiarra abusó sexualmente y de las que vendió imágenes de los abusos en internet, hablan de cómo han vivido los más de nueve años del caso hasta llegar a hoy: están pendientes de la sentencia que le condene definitivamente.